San Antonio de Padua…“La misericordia es la puerta de Dios”

San Antonio de Padua (Fernando, nombre de bautismo) aprendió lo que es la misericordia de Dios antes por la vía de la experiencia que por el estudio de la teología. Ciertamente ésta (la teología) le hizo comprender mejor la realidad; de manera que siempre, en él, iban de la mano doctrina y experiencia de vida; la experiencia le ayudaba a afinar su teología y la teología le llevaba a reafirmar la experiencia. El rostro de la misericordia del Padre, que es Jesús, lo tenía grabado en su mente y en su corazón desde muy joven distinguiéndose y distanciándose de la familia en esta actitud de vida. No en vano es llamado y proclamado Doctor evangélico.

Cuando los hermanos menores (franciscanos) llegaron de Italia -siguiendo el espíritu misionero de san Francisco de Asís y enviados por el mismo- y se establecieron en Portugal, allá por los años 1216-1218, en un lugar situado en la periferia de la ciudad de Coimbra (Portugal), llamado san Antonio de los Olivos, Antonio les ayudó a llevar su pobreza con dignidad proporcionándoles lo más elemental para su supervivencia. Y lo que hacía con los hermanos menores, franciscanos que habían llegado de Italia, Antonio lo realizaba con los pobres que encontraba allí donde vivía. Al pasar de la Orden de los Canónigos Regulares de san Agustín a la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos) la tendencia de ayudar a los pobres se acentuó más, aunque ciertamente este ánimo de ayuda a los demás y esta actitud del compartir sin duda ya lo poseía desde mucho antes como por una especie de connaturalidad con la visión cristiana de la vida.

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Fto exterior de la Parroquia San Antonio de Padua (Jesús María-Lima)

Seguramente no sabía cuántas y cuáles son las obras de misericordia, pero no cabe duda de que las practicaba no como algo ocasional sino en forma permanente y con un claro convencimiento de que por ahí iba el camino del Evangelio. El papa Francisco nos ha dicho que “el nombre de Dios es Misericordia”, que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”, que la misericordia “es el criterio para saber quiénes son sus hijos”, que “la misericordia es la palabra clave en la Escritura”. Pues bien, san Antonio nos dice que “la misericordia es la puerta de Dios” que nos permite llegar hasta nuestro Padre con la mayor confianza conociendo su rostro en Jesús. Puerta siempre abierta, para todos y en todas partes.

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Imagen de San Antonio de Padua al interior de su parroquia en Jesús María-Lima.

Por el estudio de la teología Antonio tenía claro que la raíz de la misericordia de Dios Padre manifestada en Cristo, su Hijo, es la Encarnación del mismo Cristo y su Pasión. Aquí reside la fuente de la misericordia como actitud permanente de Dios para con todos los hombres; aquí está la razón de por qué cuando nosotros somos misericordiosos como el Padre no tenemos ninguna razón para ensoberbecernos ni enorgullecernos; pues es él el que se hace uno de nosotros. Es por su gracia, no por nuestros méritos, que podemos practicar la misericordia. Con estos sentimientos ni nos creemos superiores a quien recibe misericordia ni quien la recibe se siente inferior o humillado. La misericordia -según el Doctor evangélico- “es superior a toda malicia”. Y es que “la malicia, por grande que sea, nunca podrá eliminar ni disminuir el peso de la gracia de la misericordia del Señor”. Así -sigue afirmando el santo de Padua- “la misericordia embellece el alma”. En la línea del Evangelio, Antonio de Padua nos exhorta a ser misericordiosos como lo es nuestro Padre.

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Foto del interior de la Parroquia San Antonio de Padua (Jesús María-Lima)

La tradición cristiana ha sabido ver en san Antonio de Padua este aspecto fundamental de su vida. Como símbolo tenemos la conocida figura del repartir y compartir el pan de cada día con los pobres. La predicación popular del santo así como su teología, eminentemente bíblica, y sus milagros, tienen como elemento central el valor insustituible de la misericordia en la vida cristiana. Seguramente que la actitud del santo de Asís, san Francisco, habría influido también en la formación del santo paduano inculcando en él y en los hermanos el don de la misericordia. El pobrecillo de Asís había dejado escritas en su Testamento estas palabras: “Mientras me hallaba en los pecados, se me hacía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y yo practiqué la misericordia con ellos”. Antonio de Padua siguió este ejemplo de Francisco de Asís, pero muy consciente de que tiene su raíz en el Evangelio.

Gregorio P. de Guereñu, ofm.

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Interior de la Parroquia San Antonio de Padua (Jesús María-Lima). Fieles participan de la Eucaristía dominical. Se aprecian los vitrales e imágenes grabadas en la pared.