¡A 28 años del atentado en Tarata! por Luis Enrique Cam

Perú Católico, líder en noticias.– En la vida de los pueblos, hay acontecimientos trágicos, que llegan a despertar los mejores ideales de una nación. Hechos que marcan un antes y un después, y que no se pueden terminar de explicar sin una intervención de lo alto. En el siguiente artículo, el cineasta Luis Enrique Cam relata cómo el atentado de Tarata, despertó una movilización mariana que terminó desactivando, los peores vaticinios que había para el Perú, a inicios de los años noventa. Y todo con una sola “arma”: el rezo del santo rosario.

“Con esta arma venceremos”

– “¿Qué le diría a Abimael Guzmán?” Le preguntaron inoportunos periodistas al Dr. Oswaldo Cava Gárate cuando salía, junto a sus familiares, del sepelio de su hijo Pedro en el cementerio Jardines de la Paz. Pedro, odontólogo de 27 años, fue una de las 25 personas –ciudadanos corrientes, totalmente ajenos al terrorismo- que perdieron la vida por el atentado de Sendero Luminoso en la calle Tarata del distrito de Miraflores, en la capital peruana el 16 de julio de 1992. La indolente pregunta provocó una respuesta profética. El doctor Cava, que llevaba apretado contra su pecho un cuadro con la fotografía de su hijo, se reanimó de la natural congoja del momento y con firmeza llevó una mano al bolsillo, sacó un rosario, y mostrándolo a las cámaras de televisión con el puño apretado contestó: “Señor Abimael Guzmán, con esta arma lucharemos, con esta arma se ha vencido a reyes y tiranos, y usted no será la excepción. Con esta arma venceremos”.

Del campo a la ciudad

Habían pasado doce años desde que el grupo terrorista Sendero Luminoso inició su violento accionar en el pueblo de Chuschi (Ayacucho) expandiéndose a otras provincias de los andes peruanos. Con más de 25 mil muertos a cuestas según datos de la Fiscalía de la Nación, la estrategia maoísta “del campo a la ciudad” se había incrementado aquel año 1992. Asesinatos selectivos, secuestros, derrumbe de torres de alta tensión, atentados a numerosas dependencias estatales y privadas, embajadas y a centros comerciales hicieron del Perú un país con pocas esperanzas de ser viable. Esa era la situación en la que sobrevivíamos los peruanos a inicios de los noventa.

Una noche oscura

A las 9 de la noche del 16 de julio de 1992, fiesta de la Virgen del Carmen, Pedro Cava se encontraba esperando a un paciente en el consultorio dental que compartía con su hermano y colega Oswaldo, ubicado en el cuarto piso de un edificio de la cuadra dos de la calle Tarata. Oswaldo había salido 5 minutos antes de que ocurriera la explosión de dos coches bomba que habían dejado terroristas en esa céntrica y concurrida calle miraflorina.

La detonación de los cientos de kilos de explosivo sorprendió a Oswaldo a pocas cuadras del consultorio, en el óvalo de Miraflores. Inmediatamente se produjo un apagón. Oswaldo recuerda que “el olor del anfo se confundía con el de carne quemada”. Los autos volteados, las fachadas despedazadas, vidrios rotos por el piso, llamas que salían por las ventanas y gritos de personas buscando a sus familiares era el escenario post explosión.

Cuando Oswaldo llegó a la calle Tarata, se encontró con su hermano Felipe, que era el paciente a quien esperaba Pedro. Ambos subieron al consultorio del cuarto piso encontrando a vecinos heridos por las escaleras. No fue fácil ingresar al departamento porque la puerta principal estaba astillada. Lograron ingresar por una puerta auxiliar y vieron que no quedaba nada en pie. Demoraron varios minutos en encontrar a Pedro porque estaba cubierto por una cortina. Al parecer, todavía conservaba el pulso. Felipe se asomó al borde de la fachada del edificio para pedir a gritos una camilla. Como no llegaba la ayuda, ambos hermanos improvisaron la cortina como camilla para sacar a Pedro de los escombros. Lo llevaron en un carro de bomberos al hospital de la Fuerza Aérea. Allí solo solo pudieron certificar el fallecimiento.

La luz venció a las tinieblas

Los atentados del 16 de julio de 1992 sacudieron a la sociedad peruana que organizó numerosas marchas por la paz y jornadas de oración. La imagen del Dr. Oswaldo Cava en televisión inspiró a muchas personas a tomar el “arma” mariana en sus manos, el rosario, y rogar a la Virgen María por la paz en nuestro país.

Con muchas provincias andinas bajo el dominio senderista, la capital en constantes penumbras por continuos apagones, el miedo generalizado y un cabecilla envanecido por el terror que provocaba, la victoria sobre Sendero Luminoso parecía imposible. Parecía, porque las avemarías del Rosario resultaron ser más eficaces que cualquier estrategia militar.

Detrás de algunos hechos de la vida nacional, hay sucesos que humanamente, no se pueden explicar y donde se puede apreciar, una clara intervención mariana.

Años después, el propio Dr. Oswaldo Cava en una audiencia pública ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación, hizo notar las similitudes de las fechas en las que se asestaron duros golpes a Sendero Luminoso con festividades de la Virgen María.

Junto a la fecha del atentado de Tarata, que coincidió con la Fiesta de la Virgen del Carmen. En menos de dos meses, el 12 de septiembre, fiesta del Dulce Nombre de María, el cabecilla senderista era capturado junto con parte de su cúpula. El 24 de septiembre, fiesta de la Virgen de las Mercedes, Abimael Guzmán era presentado en traje a rayas a la prensa nacional e internacional. Como castillo de naipes la organización criminal se venía abajo con la captura de sus principales dirigentes. El 7 de octubre del mismo año 1992, en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, el diario español ABC informaba que un tribunal condenaba a cadena perpetua al autodenominado “presidente Gonzalo” y cuarta espada del marxismo, según sus fanáticos seguidores, en la sede de la Base Naval del Callao, lugar donde permanece recluido hasta la actualidad. Por si quedara alguna duda de la intervención mariana, la sentencia de cadena perpetua a la cúpula de Sendero Luminoso se ratificó, el 12 de septiembre de 2018, por la Sala Nacional de Justicia del Perú.

16 de julio, día de renovación de la fe de los peruanos

Por cuatro años consecutivos se realizó el 16 de julio la Marcha por la Paz y desde hace 28 años, el grupo “In Memoriam Tarata” se reúne para orar por la paz y la unión en el Perú. Este año no será la excepción. Aunque la situación de emergencia sanitaria prohíbe las reuniones civiles o religiosas eso no impedirá que cada uno desde su casa, se una para acudir al arma más poderosa: el rezo del santo Rosario.

La valentía del Doctor Cava nos puede servir de instrumento para confiar en la intercesión de la Virgen con ocasión del próximo 28 de julio, fiesta de Nuestra Señora de la Paz en el calendario litúrgico católico y 199° aniversario patrio y vísperas del bicentenario de nuestra independencia nacional.

(*) Luis Enrique Cam es cineasta e investigador histórico.

Dr. Oswaldo Cava Garate y su hijo Felipe.

Captura de pantalla de su intervención ante la CVR. Es el mismo rosario que mostró el día que pronunció la frase.