Homilía del segundo Domingo de Adviento: Todos verán la salvación de Dios

Durante el Adviento la liturgia va a insistir continuamente en la palabra preparación.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, implícitamente se está pidiendo que nos preparemos a un encuentro especial con el Señor.

Este encuentro con Dios siempre es a través de Jesús, con cualquier nombre que le demos: Mesías, Salvador, el que ha de venir, etc., en el Antiguo Testamento y en el Nuevo con el de Jesús o el Hijo del hombre, como Él mismo se llamó.

Veamos las lecturas de hoy que nos pedirán directa o indirectamente esta preparación.

  • Baruc

Nos describe el profeta la diferencia de un pueblo que camina. Es Israel:

Cuando va al destierro fue humillado y conducido por el enemigo, a una tierra desconocida.

Al regreso, en cambio, la descripción es maravillosa. Va conducido por un gran Amigo que es el mismo Dios y es el que va haciendo los grandes preparativos:

Unos preparativos son propios de la naturaleza que endereza los caminos, abaja los cerros… En el fondo es Dios quien los trae con gloria “como llevados en carroza real”.

Incluso ha mandado al boscaje y a los árboles aromáticos que hagan sombra al pueblo que transita.

Baruc termina el relato diciendo:

“Que Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia”.

En el fondo entendemos que si preparamos de verdad los caminos al Señor, será siempre Él mismo quien nos ayude y conduzca.

  • Salmo 125

Es el himno de la alegría por el regreso a Jerusalén después del destierro. Es impresionante cómo el salmista se desborda de gozo en el Señor.

En este salmo aprendemos cómo Dios cambia nuestra suerte, por difícil que sea, porque su misericordia nos acoge siempre a todos con amor.

Meditemos el salmo durante este tiempo para pensar el fruto que debe dar en nosotros la esperada venida del Mesías en Navidad:

Les invito a fijarse de manera especial en estas palabras que definen la intervención de Dios:

“Al ir iba llorando, llevando la semilla, al volver vuelve cantando trayendo sus gavillas”.

  • San Pablo

De la carta de San Pablo a los Filipenses podemos entresacar hoy estos pensamientos:

+ Pablo reza por todos pero lo hace de una manera muy especial: “con gran alegría”.

Será también conveniente que muchos católicos aprendan a rezar por los demás con alegría y no con cara larga como hacen frecuentemente.

+ El motivo especial que mueve a Pablo para rezar por los demás es que son evangelizadores y sobre todo por los que lo acompañaron a evangelizar “desde el primer día hasta hoy”.

También esto es una lección para los que evangelizan: permanecer unidos rezando unos por otros.

+ A veces no sabemos qué pedir por los demás. Pablo nos enseña cuál es su oración:

“Que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y sensibilidad para apreciar los valores”.

  • Verso aleluyático

En este versículo la liturgia nos invita a preparar la fiesta del Señor que ya llega. Y la hemos de preparar primero en nuestra propia alma y después en los demás, comenzando por los más cercanos, sobre todo por la propia familia.

Preparemos juntos y con alegría la Navidad que se acerca.

Qué hermoso será que se realice entre nosotros lo que dice San Lucas:

“Todos verán la salvación de Dios”.

  • Evangelio

Fácilmente al leer este párrafo de San Lucas muchos sentirán la tentación de pasarse los nombres quienes, de una u otra forma, gobernaban Palestina.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el evangelista Lucas está cumpliendo la promesa que hace al principio de su Evangelio y de los Hechos de los apóstoles: investigar con mucho cuidado todos los datos que refiere. Es bueno tenerlos en cuenta.

Es entonces precisamente cuando “viene la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”.

Es interesante recordar que Juan era solamente seis meses mayor que Jesús.

Con este Evangelio la liturgia nos presenta al Precursor, al que va a ir preparando al pueblo para recibir al Mesías. Será Él mismo quien en su tiempo lo señale a todos, para que vean cómo se han realizado las promesas del Señor.

Finalmente, importa mucho aprender qué es lo que predicaba el Bautista para que también anunciemos nosotros lo mismo:

“El bautismo de conversión para el perdón de los pecados”.

San Lucas termina citando a Isaías y presentado a Juan como una “voz que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor”.

Esto es precisamente lo que quiere la Iglesia en este tiempo de Adviento.

José Ignacio Alemany Grau