TUMBES: Arzobispo se encuentra con misioneros en las parroquias de San José y San Martín de Porres

Perú Católico, líder en noticias.- Como parte de las actividades programadas durante la intensa Visita Pastoral que realizó el Arzobispo Metropolitano Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., el fin de semana pasado a la Vicaría Episcopal de Tumbes, se llevó a cabo un emotivo encuentro con los cientos de misioneros que vienen viviendo el Mes Misionero Extraordinario convocado por el Papa Francisco para este mes de octubre.

El Pastor celebró la Santa Misa en la Parroquia “San José”, junto con su párroco el R.P. Jimmy Coveñas Pacheco y posteriormente en la Parroquia “San Martín de Porres” acompañado del R.P. Edgar Vite Chunga, Administrador Parroquial del lugar. Participaron además de las Eucaristías, una multitud de fieles, los integrantes de los consejos parroquiales y de asuntos económicos, los miembros de los grupos parroquiales y asociaciones laicales, así como de las  cofradías y hermandades del Señor de los Milagros y Señor Cautivo de ambas parroquias.

Reconocer, agradecer y corresponder

Durante sus homilías y reflexionando en el Mensaje de la Sagrada Escritura, Monseñor Eguren destacó la importancia de ser agradecidos con el Señor por todos los dones que nos brinda: “Las lecturas de la palabra de Dios de hoy domingo (2 Reyes 5,14-17 y Lc 17,11-19) nos traen las historias de Naamán «El Sirio» y de 10 leprosos que son curados milagrosamente de la terrible enfermedad de la lepra. A través de ambas historias bíblicas el Señor nos quiere educar en la virtud de la gratitud, que forma parte de la virtud de la justicia. Según Santo Tomás de Aquino, la gratitud tiene tres etapas: reconocer el don recibido, agradecerlo y tratar de corresponderlo. Naamán, después de ser curado por Dios al bañarse en las aguas del Jordán, reconoce ante el profeta Eliseo el don recibido de su curación y agradece al Señor por haberlo librado de la lepra, correspondiendo al Amor de Dios en su vida, adorando de ahí en adelante al Dios de Israel como el único Dios vivo y verdadero. A diferencia de la historia de Naamán, si bien los diez leprosos fueron curados, solo el samaritano retorno dónde Jesús y postrándose ante Él reconoció, agradeció y correspondió con su fe al don recibido de su sanación. Por eso Jesús le dirá: «Levántate, tu fe te ha curado», pero también manifestará su pesar por la ingratitud de los otros nueve que no retornaron para dar Gloria a Dios: «y los otros nueve, ¿acaso no han quedado limpios?». Queridos hermanos, unamos a nuestra oración de petición y súplica «Jesús ten compasión de nosotros», la oración de acción de gracias. Como nos dice el apóstol San Pablo (1 Corintios 4-7): «¿Qué tenemos que de Dios no hayamos recibido?». Todo lo que somos y tenemos nos lo ha dado Dios, comenzando por el don de la vida, el don de la fe, nuestra vocación, la familia, el trabajo, mis estudios, los amigos, etc. Hay veces que somos rápidos para pedir pero lentos para agradecer. El Señor nos pide experimentar la gratuidad de su Amor, correspondiendo a él con nuestro corazón agradecido, lleno de fe y de caridad para con los hermanos”.

Bautizados y enviados: compartir el don de la fe

En otro momento, nuestro Pastor reflexionó en torno a la necesidad de ser auténticos misioneros que anuncien a Cristo al mundo: “Estamos en plena celebración del Mes Misionero Extraordinario y una de las formas de expresarle al Señor la gratitud por el don de la fe que hemos recibido de Él, es compartiéndolo con nuestros hermanos, especialmente con aquellos que no conocen a Jesús, o que habiéndole conocido le han olvidado. ¿Porque es tan importante compartir el don de la fe? Porque como le dice Jesús al leproso samaritano curado, la fe en Cristo nos salva, nos cura de la lepra del pecado y nos da la vida eterna. Me alegra saber que en todas las Parroquias de Tumbes y en los Movimientos Eclesiales, con la oración y la catequesis, se han preparado números misioneros para ir y anunciar la buena nueva de Jesús. Nunca hay que olvidar que para ser un buen misionero, hay que ser primero un buen discípulo del Señor, porque un buen evangelizador es el que está permanentemente evangelizado. La Evangelización es la misión de la Iglesia, es su dicha y su gozo, y es tarea de todo bautizado según su propia vocación, capacidades y posibilidades. No tengamos miedo, ni complejos, ni respetos humanos para anunciar a Cristo, el único salvador del mundo, con nuestra palabra valiente pero respetuosa de la libertad de los demás. Y también anunciemos a Jesús con nuestro ejemplo de vida cristiana, con nuestra coherencia entre la fe que profesamos y la vida que llevamos, ya que las palabras conmueven, abren ilusiones y nuevos horizontes de vida; pero es el testimonio el que termina por convencer y atraer a los demás al encuentro vivo con Cristo en su Iglesia. Que María Santísima, Estrella de la Evangelización y San Miguel Arcángel nos guíen a ser siempre una Iglesia con gran impulso misionero”.

Es importante resaltar que el Mes Misionero Extraordinario que bajo el lema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo” venimos viviendo, es un tiempo especial que busca despertar en toda la Iglesia la conciencia de la misión ad gentes y retomar con nuevo impulso la responsabilidad de proclamar el Evangelio de todos los bautizados. Si bien esta misión está dirigida a todos los miembros de la Iglesia, se viene poniendo especial atención en los no bautizados, los bautizados alejados y en todos los hombres y mujeres de buena voluntad.