Fiesta de a Virgen de la “O” también conocida como ‘Virgen de la Esperanza’

Origen de la fiesta y explicación

Muchas veces vivimos con tanta prisa que corremos el riesgo de no ser lo suficientemente reverentes para diversas cosas. La bondad, la hermosura, el paisaje, e incluso a los demás. Esto nos puede llevar a ser duros y poco agradecidos.

Sin embargo nuestro interior como que nos reclama esta reverencia; es como una necesidad pues nuestro anhelo de encuentro necesita de la apertura, y para abrirnos a los demás, para amar y dejarnos amar necesitamos de la reverencia. Con nosotros, con los demás, con lo creado, y sobre todo con Dios.

peru-catolicooEste tiempo de adviento como que nos empuja a hacer ese alto para meditar en cosas muy importantes. Primero, que estábamos alejados de Dios por el pecado, y que Él mismo tomó la iniciativa de prometernos un reconciliador. Lo cual, en segundo lugar, se cumple de modo admirable en la Anunciación-Encarnación. Tercero, que Dios cumple sus promesas y envía a su Hijo. Y, finalmente, que Éste, nace del seno de una mujer, del seno de María: «El misterio de la Inmaculada Concepción de María…nos recuerda dos verdades fundamentales de nuestra fe: ante todo el pecado original, y luego la victoria de la gracia de Cristo sobre él, victoria que resplandece en modo sublime en María Santísima»[1].

Para adentrarnos en estas verdades el adviento nos presenta algunas meditaciones: las promesas del Señor frente al pecado original (que se ve en la fiesta de la Inmaculada); cómo las sostiene y renueva a lo largo de todo el transcurso del AT; cómo a pesar de la contumacia del hombre Dios sigue terco en su amor por éste. Cómo prepara la venida inmediata de su Hijo por medio de Juan Bautista y, finalmente, cómo nace el Señor. Estos misterios del amor del Señor son maravillosos, admirables y generan tanto asombro como ternura, pues hablan de un Dios muy bueno, amoroso y fiel que nunca se desentendió de los hombres, incluso teniendo motivo para ello.

Estas maravillas a veces, como veíamos, pueden pasar por alto; es más, el consumismo que vivimos nosotros, especialmente mal influenciado por las costumbres paganas de ciertos lugares de EEUU, que reducen la navidad a una fiesta inmanente y de regalos, juegan en contra de nuestra correcta preparación para la Navidad. Juegan en contra de que vivamos bien el adviento. Pero ¿Qué podemos hacer? ¿Dónde encontrar la claridad y el modelo de preparación en el adviento?

La liturgia, sabia y llena de experiencia sale a nuestro encuentro. Lo hace a lo largo de todo el adviento, pero de manera más intensa a partir del 17 de diciembre donde todo se enfoca ya no a la venida final del Señor o lo que se ha llamado con San Bernardo la venida mística que se da en la vida diaria, sino a la venida en carne del Señor en la Navidad. Para decirnos cómo prepararnos nos pone el ejemplo de Santa María.

Sabemos bien que a la Madre se le dan diferentes advocaciones, según diferentes criterios: el lugar donde se apreció o donde los fieles le rindieron culto; los milagros por los que intercedió ante su Hijo. Sus dones, sus actuaciones o también características de su vida. Este tiempo de adviento no es la excepción. Es así que a la Madre en este tiempo se le llama de varias maneras; algunas son: Madre de la Esperanza, Madre del nuevo adviento,  Arca de la Nueva Alianza y Señora de la O, entre otras. Y es este último título el que deseamos revisar con un poco de detenimiento, pues ayuda a respondernos a los cuestionamientos iniciales.

¿Qué significa este título de Señora de la O? Esta advocación española que se celebra el 18 de diciembre, tiene una doble motivación. Primero, se trata de la Virgen de la Expectación del Parto, es decir, la Madre pronta a dar a luz; por eso también se llamó a esta fiesta exspectatio partus (a la espera del parto).  Pero también tuvo otra motivación que le da el nombre de O: proviene de las antífonas que preludian el rezo del cántico evangélico en las vísperas a partir del 17 de diciembre hasta el 23 (7 días, porque las vísperas del 24 ya se celebra las primeras vísperas de la Navidad), fechas fuertes del tiempo del adviento y que apuntan a una preparación inmediata para la Navidad. Estas antífonas están dedicadas al Señor y a su pronta venida; al preludiar el cántico de María, fueron relacionadas con Ella. Se dicen de la O, porque empiezan, todas de manera exclamativa y con asombro así: OH!.

