¿Conoces el verdadero rostro de San Antonio de Padua?

San Antonio, el santo de Padua y uno de los más venerados entre los católicos, tiene ya un rostro, con cara redonda y mofletuda, ojos profundos y nariz aplastada, según la reconstrucción en tres dimensiones hecha por expertos italianos y brasileños a partir de su cráneo. Este estudio se realizó el 2014.

En el mes de junio de dicho año la reconstrucción en tres dimensiones de la cara del santo fue observada por el público en la Basílica de San Antonio de esa ciudad del norte de Italia.

La imagen del popular santo nacido en Lisboa (Portugal) y representado con una figura delgada con el Niño Jesús en brazos cambia así por el resultado de un proyecto que combina tecnología, arqueología y tradición y que ha durado dos años.

Se ha llegado así a la conclusión de que San Antonio era completamente diferente al imaginario tradicional que de él se tiene, una de las representaciones más populares del catolicismo.

En la reconstrucción del rostro ha trabajado un equipo formado por expertos brasileños e italianos, pues han colaborado el director del Centro de Estudios Antonianos, padre Luciano Bertazzo; el arqueólogo de la sociedad Arc-Team, Luca Bezzi, y el Museo di Antropología de la Universidad de Padua.

Por parte brasileña, el diseñador 3D Cicero Moraes, del Centro de Tecnología da Informação “Renato Archer” de Campinas (Sao Paulo) y el laboratorio de Antropología e odontología forense (Fousp) de la Universidad di Sao Paulo en Brasil.

La imagen, considerada la más cercana a la realidad hasta ahora conseguida, comenzó a tomar forma a partir del calco del cráneo del santo realizado en 1981 tras haber sido localizados sus restos mortales.

La reconstrucción muestra una persona de rostro “simpático y familiar”, aseguran los expertos, con la característica de la tonsura, o corte de pelo en forma de corona, de los antiguos franciscanos, y de complexión robusta, ya que como han demostrado algunos historiadores sufría de hidropesía, lo que le causó la muerte a los 35 años el 13 de junio de 1231 en el convento de las Clarisas Pobres en Arcella mientras volvía a Padua.

El responsable del Museo de Antropología de Padua e ideólogo de este proyecto, Nicola Carrara, explicó que para “no influir sobre el resultado” entregaron el calco del santo al artista brasileño sin decirle de quién se trataba y sólo le dieron tres datos: varón, 36 años y caucásico.

Moraes empezó a trabajar y los primeros resultados del artista fueron sorprendentes ya que llegó a la conclusión, intercambiando informaciones sobre los rasgos faciales con base de datos de todo el mundo, de que la persona a la que estaba reconstruyendo el rostro era un ibérico, probablemente un portugués.

“Cada paso que daba me picaba más la curiosidad de saber quién era ese hombre. Cuando supe que era San Antonio me quedé sin palabras, maravillado. Sentí una gran responsabilidad, pues millones de personas habrían visto por primera vez la cara de su santo más venerado”, explicó Moraes.

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