PIURA: Arzobispo celebra Misa Dominical con comunidad de venezolanos

Perú Católico, líder en noticias.– La mañana de ayer, en el III Domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura presidió la Santa Misa en la Basílica Catedral de nuestra Ciudad ante una gran cantidad de fieles reunidos entre los que se encontraban muchas familias y hermanos nuestros migrantes venezolanos que han sido fraternalmente acogidos y se encuentran viviendo en nuestra ciudad.

Oremos por Venezuela

La Santa Misa fue especialmente ofrecida por nuestra hermana República de Venezuela. Monseñor Eguren pidió al Señor por la paz, la reconciliación, la libertad, el respeto a los derechos humanos, el retorno a la vida democrática, para que cese todo tipo de violencia en la vida social y política, y para que se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y que afecta a todos los venezolanos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos. Todos unidos elevaron una oración y pidieron la intercesión de San Miguel Arcángel y de la Virgen Santísima “Nuestra Señora de las Mercedes”, Patrones de nuestra Arquidiócesis, por las necesidades del mundo entero, pero sobre todo para que cuiden y protejan también a todo el pueblo de Venezuela.

La solidez de nuestra fe

Al iniciar su homilía, y reflexionando en el mensaje del evangelio del día, el Pastor dijo: “El Evangelio de hoy domingo (ver Lc 1, 1-4; 4, 14-21) tiene dos partes bien marcadas. La primera es el prólogo de San Lucas a su Evangelio, en la cual el evangelista nos dice claramente que los hechos por él relatados son veraces e históricos, y que los expone con sumo cuidado, tal y como los testigos oculares y él mismo los vieron y escucharon personalmente del Señor Jesús. Por tanto, queridos hermanos, la fe que hemos recibido y que profesamos no se sustenta en fantasías o en un personaje mítico o en un Cristo inventado, sino se fundamenta sólidamente en lo que Cristo Jesús verdaderamente hizo y enseñó. El Cristo de la fe no es distinto del Cristo histórico. Los evangelios no son fábula o mitología sino auténtico recuento de los acontecimientos de nuestra salvación realizados por el Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor. Por tanto y dada la solidez de las enseñanzas que hemos recibido preguntémonos: ¿Tengo amor por la Sagrada Escritura y en particular por los Evangelios? ¿Cuánto tiempo a la semana le dedico para leerla y meditarla? ¿Me esfuerzo por estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica? Recordemos que Lucas le dice a Teófilo que ha escrito su Evangelio después de verificarlo todo minuciosamente para que conozca la solidez de la enseñanza en la que ha sido catequizado, según el original griego”.

Jesús es el Ungido, el Cristo, el Salvador

“La segunda parte del Evangelio de hoy -continuó Monseñor Eguren- nos presenta a Jesús en la sinagoga de su pueblo natal de Nazaret. Como piadoso judío, era su costumbre ir a ella todos los sábados. Pero esta vez ocurre algo nuevo: Es invitado a hacer la lectura tomada del profeta. Tocaba un pasaje de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres el Evangelio…». Para todos era claro que esta profecía anunciaba al «Cristo», al Ungido por el Espíritu Santo, al Mesías, al Salvador prometido que traería el año de gracia del Señor, es decir un Jubileo definitivo de salvación, de reconciliación, donde los cautivos serían libertados, los ciegos recuperarían la vista, los oprimidos alcanzarían la libertad. Cuando acabó de leer se nos dice que «todos los ojos en la sinagoga estaban fijos en él» y que Él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír». Con esta respuesta el Señor nos quiere decir, que con Él ha comenzado ese «hoy» de la salvación que no tendrá fin. Que ya no hay que esperar más. Que Él es el Mesías prometido y esperado. Que todas las promesas de Dios tienen en Él su cumplimiento (ver Mc 1, 15). Que con Él ha llegado la plenitud de los tiempos (ver Ga 4, 4). Esto mismo que sucedió en la sinagoga de Nazaret tiene lugar en nuestra Misa dominical: Aquí se hace presente Cristo en medio de nosotros con toda su fuerza salvífica, primero en la proclamación de su Palabra y después realmente presente en el misterio de su Cuerpo y de su Sangre, la Eucaristía”.

He sido ungido para anunciar. Los ojos de los demás también están fijos en mí 

“Por nuestro bautismo y confirmación, nosotros también podemos decir que «el Espíritu del Señor está sobre mí». Como símbolo de ello, cuando fuimos bautizados fuimos ungidos en la cabeza y cuando fuimos confirmados lo fuimos en la frente. De esta manera Jesús me ha hecho partícipe de su vida y misión. En Él soy hijo amado del Padre y estoy llamado a anunciar el Evangelio a los pobres, a dar la vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y a sacar de sus prisiones a los cautivos. Preguntémonos: ¿Soy un buen cristiano? ¿Me comporto como buen hijo de Dios? ¿Soy un miembro vivo de la Iglesia? ¿Anuncio a Jesús a los demás para enriquecerlos con su mensaje de vida, libertad y salvación? ¿Aprovecho las ocasiones diarias que el Señor me ofrece para darlo a conocer a los demás y así devolver la vista a los que están ciegos por sus ambiciones de tener, poder y placer impuro? ¿Me esfuerzo por proclamar el Evangelio y de esta manera liberar a los esclavos del pecado y dar libertad a los cautivos? Hermanos es tiempo de misión, es tiempo de evangelización. No pensemos que el Señor y nuestras comunidades no tienen nada que decir ni aportar al mundo de hoy cuando es todo lo contrario. También sobre nosotros están fijos los ojos de los demás”, concluyó nuestro Arzobispo.