Esta fiesta de la San María de la esperanza (Virgen de la O o Madre de la expectación del parto) se celebra por lo menos desde el año 656, en el X Concilio de Toledo (con el Papa San Eugenio III, aunque parece que con influencia de San Idelfonso), buscando darle más solemnidad a este tiempo de adviento y así una mejor preparación frente a la Navidad, intentando que  «se celebre el día octavo antes de Navidad del Señor y se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su Santísima Madre»[2]. Con esto se resalta que María, la Madre de la Expectación del parto, está llena de ilusión, de sueños, de preparativos, gozosa, fijando y centrando todo en el niño Jesús que está por nacer; la Madre vive ilusionada, maravillada del misterio que lleva en su seno; asombrada del amor de Dios y del cumplimiento de sus promesas. Es la Madre del asombro, de la reverencia. Del dar el lugar justo a cada cosa, y dentro de ello, el primer lugar al Señor. Por eso su preparación es perfecta, inmaculada. Toda Ella respira al Señor y lo trasmite (como a Isabel). Esta O buscaba expresar la actitud de asombro y maravilla de la Madre frente a lo que sucedía.

peru-catolicoo1Es María quien de manera perfecta puede pronunciar estas antífonas, llena de esperanza, de alegría, de expectativa, de ilusión, de sombro, de reverencia, pues ha guardado en su corazón todo lo referente al Señor. Así, Ella se convierte en la puerta entre el cielo y la tierra, la que deja entrar al Señor a este mundo (por eso otra advocación es puerta del cielo). Ella, con estas antífonas, suplica la llegada pronta del Señor, y con Ella toda la Iglesia pide que Jesús venga pronto, que lo necesitamos. Los títulos que se le dan al Señor en estas antífonas (pues nunca se mencionan en ellas el nombre Jesús), resumen muchos títulos y profecías que el AT mencionó sobre Él. Estas antífonas nos llevan a ver la actitud de María que conservaba estas promesas y las rumiaba y guardaba confiada hasta su cumplimiento. Ella es la que ha guardado en su corazón las promesas del Señor, que desde el mismo momento de la caída prometió al Reconciliador y fue, con el tiempo durante la historia sagrada, confirmando esta promesa y alimentando la esperanza. Esta esperanza de Santa María es la esperanza del resto de Israel, de los anawin, de los pobres del Señor que han creído en Él y se han cobijado en sus promesas. Es pues la Madre modelo de esperanza, de confianza en las promesas del Señor, de asombro y de expectación frente a lo que vendrá. Ella congrega la esperanza del pueblo de Dios frente a la ilusión de la reconciliación.

Es también esta advocación de la Madre devoción de las mujeres embarazadas que poniéndose bajo su manto esperan con ilusión el nacimiento de sus hijos.

A partir del Concilio de Trento, por generar a veces algunas exageraciones, se pidió tener cuidado con estas imágenes de Santa María embarazada. Sin embargo esta iconografía continuó, por ser, dentro de otras cosas, una respuesta a la herejía docetista que negaba la humanidad del Señor Jesús.

Estas antífonas son: O, Sapientia (“oh, Sabiduría, salida de labios del Altísimo”; día 17; cf. Sap 7, 25; 24, 3); O, Adonai (“oh, Señor y Pastor de la Casa de Israel”; 18; cf. S 79); O Radix Iese (“oh, Raíz de Jesé”; 19; cf. Is 11, 1); O Clavis davica (“oh, Llave de David”, 20; cf. Is 6, 3); O Oriens (“oh, Sol que naces de lo alto”; 21; cf. Mal 3, 20); O Rex gentium (“oh Rey de las naciones y deseado de los pueblos”, 22; cf S 2); O Emmanuel (“oh, Emmanuel, rey y legislador nuestro”; 23; cf. Is 7, 14b).

peru-catolicoo2Son antífonas ilusionadas, llenas expectativas, de sueños, de anhelos, pero siempre confiadas; llenos de esperanza y alegría. Concluyen siempre con el verbo venir: «Ven»; algo que en la medida en que pasan los días se dice con más fuerza, con ansia: Ven y muéstranos el camino de la salvación (17); ven a librarnos con el poder de Tu brazo (18); ven a librarnos, no tardes más (19); ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte (20); ven a iluminar a los que viven en ti­nieblas y en sombras de muerte (21); ven y salva al hombre que del limo formaste (22); ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro (23).

