Aborto en Chile: Bachelet ya tiene lugar en la historia

Hace una semana, la Cámara de Diputados de Chile aprobó el proyecto de ley que despenaliza el aborto en las tres conocidas causales: riesgo para la vida de la madre, violación e inviabilidad del feto. Para que se convierta en ley solo falta la aprobación del Senado, adonde ya ha ido el proyecto. La norma sancionada por los diputados establece un plazo máximo para el aborto de 12 semanas de gestación. El tiempo se amplía a 14 semanas, si se trata de menores de 14 años.

Por 66 votos a favor y 44 en contra -vamos a decirlo sin eufemismos ni medias tintas- los diputados chilenos decidieron el asesinato de los más inocentes e indefensos seres humanos, aún no nacidos. La ruta criminal es muy conocida. Su paradero final es el aborto libre o a libre demanda y, después, convertirlo en “derecho humano”. Además, tiene que ser así porque de lo contrario los sistemas jurídicos de los Estados no lo soportarían. También en este caso, se ha violado la Constitución chilena que protege la vida del que está por nacer. No les importa. Tienen mayoría en el Congreso y eso es suficiente. Son las reglas de la democracia.

En enero de 2015, cuando Bachelet presentó este proyecto al Congreso, escribí: “No poseo cualidades para predecir el futuro. Pero debo afirmar que acerté en los pronósticos cuando Bachelet terminó su primer mandato a inicios de 2010, con más del 70% de aprobación. Al poco tiempo, fue llevada a la ONU para dirigir una nueva y poderosa agencia: ONU Mujeres. Desde ahí -este personaje de la alta masonería- trabajó para extender estas pestes por todo el mundo, sobre todo en América Latina. Estaba claro que volvería a la presidencia de Chile en 2014 y haría lo que estamos presenciando …” (cfr. “Los Mapuches en picada”, Pilares de la Sociedad, n.77, 2/2/2015).

Tuve la fortuna de ver la brillante exposición del diputado José Kast. Sintetizó en 10 minutos lo que venimos diciendo desde hace tiempo. En este tipo de debates, es un error hacerlo con argumentos, sean científicos, antropológicos, jurídicos, etc. ¿Cómo se puede debatir seriamente con quienes tienen solo una postura -la política o ideológica a favor del aborto-, carecen de argumentos y no quieren escuchar ninguno? ¿Cómo se puede creer en el diálogo coherente si hay extraños maridajes -como en el caso chileno- entre comunistas y demócrata cristianos, que votan en contra de la vida? Peor aún, con hipócritas que sostienen y firman manifiestos en contra del aborto y luego hacen exactamente lo contrario, por conveniencia o doble moral.

En el Perú, la guerra también está planteada desde hace tiempo. Venimos librándola mejor. Pero no hay tiempo para sestear. Las manifestaciones a favor de la vida son multitudinarias, muestra inequívoca del  respeto y amor que le tenemos a este don maravilloso y primer derecho humano. Razón adicional para acudir, alegres y festivos, al X Corso por la Vida y la Familia, el 2 de abril en nuestra Arequipa.