Homilía del VII Domingo de Tiempo Ordinario: Qué distingue la luz de las tinieblas

Perú Católico, líder en noticias.- Muchas veces en mi vida me he preguntado qué tenemos los seguidores de Jesús para molestar tanto a quienes no lo son.

Estamos mezclados. Hacemos las mismas cosas en la sociedad: compramos, vendemos, vamos al médico, participamos en las fiestas…

Pero a la hora de la verdad somos odiados, marginados e incluso muchas veces martirizados.

Esa es la historia.

Me da la impresión de que hoy la liturgia nos da una respuesta convincente.

  • 1 Samuel

David no conoce el Evangelio ni las enseñanzas de Jesús, pero su corazón era un tesoro que Dios cuidaba y a pesar de sus limitaciones e incluso pecados, fue predilecto y ungido del Señor.

Saúl, que se muere de envidia contra David, sale con su ejército para matarlo.

David en la noche, entra en la misma cueva donde duerme el rey.

Lo ve durmiendo. Junto a él clavada en el suelo está la lanza.

De un golpe podía acabar con él y así se lo pide su compañero Abner.

David se lleva la lanza y no toca al rey.

Desde lejos grita mostrando la lanza:

“El Señor te puso en mis manos pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor”.

¡Buen “cristiano”, aunque del Antiguo Testamento!

  • San Pablo

Nos habla de dos hombres, uno terreno y otro celestial.

El segundo es según Cristo; y añade:

“Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial gracias a Jesús”.

  • Verso aleluyático

Nos presenta la esencia de lo que debe ser el verdadero discípulo:

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Y en concreto, ¿cómo será eso?

Lo veremos en el Evangelio.

  • Evangelio

Todos conocemos lo que suele nacernos en el corazón a la primera ante un desprecio u ofensa.

Nos lo dice San Lucas, te invito a leerlo en el Evangelio de hoy.

Frente a todo eso pensemos que si en un mundo que actúa así, ¿no estorbarán los verdaderos discípulos de Jesús?

Jesús compara las dos actitudes con la luz y las tinieblas.

Posiblemente todos hemos visto lo que sucede en una habitación oscura a medianoche: encendemos la luz y desaparecen las cucarachas…

Pero qué hermoso es lo que enseña Jesús a los suyos.

Resumamos, aunque será bueno que tú medites con profundidad este maravilloso párrafo de San Lucas:

+ Amar a los enemigos.

+ Hacer el bien a los que nos odien.

+ Bendecir a quienes nos maldicen.

+ Orar por los que nos injurian.

+ Al que te pega en una mejilla, ponle la otra.

Te invito a que sigas leyendo.

Lamentablemente sabemos que la mayor parte de los discípulos de Jesús no cumplimos esto.

Pero si solo amamos a los que nos aman, no tenemos ningún mérito. Eso lo hacen todos los hombres, los de la luz y los de las tinieblas.

Por su parte el Señor quiere llevarnos a la perfección y nos viene a decir como un resumen de todo esto:

“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”.

Quien actúa así, no puede agradar al maligno ni a sus secuaces.

Simplemente estorba y lo quieren eliminar como lo hicieron con Jesús.

De todas formas, siempre serán válidas las palabras que leímos hoy en el primer libro de Samuel:

“El Señor pagará a cada uno según su justicia”.

Son las palabras que David gritó a Saúl desde la cima del monte.

José Ignacio Alemany Grau