En los momentos en que escribo este artículo, el Santo Padre Francisco está volando hacia La Habana, donde tendrá un histórico encuentro con el S.S. Kirill, Patriarca de Moscú y de toda Rusia; en este encuentro firmarán una declaración conjunta, documento que será muy importante para el movimiento ecuménico. Hace más de mil años que no se producía un contacto entre ambas Iglesias a tan alto nivel.

Que el encuentro se realice precisamente en Cuba, y con el auspicio de Raúl Castro le da también una especial relevancia.

Hay que tener en cuenta que la Iglesia ortodoxa Rusa tiene más de la mitad de los fieles ortodoxos del mundo, que son algo más de 300 millones; es por tanto –después de la católica- la más importante Iglesia cristiana.

Los antecedentes primitivos del llamado Cisma de Oriente y Occidente, que se produjo de modo definitivo en el año 1054, hay que buscarlos en el año 330 cuando el emperador Constantino trasladó la sede del imperio romano a Bizancio y la llamó Constantinopla (la actual Estambul). El año 392, durante el mandato del emperador Teodosio, el imperio queda dividido entre Oriente y Occidente.

En aquella época (y hasta hace poco tiempo) el poder político buscaba controlar la religiosidad del pueblo para mantener la unidad de los súbditos, de allí su intromisión en los asuntos de la Iglesia y la convocatoria de Concilios para tratar los asuntos conflictivos de carácter religioso.

Debido a esta intromisión política, el Patriarca de Constantinopla va adquiriendo cada vez más importancia respecto al Papa que sigue residiendo en Roma.

La frontera norte del imperio de Occidente es cada vez más asediada por los pueblos “bárbaros” (es decir “no romanos”, como los “gentiles” son los “no judíos”), hasta que el año 476 el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augusto, es depuesto por los hérulos del rey Odoacro en la ciudad de Roma: fin del imperio romano de Occidente.

En Roma, cada vez más se deja de hablar griego (el idioma culto de la época) y se pasa a hablar latín, que era la lengua del pueblo: ya no se entienden los de Oriente con los de Occidente.

Debido a esta falta de entendimiento lingüístico, y a las pretensiones de primacía del Patriarca de Constantinopla con respecto al Papa, los roces y desavenencias son cada vez mayores.

En aquella época todos eran “poco diplomáticos” y querían resolverlo con mandatos y bulas de excomunión, hasta que el año 1054 los delegados del Papa, al no entenderse en Constantinopla, se retiran dejando una bula de excomunión en el altar mayor de la Iglesia de Santa Sofía. Lo mismo hizo el Patriarca de Constantinopla excomulgando a Roma. Ellos se llaman a sí mismos “ortodoxos” (literalmente de recta doctrina)

En el S. IX, San Cirilo y San Metodio (enviados por el Patriarca de Constantinopla) evangelizan las tierras eslavas (el “alfabeto” que usan los rusos es llamado “cirílico”). A pesar de los acontecimientos del 1054, Rusia siguió siendo católica. La separación se produjo lentamente con una serie de vicisitudes, hasta que el año 1441 el zar mandó arrestar al obispo Isidoro que había intentado la unión de la Iglesia ortodoxa rusa con Roma.

+ Juan Antonio Ugarte Pérez

Arzobispo Emérito del Cusco

 

DATOS: 

Monseñor Juan Antonio Ugarte Pérez

Arzobispo Emérito del Cusco. Doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra, España (1968). Fue nombrado por Juan Pablo II, Obispo auxiliar de Abancay (1983) posteriormente fue nombrado obispo auxiliar del Cusco (1986), Obispo Prelado de Yauyos (1997) hasta su designación como Arzobispo de Cusco (2003). En la Conferencia Episcopal Peruana fue elegido presidente en dos periodos en las Comisiones Episcopales de Liturgia (1994) y de Familia (2000). Es también egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) con el título de bachiller en Ingeniería Química-Industrial (1968)