Reflexión del Domingo 3 de enero:Coctel para el cambio de año

Despedida del año 2015. Bienvenido 2016. Maternidad Divina de María. Bajada de Reyes. Epifanía: Todo en un paquete.

Gocemos de tanta riqueza en un mosaico de pensamientos.

 

  • Adiós 2015

Con dolores y gozos de todo tipo… cada uno conoce lo suyo. Medítalos y pon por encima toda la bondad de un Padre bueno que te quiere a ti “como eres, para transformarte y ayudarte a crecer”.

Esto repetía Juan Pablo II y hay que aprovecharlo porque, seamos como seamos, siempre podemos mejorar y mucho, por cierto.

A nivel mundial no nos hemos lucido.

Como humanidad: demasiados muertos. Unos antes de nacer, otros antes de tiempo y muchos asesinados en plena juventud.

La Iglesia ha llevado la peor parte:

Hay que reconocer que está sufriendo la peor persecución de sus 2000 años de vida:

En nombre de una libertad malignamente interpretada, se la quiere anular, hacer desaparecer.

Solo el poder infinito de Dios puede sacar un futuro mejor en medio de tanta persecución.

Señor, ¡perdón! ¡Misericordia por los malvados! ¡Convierte a gobernantes y terroristas! Hazlos hombres y mujeres más humanos.

 

  • Bienvenido 2016

Es un año nuevo. Mejora tus relaciones con los tuyos. Siembra ternura, servicio y amor… y cosecharás una medida abundante.

Aprovecha de manera especial la misericordia de Dios que este año, de una manera nueva y muy distinta, nos ha ofrecido a todos, el pequeño Jesús para que descubramos en Él “el rostro de la misericordia del Padre”.

¡Feliz año!

Hazlo nuevo para ti y para los tuyos y renueva todo lo que pueda ayudarte por el Espíritu Santo que nunca te abandona. Él va dentro de ti haciéndote su templo.

 

  • María Madre de Dios (1 de enero)

Una antífona de este día para meditar profundamente:

“¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su Divinidad”.

Es cierto que cada uno engendra según su naturaleza y María, como mujer, nunca podría engendrar a Dios.

Pero nosotros sabemos, por divina revelación, que cuando Dios decidió entrar en la humanidad y tuvo que escoger una puerta para hacerlo, como lo hace un hombre cualquiera, escogió a la joven María.

Buscó una mujer bellísima para que le diera un cuerpo.

Como a todo humano, Dios le infundió un alma y, por un milagro que solo Él puede hacer, se metió la Persona divina en esa criatura y de María ¡nació un hombre que era Dios!

Es misterio. Solo la fe acepta.

No basta estudiar teología o biología.

Dios es el Señor de la historia y quiso intervenir de una manera “lujosa” y única.

María es Madre de un Hijo que es Dios.

María es Madre de Dios.

Misterio y fe.

Felicidades María. Eres única. Eres la Madre de Dios.

 

  • Epifanía (3 de enero)

Epifanía es la manifestación de Dios a los hombres.

Hay una antífona que se reza en las segundas vísperas de la fiesta que nos aclara todo lo que encierra para la liturgia esta celebración:

“Veneramos este día santo, honrado por tres prodigios: hoy la estrella condujo a los Magos al pesebre; hoy el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán para salvarnos”.

Toda esta riqueza es la epifanía.

– En efecto, en la Eucaristía meditaremos cómo Herodes, con astucia, orienta a los Magos hacia Belén y los Magos adoran en el pequeño a Dios.

Lo adoran sin discutir ni por la familia ni por la pobreza ni por la casita en que viven, ni por el pueblo.

Encontraron al Niño con su Madre y ofrecieron dones regios: oro, incienso y mirra.

Una lección:

Cuando hay un camino peligroso hay que ingeniarse para buscar otro y llegar a la meta.

– En el bautismo el Padre dice: “Éste es mi Hijo amado”.

Lo meditaremos el próximo domingo, para cerrar el ciclo litúrgico navideño.

– En Caná Jesús hace el primer milagro manifestando su  poder.

 

  • Bajada de Reyes

En muchos lugares el 6 de enero se celebra la “bajada de Reyes”.

Cuando hagamos este tradicional compartir pidamos a Dios, mientras vayamos guardando las “figuritas”, nos conceda vivir el año que empieza imitando las virtudes de la familia de Jesús de Nazaret, para que tengamos un año muy feliz y podamos celebrar juntos la Navidad el próximo año.

Feliz Año 2016, amigos todos, porque tenemos a Dios con nosotros.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo