Homilía del III domingo de Pascua: nos favorece obedecer a Dios

 

Perú Católico, líder en noticias.- Muchos de nuestra sociedad han marginado a Dios y sus mandamientos. Y lamentablemente vemos el fruto que estamos recogiendo entre todos. No hace falta numerarlos pero los continuos asaltos, violaciones, feminicidios, etc., son simplemente el fruto de haber rechazado los diez mandamientos.

  • Hechos de los apóstoles

Nos cuentan hoy cómo el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles diciendo:

“¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?”

Pedro, un simple pescador, debió maravillarles con su respuesta:

“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Después de haber soportado los ultrajes, los apóstoles salieron contentos y siguieron predicando en nombre de Jesús.

Una gran lección para todos los pueblos y para hoy más que nunca.

Tenemos que obedecer a Dios antes que a los caprichos humanos, si no, nunca encontraremos la felicidad y la paz.

  • Salmo 29

Con el salmo repetimos:

“Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.

Un salmo que todos nosotros debemos repetir porque la verdad es que Dios nos ha librado:

A los apóstoles frente al Sanedrín.

A Jesús lo libró resucitándolo.

Y a nosotros mismos con el bautismo, Dios nos ha regalado la verdadera libertad.

Recordemos, como dice la Escritura, que “donde está el Espíritu del Señor está la libertad” y no permitamos que nadie nos la quite.

En la verdadera libertad consiste la dignidad de todo ser humano.

  • Apocalipsis

Sabemos que el Apocalipsis ensalza a Jesucristo bajo distintas imágenes y nombres.

Hoy leemos “digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.

Sabemos muy bien que el “Cordero degollado y puesto en pie” es Jesucristo y bajo esta imagen se encubre a Jesús, verdadero Cordero de Dios muerto y resucitado.

Unámonos también nosotros, sobre todo cuando participamos de la Eucaristía, a estas alabanzas del Apocalipsis que la Iglesia llama la liturgia del cielo.

  • Verso aleluyático

Este versículo reconoce a Jesús como Dios creador y al mismo tiempo verdadero hombre que se compadeció del género humano devolviéndonos la gracia perdida por el pecado.

Aprovechemos este tiempo pascual para repetir con la liturgia muchas veces, esta palabra “aleluya” que, además de ser una alabanza al Señor, constituye el gozo de la Iglesia en la Pascua.

  • Evangelio

Entresaquemos unos pensamientos para meditarlos.

Se trata de una aparición de Jesús a los discípulos junto al lago de Tiberiades.

Estos pasaron la noche entera queriendo pescar y no consiguieron nada.

Desde la orilla un hombre les gritó:

“Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”.

La pesca fue fabulosa.

En ese momento Juan dice a Pedro:

“¡Es el Señor!”

Seguramente que el evangelista Juan, de corazón limpio y amigo predilecto de Jesús, intuyó antes que ninguno la presencia del Señor.

A continuación desayunaron con Jesucristo y otra vez se encontraron juntos con el Maestro, como si fuera la tarde del jueves santo y con Él pudieron comer un pescado puesto por Jesús encima de las brasas y pan, servidos por el mismo Jesús.

La última parte del Evangelio nos recuerda el momento importante en que Jesús pregunta a Pedro si lo quiere y esto por tres veces.

Jesús quizá pretendía purificar a su apóstol y darle a conocer que no por su triple traición le había quitado el primado, sino que más bien se lo confirmaba también por tres veces, bajo esta comparación:

“Apacienta mis corderos… apacienta mis ovejas”.

Jesús termina profetizándole a Pedro, aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios:

“… Cuando seas viejo extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará donde no quieras”.

Finalmente, Jesús  desde que entró en el mundo diciendo “he aquí que vengo a hacer, oh Dios, tu voluntad” hasta que murió en la cruz para salvarnos, ha sido el mejor modelo de obediencia a Dios.

José Ignacio Alemany Grau