Perú Católico, líder en noticias.– Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Nació en Tacna el 13 de septiembre de 1792, hijo del asturiano Joaquín González Vigil y la tacneña María Micaela Yáñez. Allí cursó los estudios elementales y en 1803 fue enviado a Arequipa para seguir los estudios de Teología, Filosofía, Gramática y Matemáticas en el reformado Seminario San Jerónimo gracias al prelado ilustrado José Chávez de la Rosa.

 Se graduó de Doctor de Teología en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco en 1812; en Tacna  pronunció una celebrada arenga al establecerse el primer ayuntamiento en la casa consistorial  en 1813. A pesar de sus dudas y, por contentar a su madre especialmente, se ordena como sacerdote en 1819, ejerciendo como catedrático de Teología y  subdirector del Seminario .  

En 1823 se retiró del seminario y retornó a Tacna. Una nueva etapa en su vida se inició tras el triunfo de Ayacucho, cuando decidió lanzarse a la política, según él mismo, para contribuir de algún modo con la formación del edificio llamado República Peruana. En 1825 fue elegido, junto a Hipólito Unanue, diputado por Arica al Congreso de 1826 que no llegó a instalarse. Se enfrenta a la dictadura de Simón Bolívar y se exilia a Chile.

En 1827 Francisco de Paula fue ratificado como representante por Arica y se integró al Congreso General Constituyente, que dio la Constitución Liberal de 1828. En esa época dirigió el periódico “El Eco de la Opinión del Perú”. Luego viajó a Chile en 1828, por consejo de Luna Pizarro, en busca de mejor clima para combatir algunos males que a la vejez se centraron en tuberculosis. Regresó al país después de dos años y se estableció en Arequipa.

En 1830 retornó a Tacna. Volvió a ser elegido como representante parlamentario en 1831, pero antes de viajar a Lima, pasó a Arequipa, pues el presidente Agustín Gamarra lo había nombrado rector del Colegio de la Independencia Americana. Fue entonces cuando recibió en la Universidad de San Agustín de Arequipa el grado de Doctor en Derecho, por haber sido de los miembros fundadores de la Academia Lauretana. Se especializó en Derecho natural.

En 1832, con el mariscal Agustín Gamarra Messia, en el poder, se enfrenta a su gobierno autoritario, arbitrario, corrupto y militarista. Contra él pronuncio la célebre frase: ¡Yo debo acusar y yo acuso!”

Pese a todo, Gamarra concluyó su gobierno el 20 de diciembre de1833 y entregó el poder al general Luis José de Orbegoso y Moncada, militar demócrata y liberal. A los 14 días de asumir el mando, el general Pedro Bermúdez se sublevó con el apoyo de su compadre y jefe Gamarra. Ambos se apoderaron del mando supremo y persiguieron a González Vigil, mientras que el presidente constitucional con el apoyo del pueblo les combatió. En 1836 Gamarra volvió a asumir la presidencia de la República y regresó a sus andanzas de tirano, por lo que fue, nuevamente, enfrentado por el ilustre tacneño defensor de la libertad y la ley, a su regreso del país del Sur. Como buen jurista y luchador por la democracia, González-Vigil solía decir: “Yo no tengo otro partido que la patria”… “El que sostiene la causa de la libertad, defiende la del género humano y es, por eso, ciudadano de todos los pueblos”… “Sin orden político no puede haber orden en los demás”… “La verdadera gloria es inseparable de la justicia o del derecho, y éste no procede del crimen ni del error”.

Su enfermedad pulmonar le impidió seguir cultivando la oratoria. Consagrose entonces al periodismo. En años posteriores fundó los periódicos “El Arequipeño” en 1835, “El Constitucional” en1858 en el que  compartió labores con Francisco Javier Mariátegui, Benito Laso, José Gálvez, entre otros. Colaboró en “El Correo”, “La América”, El Hijo del Pueblo“La Democracia” y “El Correo del Perú”.

Luego fue elegido diputado por Arica y Arequipa a la Convención Nacional de1833 y estuvo entre los que firmaron la Constitución de 1834, de corte liberal. De esta nueva experiencia como constituyente se recuerda también su aprobación de la confiscación de bienes y el destierro del obispo de Arequipa, monseñor Goyeneche, su antiguo protector.

Pero sus males lo devolvieron a Arequipa, de clima más seco que el de Lima. Orbegoso llegó a ofrecerle una canonjía en la Catedral de Lima, que González Vigil rechazó, como rechazaría también más tarde el arzobispado de la capital que le ofreció Castilla.

En 1834 volvió a Tacna, después de haber renunciado a su cargo de rector en el Colegio de la Independencia de Arequipa. En 1835 fue elegido diputado por las provincias de Tacna, Arequipa y Tarapacá. Por esta época publicó artículos donde proponía avanzadas reflexiones sobre la forma de confederar el Perú y Bolivia en el periódico “El Arequipeño” (1835), aunque no era un decidido partidario de la confederación; tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana pasó a Lima  donde Santa Cruz lo nombró Director de la Biblioteca Nacional de 1836 a 1838.

Fue entonces que González Vigil se consagró al estudio del problema religioso del Patronato, abogando por la separación de la Iglesia del Estado, como sustenta en su voluminosa obra “Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la Curia romana”. También escribió obras destinadas para la enseñanza del pueblo como: “Catecismo patriótico para uso en escuelas municipales en forma de diálogos”. En otros opúsculos se ocupa sobre diversos temas.

A principios de 1838 renunció la dirección de la Biblioteca Nacional y retornó a Tacna para continuar con su labor de escritor, pero se le consideró partidario de la Confederación y fue desterrado en 1839, ya bajo el mandato provisional de Gamarra. Pasó a Chile, pero volvió al cabo de pocos meses, aunque se mantuvo en el retiro hasta 1845 cuando el general y presidente de la República Ramón Castilla y Marquesado lo reintegró a la dirección de la Biblioteca Nacional, donde permaneció por tres décadas, hasta su fallecimiento. Ahí se dedicó a investigar  a la par de fomentar la cultura y prodigar la más generosa ayuda a los pobres. Ahí fue donde cobijó a Rosa Campusano, compañera de San Martín, que a la sazón era una triste, inválida y menesterosa anciana como recuerda Ricardo Palma.

Reducido al estado laical, fue excomulgado y sus obras son puestas en el índice de libros prohibidos. No admite ni el dogma de la Inmaculada ni el de la infalibilidad del Papa. En la prensa polemiza con los sacerdotes  Pedro Gual, el obispo de Arequipa José Sebastián de Goyeneche y Barreda, el deán Juan Gualberto Valdivia y el célebre Bartolomé Herrera.

De 1851ª 1866 continuó como diputado o senador en el Congreso. Murió a la edad de 82 años repitiendo en sus últimos momentos que moría en los brazos del “buen Jesús”. En 1975 la Santa Sede levantó su excomunión. Entonces el gobierno peruano mediante la Ley N° 13241, del 19-6-1959, dispuso que los restos mortales de Francisco de Paula González Vigil Yáñez fueran trasladado a su Tacna natal.

González Prada escribió de él: “Pocas vidas tan puras, tan llenas, tan dignas de ser imitadas”, como la suya.

Foto del autor de esta sección y de este artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

*No olvides de ingresar a este enlace en donde encontrarás todos los personajes que forjaron nuestra independencia: https://perucatolico.com/c/la-iglesia-ante-el-bicentenario/