XVI Domingo del tiempo ordinario: Las parábolas del Reino

Jesús habla mucho del Reino pero nunca lo define. Quiere que “oyendo con los oídos” de la fe descubramos las maravillas del Reino y aprendamos cómo se actúa en él.
Sabemos incluso que los apóstoles llegaron a identificar tanto el Reino con Jesús que, a partir de su resurrección, generalmente no hablan del Reino sino de Jesús. No predican el Reino sino a Jesucristo.
Hoy Jesús nos muestra el Reino en tres parábolas de las cuales nosotros debemos sacar las características del Reino para nuestra santificación:

La cizaña
Dios siembra buena semilla pero con el trigo aparece la cizaña que el maligno, que no es otro que el demonio, enemigo de Dios y de los hombres, sembró.
Es preciso que luchen la santidad y el pecado hasta que al final, en la siega, la cizaña irá al fuego y el trigo a los graneros de Dios.

La mostaza
Esta parábola muestra la fuerza incontenible del Reino de Dios a donde vienen toda clase de personas buscando refugio.

La levadura
La parábola de la levadura nos enseña cómo los cristianos en el mundo tienen una fuerza interior que lleva a la humanidad del pecado a la gracia.

Por su parte el Catecismo Católico nos habla largamente del Reino. Recordemos unos detalles para interiorizarlos en este día:
El Reino es el corazón de la enseñanza de Jesús y nos enseña que al rezar pidamos siempre:
“venga a nosotros tu Reino”.
El Reino de Dios está cerca: fue el resumen de la predicación de Jesús como leemos en Marcos (1,15): “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca”.
Jesús explicó un día “el Reino está dentro de ustedes”.
La cercanía del Reino exige nuestra conversión y la acogida del Evangelio que anuncia Jesús:
“conviértanse y crean en el Evangelio”.
El Padre ha enviado a su Hijo para que reúna a todos los hombres. Esta reunión (la Iglesia) la hace Cristo que es el corazón de esta familia de Dios.

San Pablo a los Romanos

Les enseña que para ser fuertes contamos con el Espíritu Santo “que viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”.
Lo que hemos de pedir es que todos los llamados por Dios a su Reino crezcamos unidos como la familia de Dios en el mundo.
El Espíritu Santo nos ayudará.
No olvidemos que si buscamos “el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se nos dará por añadidura”.

El salmo 85

Es una bella oración a Dios que es bueno y clemente.
Meditemos con detención: “Señor, tú eres bueno y clemente, rico en misericordia… Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor… Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí”.
El libro de la Sabiduría
La primera lectura nos advierte que no hay más que un solo Dios que cuida de todo, sin competencia, porque Él es el único Dios y Creador.
Él juzga, gobierna y perdona.
Su poder es absoluto.
Esta lección es muy especial para nuestros días cuando los hombres han rechazado al Dios verdadero y pretenden exaltar y adorar los valores del maligno, y al maligno mismo, como si el pecado fuera su Dios, al que adoran.
Recordemos las primeras palabras de esta lectura:
“¡Fuera de ti no hay otro Dios!”

Verso aleluyático

Terminemos la reflexión de hoy con este versículo aleluyático:
“Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del Reino a la gente sencilla”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo