Arte en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe

Para que lo conozcas y puedas apreciar la belleza, te invitamos este SÁBADO 12 DE DICIEMBRE desde las 7am hasta las 8pm. horario corrido. Cada hora habrá una Misa. Ven y peregrina a este hermosos Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Parque Unión Panamericana Balconcillo-La Victoria. Referencia, cuadra 3 de la avenida Canadá y Palermo.

“Todo lo que se puede decir acerca de la belleza, que es un tema inagotable, tan inagotable como en la filosofía es el tema de la verdad, se puede reducir en esta frase: lo bello en el arte es lo auténtico y lo que se ha creado por necesidad. La obra de arte permanece, es un ser viviente con valor intrínseco; si no nos gusta es porque no sabemos descifrar su mensaje, porque no entendemos su lenguaje”.

(Adolfo Winternitz. Itinerarios hacia el arte).

“La escultura es un cuerpo desnudo, donde solamente lo verdadero, la esencia de lo que ella es, puede hablarnos. Por eso nosotros, los escultores, tenemos que preparar el terreno con la meditación antes de construir porque es solamente a través de esta disciplina y esa fuerza que la fantasía inventa toma forma y vida. No hay genialidad sin fantasía. No hay fuerza sin meditación”

(Ana Maccagno. ¿Qué es escultura?).

El templo parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe se encuentra ubicado en el Parque Unión Panamericana, del distrito de La Victoria, Lima. Obra de arquitectura moderna, en él las artes se integran en un monumental espectáculo de luces y colores, creando un ambiente festivo y adecuado para la celebración litúrgica.

La parroquia fue creada en 1956, siendo su primer responsable el sacerdote norteamericano Thomas F. Garrity, de la orden Maricknoll. Por su iniciativa se construyó el templo con dinero recaudado por los fieles durante una década. Fue inaugurado el 14 de abril de 1966, siendo padrinos los señores embajadores de veintiún repúblicas americanas.

El templo guadalupano es un claro ejemplo de “integración de las artes”, cuando arquitectos y artistas plásticos crean una obra conjunta. Aquí trabajaron el arquitecto Jacques Granadino, el vitralista Adolfo Winternitz y la escultora Ana Maccagno. Y es una notable muestra de arquitectura religiosa moderna que asume los principios del Concilio Vaticano II. Su propuesta “centraliza el espacio a través de la acumulación de tres naves orientadas hacia el altar desde diferentes direcciones, definiendo una planta poligonal cóncava” (Miguel Ángel Vidal: Crisis tipológica en las iglesias de Lima en el siglo XX).

LAS OBRAS DE ARTE

En la fachada -sobre la puerta principal y mirando a la calle- se encuentra una gran escultura de Ana Maccagno en acero inoxidable que representa a la Virgen María. Tiene cuatro metros de alto y resalta su volumen plateado sobre el muro, en contraste con un sutil bajorrelieve que muestra los rayos solares y la luna, atributos marianos apocalípticos. A su lado hay una inscripción que remite al texto aparicionista Nican Mopohua: “Yo soy la Madre del verdadero Dios”.

El recinto sacro tiene una gran nave central y dos laterales. El techo es alto y brinda una sensación de monumentalidad. Dos confesionarios están empotrados en las paredes y hay una capilla para el Santísimo Sacramento apropiada para la oración y la meditación personal.

En el presbiterio -detrás del altar- hay una escultura en bronce de Cristo en la cruz; es una versión personal de Ana Maccagno. El Redentor tiene las manos desclavadas y elevadas hacia lo alto, prefigurando la Ascensión. El cuello largo y delgado de Cristo, su cuerpo estilizado y la disposición vertical, contribuyen a generar esa sensación de ascenso y vocación de infinito.

En el templo hay cuatro vitrales en vidrio-cemento y cinco vitrales emplomados del pintor y vitralista Adolfo Winternitz. Las paredes están pintadas de un blanco-cremoso para no competir con los efectos que producen las lunas coloridas.

El altar está orientado hacia el este -por donde sale el sol- como ocurre con los templos antiguos. Encima hay vitrales en vidrio emplomado (vidrieras delgadas). Al centro está representada la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad, simbolizada por una corona y tres círculos enlazados. En esta imagen principal predomina el color amarillo. Al lado derecho donde se aprecia la estrella de Belén está representado el Adviento. Al lado izquierdo, el camino al Calvario y las espadas de dolor que atraviesan el corazón de María. Es notable el ritmo de estos vitrales laterales con una sensación de movimiento que contrasta con la calma estática del vitral principal.

La iluminación del altar al amanecer, cuando se hace visible Cristo el “Sol de Justicia” es un suceso sensorial y místico inolvidable. Incluso a cualquier hora del día, participar en la misa de cara a los vitrales es una experiencia inefable.

Otros vitrales están en las paredes, en los ángulos formados por la nave central y las naves laterales; en este caso son de vidrio-cemento (vidrieras gruesas). Uno representa al Génesis -el Espíritu de Dios aleteando sobre las aguas y los astros suspendidos en el cosmos- y otro a la Virgen -en azul- en el momento de la Anunciación.

En la capilla del Santísimo -con sus paredes recubiertas con madera- hay dos vitrales pequeños, con ángeles que custodian una réplica de la imagen guadalupana y la hostia consagrada.

Todos los vitrales mencionados hasta aquí son abstractos, entendidos de esta manera: “El arte abstracto está siempre unido a una figura, pero de ella abstrae todo lo exterior y anecdótico y expresa solo su contenido íntimo, lo esencial” (Winternitz. Itinerarios hacia el arte).

En el frontis del templo, a ambos lados de la entrada principal hay vitrales en vidrio-cemento. Están orientados hacia el oeste y representan escenas apocalípticas. El estilo cambia a figurativo. Según la definición del artista: “El arte figurativo es simplemente un arte sugerido por algo natural del mundo visual” (Itinerarios hacia el arte).

En uno se aprecia al Cristo de la visión de San  Juan con los cuatro jinetes del Apocalipsis. En el otro lado vemos la escena de la Mujer y el Dragón. Los vitrales se acomodan a ambos lados de un gran volumen curvo en forma de trapecio  que originalmente era gris oscuro. Esto realzaba el impacto visual de los vitrales, pero hace varios años se le aplicó el mismo color del resto del templo.

Winternitz tuvo predilección por las escenas inspiradas en el Apocalipsis, por eso las volvió a trabajar en su obra póstuma para la Parroquia San Francisco de Borja.

Virgilio Cabanillas.