Perú Católico, líder en noticias celebrando el Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito Rodríguez.

Atentos a ver los aportes de personas e instituciones al Perú del Bicentenario, bueno es fijarse en el de los santos. Basta con fijarse en las más de trescientas declaratorias de las expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial como Patrimonio Cultural de la Nación para constatar la fuerza de la piedad y devoción popular.

Con motivo de la obra editada por Francisco Bobadilla Rodríguez La Peruanidad en el Bicentenario Ensayos de comprensión Yachay-legal, LIMA, 2021, dediqué el capítulo XV a los santos entendidos como forjadores de la peruanidad (pp. 327-350). Esta semana la CEP me ha publicado Perú, Tierra ensantada: Santos, beatos, siervos de Dios, Lima, CEP, 165 pp.

Comienzo recordando el significativo videomensaje del Papa Francisco para preparar su visita al Perú en enero del 2018 en el que manifestó su aprecio por “la reserva más linda del pueblo peruano son los grandes santos que marcaron Latinoamérica, construyendo la Iglesia, trabajando por la unidad y en esperanza”. San Juan Pablo II en Ecclessia in America afirmó que “el mayor don que América ha recibido del Señor es la fe, que ha ido forjando su identidad cristiana […] la expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus santos”[1]. Es como decir que, en el ADN, en el carnet de identidad de América, en este caso del Perú, el Cristianismo es esencial y quienes lo han vivido de modo más coherente y ejemplar han sido los santos. Del mismo modo que hay personajes universales que marcan la trayectoria histórica, los santos son los hitos, los referentes, los paradigmas del cristianismo en el Perú; en ellos, encuentran sus connacionales el modo concreto de ser discípulo y misionero de Cristo, de amar a Dios por entero y al prójimo hasta el extremo. Los cinco santos del Perú, en especial Rosa y Martín, permean la historia, la toponimia, las costumbres, la idiosincrasia del Perú. Su memoria es un vademécum para forjar un país con valores, como la unión y la esperanza, indispensables en momentos difíciles como el actual.

Sus vidas -como las de Toribio Mogrovejo, Francisco Solano, Juan Macías- han servido de ejemplo para millones de personas puesto que encarnaron a Cristo de modo sencillo y gozoso, muy atractivo. Sus imágenes, sus nombres siembran la geografía de América Latina facilitando en los fieles su devoción. A través de cofradías, asociaciones, instituciones, los valores personificados en ellos como la coherencia, la hermandad, la alegría dinamizan la vida de un continente impregnado por la fe y la caridad cristianas. Desde el siglo XVII han saltado las fronteras nacionales del Perú que los vio nacer o actuar. Rosa fue la primera santa de América, Toribio de Mogrovejo es patrono de todos los obispos de América, Martín es patrono mundial de la justicia social, Francisco Solano vivió en Bolivia y Tucumán, y tiene gran arraigo en el mundo franciscano y artístico musical, hasta el de perfil más bajo como Juan Macías tiene miles de devotos entre los emigrantes del mundo.

Destacan los santos por su actitud heroica, por encima de lo considerado como normal. Fue muy elocuente en el caso de epidemias parecidas a la nuestra der la covid. Así sucedió con Santo Toribio, tal como lo dos de las personas más cercanas en su vida, Sancho Dávila, su ayudante laico, y el P. Antonio Valcázar, su vicario apostólico.  Sancho Dávila, declarará  en 1595: En especial, en el tiempo de las viruelas y peste general que hubo en este reino, que por estar todos los indios en sus casas caídos con la dicha enfermedad, se andaba el dicho señor Arzobispo de casa en casa, a confirmarlos, sufriendo el hedor pestilencial y materia de la dicha enfermedad[2]. De modo puntual su vicario apostólico el Doctor Antonio Valcázar cuando se dirige al Rey Felipe II para referirle “algunos servicios del Arzobispo de los Reyes” en 1595, es descargo a la acusación del virrey que le indicaba que no paraba en Lima, confesará que “en el tiempo de las viruelas, que fue peste general en aquel Reyno, proveyó de botica y médico y barbero a todos los pobres y al hospital de Sant Lázaro, de todo lo necesario[3].

