Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Es una de las instituciones nacidas en los tiempos de la Independencia y los inicios de la República, pero que, como la mayoría de ellas, preexistían en el período virreinal. De hecho, con ocasión de la firma de las Capitulaciones de Toledo en 1529, se hizo mención a la necesidad de fundar una entidad benéfica en nuestro país. De hecho, una de las primeras medidas adoptadas en tal sentido, fue disponer la construcción de hospitales, y fundar cofradías o hermandades.

Santo Toribio de Mogrovejo en la “Relación y memorial” al Papa Clemente VIII en 1598 nos pone al corriente del compromiso social de la Iglesia de Lima a través de los hospitales y las cofradías:  “Hay seis hospitales donde se curan los enfermos con gran caridad, uno es de Santa Ana donde se curan los indios enfermos; otro de San Andrés donde se curan los españoles; otro del Espíritu Santo donde se curan los pobres hombres de la mar, y no otros; otro el San Diego donde los convalecientes que salen de San Andrés se curan; otro que llaman de San Lázaro de mal incurable otro; de la Caridad donde se curan mujeres pobres…Hay muchas cofradías de españoles, negros e indios, adornadas con muchas indulgencias” (nn.19-20)

Será el Virrey Luis de Velasco, en 1602, quien fundó la Hermandad de Vecinos encargados del cuidado del Hospital San Andrés, que, en setiembre de 1819, se convirtió en la Real Junta de Beneficencia. Esta institución tuvo a su cargo la administración del Ramo de Suertes, la Plaza de Toros, el Cementerio General y Hospitales como “Santa Ana”, “San Bartolomé”, “Incurables”, entre otros.

En su acta de instalación, el 22 de septiembre de 1819, nos da cuenta de loscongregados: D. Manuel Genaro Villora, Oidor de Real Audiencia y Fiscal honorario del Supremo Consejo de Yndias; el Dr. Francisco Xavier de Echague, Deán de la Catedral; D. Antonio de Elizalde, Regidor Cabildo y representante del Consulado. D. José Antonio de Ugarte, Síndico Procurador, D. Diego de Aliaga, D. José Leandro de la Cendeja, Comisario de Artillería, y D. Antonio Albares de Villar, como Presidente y vocales nombrados por Virrey D. Joaquín de la Pezuela. Su finalidad: alivio y socorro de los pobres. Nombramiento de abogado al Dr.D. Justo Figueroa Director de Conferencias del Colegio de Abogados y Catedrático de Vísperas de Leyes de la Universidad de San Marcos. Pero lo más trascendental será el nombramiento del dinámico sacerdote Matías Maestro (1760-1835), como su secretario, quien será su auténtico motor. No extraña que en 1826 fuese nombrado Director General. Bajo su gestión y en virtud de la estructuración efectuada, se encomendó a la Beneficencia la administración de los Hospitales de Santa Ana, San Bartolomé, San Andrés, La Caridad, la Maternidad, el Refugio de Incurables, las casas de huérfanos y desamparadas; el cementerio general, la propagación de la vacuna y otros servicios sociales como residencias y hospicios. En el llamado Cuadro de Honor que se encuentra en el actual edificio de la Beneficencia podemos leer que “distribuyó su fortuna entre varias instituciones piadosas. Construyó el cementerio general de Lima…prestó grandes servicios a las casas de misericordia”.

En 1834, el Presidente Luis José de Orbegoso expidió un Decreto mediante el cual se instituye el nombre de Sociedad de Beneficencia de Lima en reemplazo de la Real Junta de Beneficencia, otorgándole personería jurídica y encomendándole los establecimientos de caridad para su conducción y administración. A partir de ese momento, se irían creando progresivamente, entidades benéficas en todo el país.

Desde el primer momento, la institución contó con el apoyo de familias adineradas de la época, los cuales ofrecían sus aportes para atender a hospitales y refugios para los pobres como el Hogar Canevaro, albergue San Vicente de Paul. Además, formó parte de su patrimonio el ramo de loterías, la Plaza de Toros de Acho y el cementerio Presbítero Maestro, el Hospital San Andrés, el Puericultorio Augusto Pérez Araníbar, entre otros lugares y bienes, que fueron declarados Patrimonios Culturales de la Nación. A través de ellos, se brinda una ayuda completa consistente en alimentos, vestidos, atención médica, vivienda, educación, actividades recreativas, apoyo psicológico y talleres ocupacionales para mejorar la calidad de vida emocional y física de los albergados.

El presidente del Perú Remigio Morales Bermúdez promulgó en 1893, la primera ley destinada a organizar las instituciones de Beneficencia de la República, estableciendo que estas entidades tenían por “único objeto el apoyo y protección de los desvalidos”.  El Ministerio de Justicia tuvo a su cargo el denominado Departamento de Beneficencia hasta 1935, año en que la Ley Nº8124 dispuso su traslado al Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social. Hasta 1996, las Sociedades de Beneficencia Pública dependieron de este sector. En la actualidad, el Perú cuenta con 102 Sociedades de Beneficencia Pública y Juntas de Participación Social activas a nivel nacional, y es posible señalar que, existen en los 24 departamentos de nuestro país.

La Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, desde 1 de abril de 2011, forma parte de la corporación de la Municipalidad de Lima, manteniendo la misión inicial de suplir las carencias básicas de los más necesitados para darles una vida digna y enfocándose a responder nuevos desafíos de la exigente sociedad actual, especialmente en este momento de pandemia. Por tal razón, y de modo particular por la conmemoración del Bicentenario, merece la cooperación de todos los peruanos de buen corazón.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

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