Homilía del V domingo de Pascua: La novedad de un viejo mandamiento

Perú Católico, líder en noticias.- El amor de Jesús rompe todos los moldes del amor.

Nos puede parecer que presentar como mandamiento original y propio el amarse unos a otros es poco menos que una necedad porque, en efecto, ¿quién no ha estrenado el amor en su vida?

Pero hay amor y amor.

Hoy la liturgia nos habla del amor que distingue a los seguidores de Jesús.

Él nos dirá que este es su mandamiento nuevo y que hace nuevas las cosas.

Reflexionemos con la ayuda de Dios.

  • Hechos de los apóstoles

Nos habla del apostolado de Pablo y Bernabé.

Fue el fruto de un amor sacrificado que busca el mayor bien para los otros, el mayor regalo: la salvación.

Y esto no precisamente a sus paisanos, los judíos, sino a los paganos ya que el rechazar los judíos a Jesús y su Evangelio hizo que los apóstoles se dedicaran a evangelizar a los gentiles.

Será bueno que reflexionemos sobre la última enseñanza del párrafo de hoy:

Cuando “regresaron, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo habían abierto a los gentiles la puerta de la fe”.

Eso es amor:

Gozarse compartiendo la fe y querer que todos puedan glorificar a Dios con el apostolado realizado.

Nosotros qué poco compartimos las cosas de Dios y cuántas veces, incluso en vez de gozarnos con el apostolado de otros, tenemos una envidia poco disimulada.

  • Salmo 144

El salmista se goza compartiendo las bendiciones del Señor a los hombres y glorificándolo porque Él es el que da el fruto al apostolado.

Eso le hace repetir:

“Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi Rey”.

¡Es un gozo dedicar la vida a glorificar a Dios entre los hombres!

  • Apocalipsis

Canta la grandeza insuperable del amor entre el Creador y la criatura comparándolo con el amor matrimonial.

“Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo”.

No olvidemos la gran lección de este domingo.

Solo el amor hace nuevas todas las cosas: “Todo lo hago nuevo”.

Nosotros buscamos la novedad en todo y eso nos inquieta y compromete pero solo tendremos éxito en la medida en que lleguemos a descubrir el amor más grande, el de Dios y entonces nos haremos felices unos a otros porque habremos aprendido lo que es amarnos de verdad.

  • Aleluya

Es un gozo y glorificamos a Dios porque hemos conocido el mandamiento nuevo que nos enseñó Jesús para que seamos felices.

  • Evangelio

Nos habla de la despedida de Jesús.

A su corazón le cuesta separarse de los apóstoles y les comparte el amor desde dos puntos de vista:

El amor del Padre para con Jesús al que glorifica por ser su predilecto y el amor que quiere que distinga a los suyos:

“Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Esto no es fácil porque Jesús ha dado la vida que es el máximo amor.

¡Qué lejos estamos de amar así!

Posiblemente ni siquiera hemos llegado al amor que pide el Antiguo Testamento:

“Amar al prójimo como a nosotros mismos”.

En la práctica el primero soy siempre yo pero hoy Jesús nos pide mucho más que el amor bíblico del Antiguo Testamento: amar como Él.

Este mandato es grave porque de este amor depende el fruto del apostolado.

“En esto conocerán que son mis discípulos si os amáis unos a otros como yo os he amado”.

La gente no cree en la Iglesia porque no ve ese amor entre nosotros.

Todo el apostolado fracasará si no testifica que nos amamos como nos enseñó el Maestro.

El amor del Evangelio está por estrenar en la mayor parte de los cristianos.

Dios hará nuevas todas las cosas, un mundo nuevo de verdad, el día en que nos amemos como Él nos ha amado.

José Ignacio Alemany Grau