Y es en torno a estas antífonas que algunos autores medievales le pusieron respuestas. A las ansiadas súplicas (ven Señor), se hizo que Jesús responda mediante un acróstico: «Vengo mañana» (siguiendo aquello de Ap 3, 20: «Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos»). Para descifrarlo, había que ver las iniciales de los nombres de los títulos que se le daban en latín: S–A-R-C-O-R-E (en ellas el Señor es llamado así: Sabiduría, Señor, Raíz, Llave, Sol, Rey, Emmanuel; en latín: Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel.). Éstas, leídas al revés, empezando por Emmanuel, dicen: «ero cras» (será -vengo- mañana)[3], lo cual mostraba a inminente proximidad del Señor al cual espera con ansias la Madre. Las antífonas y sus traducciones con sus referencias bíblicas, son las siguientes[4]:

I – 17 de diciembre

O SAPIENTIA, quae ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem fortiter suaviterque disponens omnia:

veni ad docendum nos viam prudentiae.

Oh Sabiduría que sales de la boca del Altísimo (Eclesiástico 24, 3), te extiendes hasta los confines del mundo y dispones todo con suavidad y firmeza (Sabiduría 8, 1): ven a enseñarnos el camino de la prudencia (Proverbios 9, 6).

II – 18 de diciembre

O ADONAI, dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti, et in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extenso.

Oh Señor (Éxodo 6, 2 Vulgata), guía de la casa de Israel, que apareciste ante Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3, 2) y en el Monte Sinaí le diste la Ley (Éxodo 20): ven a liberarnos con brazo poderoso (Éxodo 15, 12-13).

III – 19 de diciembre

O RADIX Iesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, iam noli tardare.

Oh Raíz de Jesé, que te elevas como bandera de los pueblos (Isaías 11, 10), callan ante ti los reyes de la tierra (Isaías 52, 15) y las naciones te invocan: ven a liberarnos, no tardes (Habacuc 2, 3).

IV – 20 de diciembre

O CLAVIS David et sceptrum domus Israel, qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit: veni et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris et umbra mortis.

Oh Llave de David (Isaías 22, 22), cetro de la casa de Israel (Génesis 49, 10), que abres y nadie puede cerrar; que cierras y nadie puede abrir: ven, libera de la cárcel al hombre prisionero, que yace en tinieblas y en sombras de muerte (Salmo 107, 10.14).

V – 21 de diciembre

O ORIENS, splendor lucis aeternae et sol iustitiae: veni et illumina sedentem in tenebris et umbra mortis.

Oh Sol que naces de lo alto (Zacarías 3, 8; Jeremías 23, 5), esplendor de la luz eterna (Sabiduría 7, 26) y sol de justicia (Malaquías 3, 20): ven e ilumina a quien yace en tinieblas y en sombras de muerte (Isaías 9, 1; Evangelio según san Lucas 1, 79).

VI – 22 de diciembre

O REX gentium et desideratus earum, lapis angularis qui facis utraque unum: veni et salva hominem quel de limo formasti.

Oh Rey de los gentiles (Jeremías 10, 7), esperado por todas las naciones (Ageo 2, 7), piedra angular (Isaías 28, 16) que reúnes en uno a judíos y paganos (Epístola a los Efesios 2, 14): ven y salva al hombre que has creado usando el polvo de la tierra (Génesis 2, 7).

VII – 23 de diciembre

O EMMANUEL, rex et legifer noster, expectatio gentium et salvator earum: veni ad salvandum nos, Dominus Deus noster.

Oh Emmanuel (Isaías 7, 14), nuestro rey y legislador (Isaías 33, 22), esperanza y salvación de los pueblos (Génesis 49, 10; Evangelio según san Juan 4, 42): ven a salvarnos, oh Señor Dios nuestro (Isaías 37, 20).

