El 2 de abril de 1842  en el pueblo de Riva de Chieri, no muy lejos de Turín, Italia, nació un angelical niño a quien sus padres Carlos Savio y Brígida Gaiato llamaron Domingo José Carlos y lo bautizaron a las cinco de la tarde de ese mismo día.

Desde  muy niño, cuando Domingo tenía apenas cuatro años de edad aprendió a rezar con extraordinario fervor las oraciones de la mañana y de la noche, uniendo su corazoncito con Dios.

A medida que crecía, su devoción a Dios  crecía; por ejemplo ayudaba en la santa misa con gran alegría, cuando a la edad de siete años recibió por primera vez a Jesús Eucaristía lo hizo con intensa piedad y devoción.

Su profesor escolar, de su pueblo natal, admirado por las virtudes de Domingo, lo recomendó a Don Bosco, el gran santo de Turín, para que lo recibiera en su Oratorio. Es que Domingo tenía la determinación de hacerse santo.

A pesar de ser un púber, Domingo Savio se destacó entre sus compañeros de escuela, puesto que era el primero en aprovechamiento y conducta, en urbanidad y buenas maneras, se confesaba con frecuencia, enseñaba el catecismo a sus amigos y hermanos, asimismo se hacía diferentes clases de mortificaciones y era siempre el primero en cumplir los oficios más humildes.

Es por ello que Dios premió a Domingo con gracias especiales, pues él con frecuencia entraba en éxtasis ante el Santísimo Sacramento, llegó a tener clarividencia y llegó a ser un ferviente devoto de la Virgen María, para lo cual formó un grupo para honrarla y venerarla.

Cuando iba en aumento su santidad al mismo tiempo su salud física se deterioraba. Por eso, ante la presencia de su padre falleció a los quince años menos un mes, el nueve de marzo de 1857. -Adiós, querido papá, adiós… ¡oh, qué cosas tan hermosas veo!…Diciendo esto y sonriendo con celestial semblante, expiró con las manos cruzadas sobre el pecho.

El cinco de marzo de 1950, el Papa Pío XII lo proclama beato y el 12 de junio de 1954 lo proclamó santo. Es que Domingo cumplió con su palabra de honor, -Quiero ser santo; si no me hago santo, hago nada.