Debes recordar que no haces lo correcto porque siempre sale bien, haces lo correcto porque es lo correcto. Cuando pensamos en frases como “al que es bueno siempre le va bien”, o “hacer el bien jamás le falta premio”, y lo contrastamos con algunas realidades nos damos cuenta que muchas veces no es así. Cuando al hacer el bien buscas la recompensa terrenal pierdes la celestial. La vida no es justa demasiadas veces, hacer el bien no siempre va a ser sinónimo de que las cosas nos van a ir bien en la vida. A veces muy por el contrario hacer el bien nos traerá dificultades, problemas, contradicciones y hasta enemistades. Pero ya lo dijo Madre Teresa “Si haces el bien te acusarán de tener motivos egoístas, haz el bien de todas maneras”.

En Mateo 5:45 dice “Porque Él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía lluvia sobre justos y pecadores”. No nos sorprendamos de que cuando hagamos el bien las tribulaciones vengan sobre nosotros, tanto así que nos hagan dudar y hasta dejar de hacer lo correcto. A veces es fácil dejar de hacer las cosas para evitar complicarnos la vida. Pero en esas complicaciones se verá reflejada la Gloria de Dios, no perdamos estos momentos de sufrimiento para purificar nuestro espíritu y así al llegar el día de ir a la casa del Padre encontrarnos que Dios nos tiene reservada una morada agradable y una corona de justicia (2Tim 4:8).

Cierto día un joven estudiante y su maestro caminaban por un parque, en su trayecto vieron un par de zapatos en la grama. Vamos a hacerle una broma sugirió el estudiante. -esconderemos estos zapatos y cuando venga el dueño veremos su reacción. No me parece buena idea, sugirió el maestro. Qué te parece si le pones una moneda en cada zapato, luego nos escondemos para ver su reacción. Así lo hicieron, y cuando el obrero llegó se puso su zapato y sintió una molestia, al quitarse el zapato vio caer la moneda, luego se puso el otro zapato y de nuevo sintió la molestia, al quitarse el zapato apareció otra moneda, muy contento el hombre empezó a dar saltos de alegría y a agradecer a Dios porque ese dinero serviría para dar de comer a sus hijos. Detrás de los arbustos el joven sentía alegría en su corazón por el bien hecho.

Pues quien quiera amar la vida y ver días felices, guarde su lengua del mal, y sus labios de palabras engañosas, apártese del mal y HAGA EL BIEN, busque la paz y corra tras ella. 1 Pe 3:10-11. Así es que no importa si tus acciones no tienen recompense alguna, o por el contrario te traen dificultades, no importa si por más que intentes hacer el bien las cosas te salgan mal. No importa si al hacer actos buenos te critiquen. Lo importante es que tú al ayudar a un hermano estás colaborando con Jesús, estás siendo sus manos, sus pies, sus ojos, su boca o su corazón. Alégrate hermano que en la tribulación Dios te bendice.

Por José Andrés Alvarado Morveli