Iglesia Católica en Perú sale en defensa de la vida y la familia ante últimos ataques

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Mons. José Antonio Eguren, Arzobispo de Piura

REFLEXIONES SOBRE RECIENTES ACONTECIMIENTOS QUE AFECTAN A LA VIDA Y A LA FAMILIA EN EL PERÚ

Muy queridos hermanos y hermanas:

Luego de un cordial saludo les escribo estas líneas como Pastor de la Iglesia en Piura y Tumbes, pero igualmente a partir de la mirada que me permiten los varios años de servicio a la Iglesia en el Perú como Presidente de la Comisión Episcopal de Familia, Infancia, Defensa de la Vida y Bioética de la Conferencia Episcopal Peruana.

El momento que vive el Perú, ya pronto al Bicentenario de su Independencia, llama a preguntarnos acerca del futuro que deseamos para las próximas generaciones de peruanos. En el caso de la Iglesia, su aporte no será en temas técnicos sino en aquellos que se encuentran vinculados a la fe, la moral, la ética y la justicia. Las reflexiones que les hago llegar están encaminadas a la defensa de la vida del concebido, pues sin respeto al derecho a la vida del inocente se pierde toda justicia; y también a la defensa del núcleo de la sociedad que es la familia, pues sin familia el Perú no tiene futuro.

Mientras redactaba estas reflexiones, la inmensa mayoría de peruanos tuvimos la grata sorpresa que el Señor Presidente de la República, doctor Pedro Pablo Kuczynski, en una oración solemne, consagraba el Perú al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María y señalaba: “Ofrezco a Dios Todopoderoso mis pensamientos y decisiones como Presidente para que los utilice para el bien de nuestro país y siempre estar consciente de los Diez Mandamientos al gobernarlo”.

Con sinceridad espero que esta oración produzca un cambio de rumbo de su gobierno, y que estas reflexiones sirvan para enmendar lo que se viene haciendo en su mandato y reparar los daños ocasionados en mandatos anteriores.

Deseo dividir estas reflexiones en dos partes: el escenario actual y los desafíos inmediatos, y terminar con unas palabras conclusivas.

EL ESCENARIO ACTUAL

1) El momento que vive nuestra sociedad en estos dos puntos esenciales se presenta desafiante y muy difícil si los peruanos, creyentes o no, no hacemos escuchar nuestra voz. Lamentablemente a lo largo ya de varios años se ha visto un deterioro de estos valores debido a que varios gobiernos han avanzado en una agenda a favor del aborto, bajo la cubierta de ser un derecho, y a la par se ha instalado y desarrollado en el aparato estatal la ideología de género. Ambas minan el bien común y los fundamentos de la familia peruana. Lamentablemente, el actual gobierno ha insistido en continuar con una determinada visión de una “modernidad”, que parece abarcar ambas agendas a pesar de su ofrecimiento en la campaña electoral de defender la vida humana y la familia.

2) Existe un divorcio entre el sentir del pueblo peruano y la mayoría de medios de comunicación social con respecto a la defensa de la vida y la familia natural fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Éstos en su mayoría comparten una visión favorable al aborto y a la ideología de género, y orientan gradualmente a la población, a través de noticias y columnistas, hacia un cambio en sus valores y visión de la realidad, en la línea de la denuncia del Papa Francisco con respecto al “colonialismo ideológico”.[1]

3) Igualmente existe una discriminación hacia la Iglesia o hacia un pensamiento afín a la doctrina social católica en el espacio público pues, cada vez que se participa, muchos invocan que el “Estado es Laico”. Esta posición es intolerante, equivocada e ideológica. Intolerante, porque los Pastores como cualquier ciudadano tienen derecho a opinar y a contribuir al bien común del país. Equivocada, porque la misma Constitución Política del Perú, reconoce el papel que tiene la Iglesia en la formación moral de la nación (ver Art. 50); e ideológica, porque considera que los católicos son incapaces de dar argumentos científicos y jurídicos a pesar de las numerosas universidades que han fundado en el Perú y el mundo.

