Papa Francisco: “Una comunidad parroquial chismosa se destruye con el chisme y hablar a las espaldas”

El Evangelio nos presenta a Juan, en el momento en el cual él da testimonio de Jesús. Al ver a Jesús venir hacía él dice: ‘Éste es el cordero de Dios que quita los pecados del mundo’ […]es el Mesías, da testimonio”.

“Algunos discípulos escuchado el testimonio de Juan siguieron a Jesús” y quedaron contentos, “hemos encontrado el Mesías”. “Pero, ¿por qué han encontrado a Jesús? Porque hubo un hombre que ha dado testimonio de Jesús”.

De esta manera, el Papa indicó que sucede en nuestras vidas. “Existen tantos cristianos, sacerdotes, obispos que confiesan que Jesús es Dios”. “Pero, ¿todos dan testimonio de Jesús? preguntó.

Al mismo tiempo cuestionó sí ser cristianos hace parte de un estilo de vida, como la de un “hincha de un equipo”, “casi cristiano o tener una filosofía”.

“¡Ser cristiano, primero que todo es dar testimonio de Jesús!”, dijo. “Los apóstoles han dado testimonio de Jesús. Por esto, el cristianismo se difundió por el mundo. Testimonio y martirio”.  “Algunos llegan a dar la vida en el martirio como los apóstoles”.

“Los discípulos no hicieron un curso para ser testimonios de Jesús, no estudiaron, no fueron a la Universidad, sintieron el espíritu dentro y han seguido la inspiración del Espíritu Santo. Fueron fieles”.

“Pero, todos eran pecadores. Los doce eran pecadores. ‘¡No, padre, Judas nada más! ¡No, pobrecito¡’ Nadie sabe lo que le sucedió después de su muerte porque la Misericordia de Dios está ahí también.

“Pero, todos eran pecadores, envidiosos, tenían celos entre ellos. ‘Yo tengo que ocupar el primer puesto y tú el segundo’. Dos de ellos le piden a su madre para que vaya a hablar con Jesús y les de el primer puesto a sus hijos. Eran así, con todos los pecados.

Los discípulos eran “traicioneros” porque cuando Jesús ha sido aprisionado todos huyeron, llenos de miedo, se escondieron.

“Y Pedro que sabía que era el jefe, sintió que tenía la necesidad acercarse un poco para ver que sucedía, y cuando la empleada del Sacerdote…lo señala, también tú estabas con Jesús…’No, no, no’, renegó a Jesús, traicionó a Jesús”.

“Pedro, el primer papa traicionó a Jesús. ¿Y estos son los testimonios? Sí porque eran testimonios de la Salvación que Jesús trae. Y todos por esta salvación se convirtieron. Se dejaron salvar”.

Es muy bonito cuando Jesús hace un milagro a la orilla del mar y Pedro le dice: ‘Aléjate de mí Señor que soy un pecador’.  Ser testimonio no significa ser santo, ser un pobre hombre y mujer que dice: ‘Sí, soy pecador, pero Jesús es el Señor y yo doy testimonio, y yo busco de hacer el bien todos los días, de corregir mi propia vida, de ir por el camino justo’.

“[…]Leyendo el Evangelio, yo no encuentro un pecado en los apóstoles, algunos eran violentos que querían incendiar un pueblo que no los había recibido, tenían tantos pecados, traicioneros, pecadores, cobardes, pero no encuentro uno; no eran chismosos, no hablaban mal de los demás, no hablaban mal el uno del otro. No, en esto eran buenos. No se desplumaban.

Yo pienso en nuestras comunidades: ¡Cuántas veces este pecado! El pecado de quitarse la piel el uno al otro. De hablar a espaldas, de creerse superiores al otro y hablar mal a escondidas. Esto en el Evangelio ellos no lo han hecho, han hecho cosas malas; han traicionado el Señor, pero esto no.

Una parroquia, una comunidad que se confiesa, se convierte […] ¡Somos todos pecadores, pero una comunidad donde hay chismosos es una comunidad que es incapaz de dar testimonio.

Yo diría solamente esto: ¿Quieren una parroquia perfecta?: ¡Nada de chismes! Sí tu tienes algo contra alguien vas y se lo dices en la cara o se lo dices al párroco.  Pero no entre ustedes. Este es el signo que el Espíritu Santo está en una parroquia.

Los otros pecados, todos los tenemos. Hay una colección de pecados. Uno tiene ese, algún otro este. Pero, todos somos pecadores. Pero, lo que destruye, como el gusano, una comunidad son los chismes, hablar a las espaldas”.

Yo quisiera que con motivo de mi visita a esta comunidad, ustedes tengan el propósito de no chismorrear. Mejor morderse la lengua: se hinchará, pero les va a hacer mucho bien, porque en el Evangelio estos testigos de Jesús – pecadores, incluso que traicionaron al Señor – jamás han chismorreado uno contra del otro. Y esto es bello.

Una parroquia donde no hay chismes es una parroquia perfecta, es una parroquia de pecadores, sí, pero de testigos. Y este es el testimonio que daban los primeros cristianos: “Cómo se aman, cómo se aman”. Amarse al menos en esto. Comenzar por ahí. El Señor les da este regalo, esta gracia: jamás, chismorrear uno contra el otro. Gracias”.