Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

El Deán Juan Gualberto Valdivia es una figura profética para la juventud del Tercer Milenio En la dedicatoria de Las revoluciones de Arequipa (Arequipa, 1874) nuestro personaje abre su corazón de par en par, más allá del gesto altivo y con cara de pocos amigos con que aparece en las ilustraciones, escribiendo a F. García Calderón, futuro presidente del Perú, dirá:

El cariño que te profeso desde tu niñez, y la gratitud y estimación que me has demostrado siempre por el cuidado que he tenido de tu educación, te hacen acreedor a que yo te dedique este trabajo. Acéptalo como una pequeña ofrenda de mi puro afecto hacia ti y de la ternura de padre y amigo agradecido con que te recuerda siempre, tu VALDIVIA”.

Nació el 11 de julio de 1796 en La Pampilla,  Punta de Bombón, valle de Tambo,  actual provincia de Islay en Arequipa, hijo de Genaro Valdivia y Eulalia Cornejo. Fue bautizado en Cocachacra el 12 de julio. Su infancia la pasó en la caleta de Cocotea y de Las Palmas. Viajó a Cuzco en 1811, a estudiar en el Colegio de San Antonio. Tres años después, luego de terminar sus estudios de Filosofía, regresó a Arequipa, para estudiar teología en el Colegio San Francisco e ingresar en el Convento de La Merced, siendo ordenado de sacerdote en 1826.

Durante estos años participa con pasión en la actividad académica, cultural, política. Fue socio fundador de la Academia Lauretana de Ciencias y Artes, contribuyó a gestar el Colegio Nacional de la Independencia Americana, fundado por el libertador Simón Bolívar el 4 de marzo de 1827, del que fue primer director. Fue canónigo de la catedral por cuatro décadas y deán de la misma. “Arrepentido luego de sus ideas liberales, volvió a la vida religiosa en el Convento de San Camilo, donde predicó conmovedores sermones y escribió su “Manual Místico para Confesores”. Se lo nombró canónigo primero de la Merced, se retractó públicamente de la impugnación del celibato y expuso su “Miscelánea Química” (1845). Designado arcediano en 1846, a la vez se desempeñó como Juez Hacedor de Diezmos y al año siguiente publicó su controvertido libro “Fragmentos para la Historia de Arequipa”, que no es sino una copia de otros autores con fines de divulgación, constituyéndose esta obra durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX como el texto de obligada consulta a todos los estudios del pasado mistiano.”

Docente de la UNSA, rector y secretario, decano de Medicina en San Marcos de Lima, prolífico escritor, congresista de la República, partidario de la confederación peruano boliviana. Entre 1835 y 1837 publicó los periódicos “El Misti”, “El Chili” y “El Yanacocha” y colaboró con otros: “El Arequipeño”, “La Patria en Triunfo”, “El Pensador”, “El Republicano”, “La Bolsa”, “Revista Católica de Arequipa” y “El Comercio”.

 En 1850 fue director de la Sociedad de Beneficencia. En 1851 fue a Lima enviado por el prefecto para entrevistarse con el general Echenique y pedir garantías para el pueblo arequipeño por las luchas ocurridas aquel año; cayó preso en los Descalzos de Lima.”

A lo largo de este año su salud empeoró, falleciendo el 11 de diciembre de 1884. Se le realizaron solemnes honras fúnebres y fue sepultado en la catedral de Arequipa.

De su personalidad polifacética (orador, profesor, escritor, periodista, abogado, fraile mercedario, patriota revolucionario, diputado, sacerdote) destaca su sentida vocación cultural a la juventud. Son numerosas sus intervenciones en este sentido.

Cuando el diario “La Bolsa” hace campaña para promocionarle como obispo auxiliar de Arequipa, escribe a su Director la siguiente nota:

“Próximo al sepulcro, si escribo algo, es por cumplir mi vocación a la enseñanza de la juventud, a cuya prosperidad he aspirado sin reserva de sacrificio como que, de solo su instrucción científica y moral, depende la ventura de nuestra amada patria”.

Días más tarde, 8 noviembre, en el Nº 1.399 del mismo diario, en el artículo titulado “Del café”, volverá a expresar esa misma idea:

“No se extrañe mi lenguaje emanado de mi amor a la juventud, amor y respeto a la sociedad y al crédito que Arequipa ha merecido en su enseñanza desde la instalación de la Academia Lauretana y de la Universidad del Gran Padre San Agustín”.

Y, a pesar de “su avanzada edad de 78 años”, seguirá con pasión hasta el momento de su partida a la vida eterna, un 12 de diciembre de 1884, con 88 años cumplidos, su denodada y esperanzada misión en favor de la juventud. No en vano pronunció en ese discurso citado: “Todo nuestro anhelo debe ser hoy la educación de la juventud”.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

*No olvides de ingresar a este enlace en donde encontrarás todos los personajes que forjaron nuestra independencia: https://perucatolico.com/c/la-iglesia-ante-el-bicentenario/