LOS DESAFÍOS INMEDIATOS

1) Luego de la poca o nula receptividad que ha mostrado el actual gobierno al Comunicado de la Conferencia Episcopal Peruana del 24 de agosto pasado, sobre las irregularidades producidas en la reciente distribución de la llamada “Píldora del Día Siguiente”, a pesar de estar fundamentadas desde la ciencia y el Derecho, se sigue avanzando en la desvalorización de la vida del concebido utilizando como argumento jurídico, a menos que el Tribunal Constitucional se pronuncie en defensa de la Constitución, la nefasta sentencia que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dio sobre el caso Artavia Murillo vs. Costa Rica, y sobre la cual el Papa Benedicto XVI dijo en su oportunidad que redefine arbitrariamente el momento de la concepción y como tal “debilita la defensa de la vida prenatal”.[2] A la distribución de la “Píldora del Día Siguiente”, el gobierno ha sumado la aprobación del registro sanitario de la llamada “Píldora de los Cinco Días” (acetato de ulipristal), uno de cuyos efectos también es abortivo. Al mismo tiempo, se viene avanzando en medidas legales en el Ministerio de Justicia sobre normar las técnicas de fertilización asistida, a pesar que éstas van en contra de la Constitución por la manipulación de la dignidad y el derecho a la vida de los concebidos en tales técnicas.

2) Igualmente se viene trabajando para que en los colegios se enseñe a los menores de edad a usar anticonceptivos –ya de por sí cuestionable-, sin el consentimiento de sus padres en una coordinación entre los Ministerios de Salud y el de Educación. El 26 de julio pasado, es decir 48 horas antes de culminar su gestión ministerial, el doctor Aníbal Velásquez Valdivia, Ministro de Salud del anterior Gobierno, modificó la norma técnica de Planificación Familiar con la Resolución Ministerial N. 525-2016/MINSA. En una de sus modificaciones señala “que los métodos anticonceptivos temporales que conforman actividades de planificación familiar, no constituyen tratamientos médicos”.

El aparentemente inocuo cambio, afecta el sentido de la Ley General de Salud que menciona explícitamente que para dar tratamiento médico a los menores de edad se requiere la autorización de los padres o apoderados. Al no ser ahora los anticonceptivos “tratamiento médico”, se abre la puerta para obviar la autorización de los padres, y de esta manera burlar el derecho de la patria potestad. En ese sentido, la Coordinadora Nacional de la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva del MINSA, Carmen Mayur, ya declaró que el Anticonceptivo Oral de Emergencia (léase “Píldora del Día Siguiente”) puede ser entregada a quien considere requerirla, incluso a menores de 12 años sin necesidad de la presencia de los padres de familia. (Exitosa Noticias, 5 de octubre de 2016).

3) También a nivel educativo en la currícula autorizada por el Ministerio de Educación para el año 2017, se encuentra la presencia de la ideología de género. Nuevamente se pasa por encima de la potestad de los padres de familia peruanos, los cuales en su gran mayoría no comparten los conceptos de que la identidad sexual “es una construcción social” o que el matrimonio entre un hombre y una mujer es equiparable a una unión del mismo sexo. En otras palabras, se espera sembrar una confusión en las mentes infantiles y adolescentes con respecto a la identidad sexual, a la armonía entre cuerpo, alma y espíritu, y a la complementariedad entre el sexo masculino y femenino y por tanto, al sentido propio del matrimonio.

UNAS PALABRAS CONCLUSIVAS

En su camino al bicentenario de su Independencia, el Perú tiene como nación no sólo la meta de un desarrollo económico o tecnológico, o el resolver el problema de la seguridad ciudadana, pues sin riqueza moral y humana poco o nada sirve la riqueza económica. La nación, que está formada por personas, implica la protección de las mismas porque sus vidas poseen una dignidad inalienable, y para el desarrollo de las personas, que es nuestro mayor patrimonio, se necesita de familias sólidas. La Constitución Política del Perú protege la vida desde la concepción y a la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer.[3]  El grave panorama expuesto por el cual pasa nuestro país exige a todos los hombres de buena voluntad rescatar el valor de la vida y de la familia en el ámbito político y público frente a los avances de una cultura cuyo daño ya se manifiesta en el deterioro social y familiar de los países del llamado primer mundo.

Nunca hay que olvidar lo que San Juan Pablo II enseñaba sobre la vida y la familia:

“Quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida y no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad. ¿Qué sentido tendría hablar de la dignidad del hombre, de sus derechos fundamentales, si no se protege a un inocente, o se llega incluso a facilitar los medios o servicios, privados o públicos, para destruir vidas humanas inocentes?”.[4]

“Fundada en el amor y abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz.”.[5] Por ello toda amenaza a la familia es una amenaza para la propia sociedad.

San Miguel de Piura, 24 de octubre de 2016

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[1] Ver S.S. Francisco, Filipinas 19-I-2015; Naciones Unidas 25-IX-2015; México 15-III-2016.

[2] S.S. Benedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplomático, 7-I-2013.

[3] Ver Constitución Política del Perú Art. 2,1 y 4.

[4] S.S. Juan Pablo II, Viaje Apostólico a España Misa con las familias,  2-XI-1982.

[5] San Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1994; 01-I-1994.