EE.UU.: Crece número de jóvenes vocaciones religiosas femeninas

Es ahí donde los inescrutables caminos de Dios (Is 55,8; Rom 11,33) divergen de la lógica matemática, y quien lo constata es… el laicista New York Times. Un reciente reportaje titulado “Las religiosas de una nueva generación forjan su propio camino” señala que, pese a la debacle numérica, “las religiosas más jóvenes pueden ser una veta sorprendente… Quieren llevar hábito, y aunque trabajan fuera de su comunidad, mantienen un poderoso foco en la vida contemplativa, dedicando horas a la oración común diaria. Y tienden a tener un fuerte sentido de una misión específica”.

Es decir, han vuelto a lo esencial de la vida religiosa: la oración personal, la oración en comunidad y la consagración común a un objetivo definido: “Han mantenido lo que yo llamaría una vida conventual… Su vida tiene un centro real y una continuidad real que mantienen unido al grupo”, señala Margaret Guider, franciscana profesora de sociología religiosa.

Nada que ver con los casos que presenta The New York Times. Como la hermana Virginia Joy, ex jugadora de fútbol (europeo) en el instituto y una habitual de los toros mecánicos, los rocódromos y los karts hasta que en 2009, con 28 años, entró en las Hermanas de la Vida.

“Me sentí abrumada por la generosidad del Señor en mi vida y mi trabajo no me llenaba”, explica. Su congregación es incluso más joven que sus miembros. Fundada en 1991 por el cardenal John O´Connor, arzobispo de Nueva York, para proteger y promover la vida humana en todas sus etapas, suman ya 84 religiosas (ocho acaban de hacer sus votos perpetuos) y en septiembre entrarán 10 postulantes. Trabajan en el Bronx, en Manhattan, en Toronto… Cada año asisten a mil mujeres embarazadas en situación de riesgo de abortar, y a su centro de retiros espirituales en Stanford asistieron 4000 personas en 2014. En el otoño abrirán una casa en Denver.

“Nuestra experiencia es que en cuanto a una mujer se le da el amor y el apoyo práctico que necesita y merece, casi siempre desea llevar su embarazo a término”, cuenta la hermana Mary Elizabeth al dar cuenta de su carisma propio.

La hermana Antoniana, de 34 años y origen filipino-canadiense, estudiaba ciencias medioambientales y decidió su vocación en la Jornada Mundial de la Juventud de Roma del año 2000: “Estaba de rodillas en una capillita y sentí que me llamaba: ´¿Me amarás sin tener dividido tu corazón?´”.

La hermana Grace Dominic, de 35 años, empezó a trabajar en un periódico católico justo el 11-S. “El testimonio de los bomberos acudiendo al incendio de las Torres Gemelas” fue lo que acabó conduciéndola a ella a la vida religiosa.

La hermana Jackie Zuppe, por su parte, estudiaba Veterinaria cuando conoció a las Hermanas de la Vida, que le sorprendieron por su juventud “y por lo mucho que les gustaba jugar al frisbee”. Su proceso de reflexión le llevó a valorar al ser humano en su totalidad y decidió que prefería dedicarse a eso que a los animales… y hoy es postulante.

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