De modo sobresaliente lo vive también el citado Martín de Porres. Ninguna de las numerosas biografías oculta el entrañable dato de convertir su convento en hospital. Atacados de la “alfombrilla” –especie de viruela o sarampión- reinante en Lima, muchos religiosos se contagian. Martín no para y está a todas horas a su cabecera, sin que se sepa cuándo duerme, come o descansa. A la misma hora se le ve en distintos sitios atendiendo a enfermos.

Junto a los cinco santos, podríamos añadir a santa Narcisa de Jesús Martillo Morán, oriunda del Ecuador, pero que vivió y falleció en Lima, en 1869. Los beatos Sor Ana de los Ángeles, OP. (1602-1686). Religiosa y mística dominica del Monasterio de Santa Catalina de Arequipa. P. Luis Tezza, MI (1841-1923). Religioso camilo fundador de las Hijas de San Camilo. P. José de Calasanz, SDB (1872-1936). Mártir salesiano en la guerra civil española de 1936. Sor Ascensión Nicol Goñi, OP (1868-1940). Fundadora de las Misioneras dominicas del Rosario. Los misioneros polacos, franciscanos conventuales, P. Miguel Tomazek y P. Zbigniew Strzalkowski, que con el presbítero italiano Sandro Dordi fueron martirizados en 1991 por Sendero Luminoso en Chimbote. Los dominicos españoles que vivieron en el Perú y murieron mártires en la Guerra de 1936 en España: Fray Vicente Álvarez Cienfuegos, Fray José Luis Palacio, Fray Jacinto García Riesco y Fray Manuel Gutiérrez Ceballos. Ya ha sido aprobado el martirio de la Herman Agustina Rivas, RBP (1920-27.09.1990), religiosa del Buen Pastor, mártir de Sendero Luminoso en La Florida, Junín (Perú).

Como siervos de Dios, camino de los altares, figuran los nacidos en el siglo XVI:  P. Alonso de Barzana, SJ (1530-1598). Misionero jesuita en el Perú, Bolivia y Argentina. Fray Diego de Ortiz, OSA (1532-1571). Proto mártir en el Cuzco. Mons. Luis López de Solís, OSA (1535-1606). Misionero agustino en el Perú, luego obispo de Quito y presentado como arzobispo de Lima antes de morir. Fray Gonzalvo Díaz de Amarante (Gundisalvo), O de M. (1540-1618). Religioso mercedario, que ayudó a los pobres del Callao y pidió la especial protección de la Virgen ante el asedio pirata. P. Diego Martínez, SJ. (1542-1626). Misionero jesuita, teólogo, místico y confesor en el Perú. P. Juan Sebastián de la Parra, SJ. (1550-1622). Misionero jesuita, superior, predicador y escritor. Venerable P. Pedro Urraca, O de la M. (1583-1657). Religioso mercedario dedicado a ayudar a los pobres, enfermos y moribundos. P. Juan de Alloza SJ. (1597-1666). Jesuita limeño de extraordinaria vida apostólica y contemplativa.

Del Siglo XVII: Venerable Hno. Gonzalo Báez, SJ, (+1604)., SJ, (+1604-1662). Hermano coadjutor jesuita, oriundo de Portugal, que ejerció el oficio de portero ejemplar del Colegio de Santiago de Arequipa. Venerable P. Francisco del Castillo, SJ. (1615-1673). Jesuita predicador e iniciador del Sermón de las Tres Horas. Nicolás de Dios Ayllón. (1632-1677). Laico. Hijo de cacique, con su esposa, recoger en Lima a niños huérfanos, a jóvenes abandonados y en peligro de extraviarse y a jóvenes de fe religiosa. Su casa se convirtió en el Monasterio de Clarisas de Jesús, María y José.  Venerable Hno. Francisco Camacho, OH (1629-1698). Llamado el Limosnero de Lima, entregado al servicio de los enfermos, de los pobres, de los necesitados de la ciudad de Lima. Venerable Fray Sebastián de la Cruz y del Espíritu Santo, religioso donado de la Orden de la Merced, (1668-1721). Nacido en Cajabamba (Cajamarca).

