LAS PALMAS TIEMBLAN EN NUESTRAS MANOS

Hoy celebramos la glorificación pasajera de Jesús.
Tanto en el Evangelio de los ramos como en la pasión que leeremos en la Santa Misa, nos acompaña San Mateo como corresponde al ciclo A:
Un grupo de gente venía desde Galilea acompañando a Jesús. Entusiasmados al ver la preciosa ciudad, después de tanto tiempo de viaje, impresionados por la compañía de Jesús que había hecho tantos prodigios “la multitud extendió sus mantos por el camino mientras otros cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada” gritando:
“¡Hossana al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor!
“Toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿quién es éste?
La gente que venía con Él decía:
Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”.
¿Qué hicieron los de la ciudad con ese personaje tan maravilloso del cual el pueblo sencillo repetía: “todo lo ha hecho bien”?
Lo oiremos en la lectura de la pasión de hoy.
Tú camina junto al sacerdote, que representa a Jesús, en la procesión de ramos.
Lleva el tuyo y comprométete con Jesús gritando: “¡Hossana!”
Pero el viernes próximo no grites: “¡crucifícalo!”
Llevar ramos en las manos es un compromiso público con Jesús. Si te tiemblan las manos, que esté firme tu corazón.
El prefacio de hoy nos introduce en la Semana Santa con estas palabras:
“El cual siendo inocente se entregó a la muerte por los pecadores y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa y al resucitar fuimos resucitados”.
Isaías
La lectura del profeta nos presenta al siervo del Señor que viene a ser como la profecía de los sufrimientos de Jesucristo:
“Yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante los ultrajes ni salivazos…”
Salmo
El salmo 21 es el que Jesús, de una u otra forma, rezó desde la cruz:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Y al mismo tiempo describe las burlas que Jesús tuvo que soportar durante su pasión:
“Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos”.
El salmista llega hasta a profetizar el detalle de “se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica”.
Filipenses
El bellísimo párrafo de filipenses que la Iglesia reza semanalmente en vísperas por la importancia que tiene, nos presenta el misterio del Redentor que, siendo Dios, se humilla hasta hacerse esclavo y pasar por la muerte más infamante, la de cruz.
La Iglesia quiere que desde ahora nos fijemos en la resurrección y triunfo de Jesús y con San Pablo recordemos la glorificación del Padre que “le concedió el Nombre sobre todo nombre; de modo que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.
Recuerda estas palabras impresionantes durante todos los días de la Semana Santa, para gozar de manera especial en la Vigilia pascual.
El Evangelio
El sacerdote, a veces, para no alargarse, acorta el Evangelio de la pasión del Señor. La liturgia se lo permite, sobre todo si celebra la Santa Misa más de una vez en este domingo.
Tú no te pases nada del relato. Debemos leer la pasión de Jesús con frecuencia. Solo así aprenderemos cómo se ama de verdad y hasta qué punto Jesús quiso demostrarnos su amor.
Por mi parte quiero recordarte cómo termina la pasión de Mateo:
“Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro”.
De esta manera actuaron los hombres y con este acto de burla Dios hará que sea más conocida la resurrección de Jesús.

José Ignacio Alemany Grau, obispo