Estos días son un regalo de Dios, como decía el Papa Benedicto XVI: «Es este también el sentido de un nuevo año litúrgico que inicia: es un don de Dios, el cual quiere nuevamente revelarse en el misterio de Cristo, mediante la Palabra y los Sacramentos….A la humanidad que ya no tiene tiempo para Él, Dios ofrece otro tiempo, un nuevo espacio para volver a entrar en si misma, para volver a encaminarse, para reencontrar el sentido de la esperanza»[5]. Tengamos pues esa actitud reverente y esperanzada de la Madre para recibir al Señor. No nos durmamos.

Algunas iconografías:

Son muchas las imágenes que se tienen de la Madre de la expectación del parto o de la Virgen de la O. Y si bien en todas la Madre está en un avanzado estado de buena esperanza, en ellas se resaltan diferentes elementos.

peru-catolicoo3Alguna imágenes la presentan sentada en un trono y alrededor colocan siete palomas que se dirigen hacia su seno, simbolizando los siete dones del Espíritu Santo y al lado a San Juan que, exclamando as antífonas de adviento (Oh), la declara como la Mujer prometida.

Algunas otras imágenes españolas y portuguesas presentan a la Madre en estado muy avanzado de embarazo, y, según algunos, es también de ello que se desprende el nombre de Virgen de la O, por tener un vientre muy pronunciado, en forma de O.

Una peculiar imagen, situada en la Capilla de la O, en la Iglesia San Pedro de Lima. Esta capilla pertenece a la congregación Mariana de Nuestra Señora de la Expectación del Parto. En dicha capilla, a Imagen de la Madre, que se encuentra en al altar principal, es una imagen de María en cinta y que tiene entre sus dedos una semilla, que según la tradición, es una semilla de mostaza. Esta figura es usada por el Señor para hablar del Reino de los Cielos, que si bien empieza como algo pequeño, termina siendo un árbol grande. Igualmente en María, la esperanza, es niñita de nada como la llama Peguy, frágil, en Ella se hace fuerte y llega a ser robusta y un árbol grandísimo cuando el Señor cumple sus promesas en Jesucristo. Esa semilla sencilla, vacilante, pequeña, es en María conservada con amor, y dará su fruto en su momento. Ella es pues la Madre de la esperanza, que la guarda y atesora durante el tiempo esperando que germine y confiando en ello, custodiándola a pesar de su pequeñez, creyendo contra toda esperanza.

Otras imágenes de la Virgen embarazada hay en España, como por ejemplo en Murcia, Castellón, etc.

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Apéndice: Salutaciones de la Virgen de la Expectación

In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen. (En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.)

  1. Dignare me laudare te, Virgo sacrata. (Dígnate que te alabe, oh Virgen sagrada)
  2. Da mihi virtutem contra hostes tuos. (Dame fuerza contra tus enemigos)

I

QUEM terra, pontus, aethera colunt, adorant, praedicant, trinam regentem machinam claustrum Mariae baiulat.

(Al que tierra, mar y cielo Proclaman, honran y adoran,A la Trinidad que todo rige Lleva María en su seno)

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el primer mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que, así como os sometisteis de buen grado a la voluntad de Dios y fuisteis dócil a sus planes en la Encarnación del Verbo, así también seamos fieles a la vocación a la que cada uno de nosotros es llamado. Avemaría.

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el segundo mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que, así como al saludar a vuestra prima Isabel fuisteis el vehículo de la santificación de san Juan en el seno de su madre, así también nosotros ejerzamos las obras de misericordia espirituales con el prójimo y, mostrándole a Cristo en nuestras palabras y obras, le ayudemos a su salvación. Avemaría.

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el tercer mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como, movida de exquisita caridad, socorristeis a vuestra prima Santa Isabel hasta el nacimiento de su hijo, así también nosotros ejerzamos las obras de misericordia corporales con el prójimo. Avemaría.

II

Cui Luna, Sol, et omnia deserviunt per tempora, perfusa caeli gratia, gestant Puellae viscera.

(Al que el Sol, la Luna y todo Obedecen por los siglos, Las entrañas de la Virgen Agraciada lo contienen.)

 

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el cuarto mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como san José, hallándoos encinta y asaltado por las dudas, siendo varón justo, no quiso libraros a la pública vergüenza, así nosotros desterremos todo juicio temerario de nuestras mentes y toda detracción contra el prójimo de nuestros labios. Avemaría.

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el quinto mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como san José fue tranquilizado por el ángel de parte de Dios y os recibió en su casa y adoptó al fruto bendito de vuestro vientre, así también nosotros obedezcamos a las divinas inspiraciones para que nuestros corazones sean digna morada vuestra y de Jesús. Avemaría.

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el sexto mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como tuvisteis la dicha de que vuestra madre santa Ana os asistiera diligente mientras esperabais el nacimiento de su nieto Jesús, así también nosotros sepamos corresponder a los desvelos de nuestros mayores cuando los necesitábamos y no los abandonemos en sus necesidades. Avemaría.

III

Beata Mater, munere, cuius supernus Artifex, mundum pugillo continens, ventris sub arca clausus est.

(Madre dichosa de Aquel Que, sumo Autor, conteniendo Todo el mundo en un pellizco, En tu vientre se ha encerrado).

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el séptimo mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como os gozasteis en vuestra dulce espera y suspirabais por ver al Hijo tan deseado que Dios os dio, así también las mujeres que han de ser madres acepten, deseen y reciban a los hijos que el Señor quiera darles y nunca cometan el crimen horrendo del aborto. Avemaría.

 Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el octavo mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como fue ocultado al demonio el misterio de vuestra Divina Maternidad y de nuestra Redención, así también nosotros merezcamos hallar seguro asilo bajo vuestro santo manto y nos veamos libres de las asechanzas y tentaciones diabólicas. Avemaría.

Os saludamos, oh Virgen de la Expectación, por el noveno mes de vuestra divina gestación y os pedimos la gracia de que así como, a punto de dar a luz, tuvisteis que partir con san José para Belén por el edicto de empadronamiento de César Augusto, así también nosotros emprendamos la peregrinación de esta vida llevando siempre a Jesús con nosotros para que merezcamos ver inscritos nuestros nombres en el Libro de la Vida. Avemaría.

 

HYMNVS

Virgo Dei Genitrix, quem totus non capit orbis:In tua se clausit viscera factus homo.
Vera fides Geniti purgavit crimina mundi,Et tibi virginitas inviolata manet.
Te matrem pietatis, opem te clamitat orbis:Subvenias famulis, O benedicta, tuis.
Gloria magna Patri, compar sit gloria Nato,Spiritui Sancto gloria magna Deo.
Amen.
(Oh Virgen, Madre de Dios, Aquel al que todo el universo no puede contener,
en tus entrañas se ha encerrado haciéndose hombre.
La fe verdadera del engendrado ha purgado los crímenes del mundo
Mientras te ha conservado virginidad intacta.
A Ti, Madre de piedad, su ayuda te proclama el universo:
Auxilia, oh bendita, a tus siervos.
Gran gloria sea dada al Padre y del mismo modo al Hijo
Y gran gloria a Dios Espíritu Santo. Amén.)

  1. Ecce concipiet et pariet Filium. (He aquí que concebirá y dará a luz un Hijo.)
    R. Et vocabit nomen ejus Jesum. (Y le pondrá por nombre Jesús.)

 

Oremus. Deus, qui de beatae Mariae Virginis utero Verbum tuum, Angelo nuntiante, carnem suscipere voluisti: praesta supplicibus tuis; ut, qui vere eam Genetricem Dei credimus, eius apud te intercessionibus adiuvemur. Per eumdem Christum Dominum nostrum. R. Amen.

(Oremos. Oh Dios, que quisiste que, al anuncio del Ángel, tu Verbo se encarnase en el seno de la Bienaventurada Virgen María: suplicámoste hagas que, los que creemos que Ella es verdaderamente Madre de Dios, seamos ayudados ante Ti por su intercesión. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. R. Amén.)

[1] S.S. Benedicto XVI. Angelus de la fiesta de la Inmaculada; Roma 8 de diciembre de 2008.

[2] Algunos las datan del año 600 con el papa Gregorio Magno.

[3] Para profundizar en el tema, se puede leer el artículo al respecto que el padre Maurice Gilbert (director de la sede de Jerusalén del Pontificio Instituto Bíblico) publica en la revista Civiltá Cattolica.

[4] La traducción de estas antífonas del latín, y sus respectivas citas bíblicas referenciales, han sido tomadas del artículo de Sandro Magister en Chiesa: Adviento en la música. Siete antífonas, para redescubrirlas a todas. En: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/213008?sp=y (17 de diciembre de 1008).

[5] S.S. Benedicto XVI. Homilía en las vísperas del primer domingo de adviento. Roma, 2 de diciembre de 2007.