Del Perú Republicano, tras la Independencia: Luisa de La Torre (Beatita de Humay). (1819-1869). Laica. Junto con su hermana Carmen se dedicaron en tiempos muy difíciles en ayudar a los niños y niñas abandonados y educándolos y enseñándoles el Catecismo. Venerable Rafaela de la Pasión Veintemilla, AHS (1836-1918). Fundadora de las Agustinas Hijas del Santísimo Salvador. Mons. Alfonso María de la Cruz Sardinas, OFM (1842-1902). Obispo de Huánuco y fundador con la madre Clara Álvarez Salas de Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción. P. Pío Sarobe Otaño, OFM (1855-1910). Misionero y predicador franciscano. Sor Clara del Corazón de María, FIC (1860-1924). Fundadora de la Franciscanas de la Inmaculada Concepción. Mons. Emilio Lisson Chávez, CM (1872-1961). Obispo de Chachapoyas y XXVII Arzobispo de Lima. Llamado obispo de los pobres y propulsor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Madre Teresa de la Cruz Candamo (1875-1953). Fundadora de las Canonesas de la Cruz. Venerable Mons. Octavio Ortiz Arrieta, SDB (1879-1958). Obispo de Chachapoyas. P. José Álvarez, OP (Padre Apaktone) (1890-1970). Misionero dominico en la selva de Madre de Dios, Perú. M. Matilde Castillo de Jesús (1894-1965).  Educadora de las Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción de María, Melchora Saravia Tasayco (Melchorita). (1895-1951). Laica y terciaria franciscana que dedicó su vida entera al cuidado de los pobres y enfermos de su pueblo en Chincha (Perú). P. Juan J. McKniff, OSA (1905-1994). Misionero agustino en Cuba y Perú. P. Daniel Badiali, SDB (1962-1997). Salesiano, misionero en Áncash, Perú Mons. Martín Fulgencio Elorza Legaristi, CP (1899-1966). Obispo pasionista, misionero de Moyobamba P. Mateo Crawley-Boevey, SS. CC. (1875-1960). Predicador y propulsor de la devoción al Corazón de Jesús. Madre del Pilar de Jesús, OCD (1917-1997). Religiosa contemplativa que se dedicó a restaurar la observancia descalza en los monasterios de Perú, Argentina y España. Andrés Aziani (1953-2008). Laico. Docente universitario perteneciente al Movimiento Comunión y Liberación en el Perú, que dedicó su vida a la enseñanza universitaria. Mons. Federico Kaiser, MSC (1903-1993). Obispo Misionero de Caravelí y fundador de las Misioneras de Jesús, Verbo y Víctima. P. Luigi Bolla, SDB (1932-2013). Misionero salesiano entre los Achuars (Yurimaguas). A punto se encuentra de ser incluido el P. Serapio Riverito (“Riverito”), agustino, que dejó en Chosica ejemplo de santidad.

Con vistas al Año Santo de 2025, se ha creado la Comisión de Testigos de la Fe, al hilo de la instituida por San Juan Pablo II, con motivo del Jubileo de 2000 en el que se quiso destacar figuras de hombres y mujeres que, aunque no fueron canonizados, manifestaron con fuerza su fe. La Comunidad de Sant’Egidio que recibió el encargo de crear la Comisión -a pedido ahora del Papa Francisco- se ha puesto manos a la obra para  reconstituirla sin referirla a una circunstancia concreta como el pasado año 2000, sino vinculándola a la actividad del Dicasterio para las Causas de los Santos.

En la visita al Perú, el Papa Francisco no se cansó de insistir que el mejor modo de responder a los múltiples desafíos nacionales era seguir las huellas de nuestros santos, su práctica habitual de vivir unidos en la esperanza: No se olviden de los santos que desde el cielo nos acompañan; acudan a ellos, recen y no se cansen de pedir su intercesión. Esos santos de ayer pero también de hoy: esta tierra tiene muchos, porque es una tierra «ensantada». Perú es una tierra “ensantada”. Busquen la ayuda y el consejo de personas que ustedes saben que son buenas para aconsejar porque sus rostros muestran alegría y paz. Déjense acompañar por ellas y así andar el camino de la vida[4].


[1]https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_22011999_ecclesia-in-america.html, nn.14-15

[2], C. García Irigoyen Santo Toribio Lima, 1904, II, p.134

[3] Número 749, Nº 1Emilio Lissón Chaves, La Iglesia de España en el Perú. (Colección de documentos para la historia de la Iglesia en el Perú, EHES Sevilla 1943-47. T. IV)

[4] https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2018/documents/papa-francesco_angelus-peru_20180121.html

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito Rodríguez.

*No olvides de ingresar a este enlace en donde encontrarás todos los personajes que forjaron nuestra independencia: https://perucatolico.com/c/la-iglesia-ante-el-bicentenario/