La autosuficiencia del hombre moderno que parece no necesitar de nada ni de nadie; la desintegración familiar; el abandono de los hijos; la vida que va tan rápido que casi impide pensar; las ensimismantes tecnologías de comunicación; etc., parecen explicar la moderna enfermedad llamada soledad o aislamiento social.

Millones de mujeres y hombres la padecen. Muchas veces es el "interés" ganado, que les proporcionan hijos y nietos por la "inversión" en ellos. Y la soledad genera – lógicamente- problemas psicológicos y psiquiátricos.

Esta tragedia se agudizó con la aparición de la peste eutanásica, que tiene su "capital geográfica" en Holanda. Su ley de Terminación de la vida a petición propia y el suicidio asistido, hizo de este país el primero en hacer legal este desprecio de la vida. Una investigación, con datos entre 2011 y 2014, ha revelado que la mayoría de las muertes por eutanasia en Holanda están vinculadas a la soledad. De una muestra de 66 personas a las que se aplicó el suicidio asistido, 36 (55%) tuvieron en la soledad -y consecuente depresión- una motivación decisiva. El grupo restante manifestaba trastornos psicóticos, neurocognitivos, de autismo, etc.

La eutanasia en Holanda está ya fuera de control. Al inicio, la ley la permitía para personas con un dolor insoportable. Después, incorporó a los que padecían dolores psíquicos. Se amplió luego a los que temían por su salud en el futuro (?!) y a quienes -increíble- estaban cansados de vivir. Con la ley más laxa, la eutanasia también ha aumentado. En 2014, se registraron 5.306 muertes. Para 2015, se espera que la cifra haya pasado de 6.000.

Un elocuente testimonio lo ofrece el Dr. T. Boer, que durante 9 años trabajó en la Comisión de Control de la eutanasia. Estoy terriblemente mal por haber pensado que la eutanasia regulada funcionaría. (…) Cada vez más personas optan por el suicidio asistido solo porque son viejos. (…) A menudo, la eutanasia solo se requiere por la presión ejercida por los familiares de las víctimas;. La ministra holandesa de Salud ha pedido reglas más estrictas. Ningún resultado. Ni siquiera el gobierno puede ya con la presión de los holandeses para terminar con sus vidas.

Pero ahora hay un nuevo atractivo para la eutanasia: el deseo de donar órganos para otros. Esto también ya está legalizado. Los impulsores de este ;motivo altruista; se inspiraron en una mujer que -junto con su familia- luchó por su eutanasia para donar riñones, pulmones, hígado y páncreas, teniendo ella esclerosis múltiple. Los medios alabaron la generosidad de Dicky Ringeling: Mujer muere mientras salva cinco vidas". Entonces, ya no hablamos solo de una muerte digna; también de una muerte ejemplar;. Pero no todo sería;heroísmo;. El frágil consentimiento de una persona, necesario para la eutanasia, puede convenir a beneficiarios de su muerte. Así, algunos valdrán más muertos que vivos. El dolor de cabeza es ahora cómo normar para que esto no suceda. Será más de lo mismo.

¿Qué vendrá después?

Edwin Heredia Rojas

Arequipa, 28 de abril de 2016