Peruano será ordenado sacerdote en Roma

Perú Católico, líder en noticias.– César Risco: “Somos insustituibles cuando se trata de amar a Dios y al prójimo”. César Augusto Risco Benites, de 28 años, quien antes de partir a Roma para comenzar sus estudios eclesiásticos, estudió en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en el Perú, recibirá este sábado 4 de mayo la ordenación sacerdotal junto a otros 33 fieles del Opus Dei en la Basílica de San Eugenio en Roma. En la siguiente entrevista nos habla de los desafíos de ser sacerdote en el siglo XXI.

¿Qué significa para ti la ordenación sacerdotal?

Un modo nuevo, absolutamente nuevo, de servir a los demás. Por el sacramento del orden el sacerdote administra la gracia que Dios ofrece en los sacramentos, especialmente perdonando los pecados en nombre de Dios, y trayéndolo a la tierra cada día en la celebración Eucarística. Todo esto desde la condición de instrumento de Dios al servicio de todos. En resumen, el servicio que presta el sacerdote es muy importante. Hay cosas que solo él puede hacer.

Ser sacerdote en los comienzos del siglo XXI supone enormes retos y desafíos ¿Cual consideras que es el principal?

No soy capaz de aportar grandes luces pues apenas recibiré la ordenación el próximo sábado 4 de mayo. Sin duda, con los avances técnicos, los cambios sociales, y la mentalidad del hombre de hoy, se hace necesario adaptar el modo en el que se transmite el mensaje del evangelio.

Pero en todo caso me parece que el verdadero desafío es el de siempre, desde hace 20 siglos. Consiste, en palabras de San Josemaría, en ser otros Cristos: en la celebración de los sacramentos, en el acompañamiento espiritual, en nuestro empeño diario por acoger y llevar el don de Dios a las almas. Todo esto en el tiempo y en la sociedad en que nos ha tocado vivir. En nuestro tiempo hay sin duda, como en toda sociedad a lo largo de la historia, temas que resolver, muchos de ellos graves y preocupantes. Para nadie es un secreto que también dentro de la Iglesia se han dado situaciones muy tristes que no deberían ocurrir.

Gracias a Dios los creyentes, tenemos en el Papa una guía segura y una garantía de la asistencia y la cercanía de Dios. A pesar de todos los pesares, desde la fe podemos decir -con palabras de un notable filósofo contemporáneo-, que lo más difícil de afrontar no son los muchos y graves puntos negativos, sino la grandeza de lo positivo, que nos supera. Para los creyentes, no es el mal, sino todo el bien que Dios ofrece lo que nos desborda. Y en esto el papel de los sacerdotes es decisivo.

San Josemaría decía que el sacerdote es otro Cristo. ¿Cómo comunicar esa realidad en la actualidad?

Con nuestra vida misma. Para nosotros los cristianos, desde los primeros pasos de la Iglesia, la mejor manera de comunicar ha sido siempre esa. El mensaje cristiano es convincente cuando la vida del cristiano es convincente. Pienso que lo mismo vale para los sacerdotes.

Por experiencia personal, me parece que pocas cosas hay más edificantes y esperanzadoras que conocer un buen sacerdote, un buen padre de familia, una buena religiosa. No porque haga cosas extraordinarias, sino porque llevan una vida convincente, que merece ser vivida. Pienso que eso es precisamente lo que la gente espera ver: que cada sacerdote sea un sacerdote santo. Esto puede sonar muy pretensioso, y de hecho lo es. Pero esa es nuestra vocación. Y está en nosotros no querer ser otra cosa.

San Josemaría nos animaba a amar el mundo apasionadamente y a ser contemplativos en medio del mundo. ¿Cómo compaginar ambas realidades en el mundo de hoy?

Al modo cristiano, esto es, iluminar desde Dios lo cotidiano. Amar al mundo y ser contemplativos, cada uno desde su situación vital propia: el sacerdote como sacerdote, el religioso, el empresario, la enfermera…

Decía hace un momento que en el servicio que presta, el sacerdote es insustituible. Lo mismo vale para todos, porque todos somos insustituibles cuando se trata de amar a Dios y al prójimo. En este sentido, los escritos de san Josemaría resultan enormemente iluminantes.