Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación: Su espiritualidad

El carácter dominicano de la Obra de Marie Poussepin se manifiesta en la solidez de su Institución. Como Domingo, ella supo conjugar tres fuentes inspiradoras de este proyecto de vida evangélica en la Iglesia:

  • Una idea fuerza espiritual: “La vita apostolica”.
  • Una forma de vida regular: La comunidad fraterna.
  • Una misión: El anuncio de Jesucristo por el ejercicio de la caridad.

Todo ello enmarcado por el modo peculiar ideado por Domingo:

  • Fidelidad a los consejos evangélicos.
  • Fervor en la oración y en la celebración común de la liturgia, principalmente la Eucaristía y el Oficio divino.
  • Asiduidad en el estudio.
  • Perseverancia en la observancia regular.
  • Unanimidad en la vida común. 

Nuestra Fundadora establece su obra, sobre unas bases sólidas, que le permiten dar cauce a su liberalidad sin perder la originalidad del proyecto inicial: una comunidad dominicana al servicio de la Caridad. La unicidad de este Proyecto, es la expresión de una caridad “organizada, prudente, razonable, constante” (cfr. Théry), gracias a la cual, se hace posible la consolidación de la obra, que ella quiere extender y perpetuar: “para que lleven donde quiera que sean llamadas, el conocimiento de Jesucristo y sus misterios” y para que puedan vivir en la Casa de Sainville y en los establecimientos “la vida que Nuestro Señor llevó sobre la tierra…” (cfr. R I, XXVII).

Una comunidad dominicana al servicio de la Caridad

En la base de esta Institución está la estructura comunitaria, donde se construye la comunión, se realiza la misión y se vive en totalidad la Intuición Primera. Desde la comunidad, se dispersarán las primeras hermanas en vista del servicio de caridad, manteniendo siempre la referencia a la “Casa” que las congrega. Regresan a ella regularmente como al lugar favorable para “renovarse y conservar la unidad del mismo espíritu”, para encontrar el ambiente adecuado al estudio, al silencio, a la interiorización y al descanso. 

La comunidad de Sainville

En la Casa de Marie Poussepin se da una verdadera unidad entre comunidad y acción apostólica, observancia regular y servicio de Caridad. Su Comunidad es un “todo”, y en ella y a través de ella se viven los elementos de su intuición, cuya novedad consiste en una forma conventual, dedicada a las obras de caridad.

Comunidad, regla, superiora, asamblea comunitaria, son los elementos que determinan y hacen posible esta original intuición. El esquema de Sainville, es el patrón constitutivo y organizativo, que ha permitido en la diversidad de lugares y de situaciones, la continuidad y actualización del único proyecto. La comunidad fraterna es la síntesis de la comunión, mantenida en cada una por la confianza mutua y alimentada por la participación plena de todas, en la Obra común (cfr. R I).

Fuente: Cfr. “Marie Poussepin y su comunidad. El Servicio de la Autoridad”

Una espiritualidad mariana

La espiritualidad de las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, como lo fue para Marie Poussepin, es cristocéntrica y mariana. Ella puso a su Comunidad bajo el patrocinio de la Virgen, en el misterio de su Presentación al templo.

La Presentación de la Virgen María en el Templo

Es una de las doce fiestas principales del año litúrgico oriental, nos invita a actualizar este misterio en la vida cristiana, a festejarlo con alegría, “portando con las vírgenes nuestras lámparas encendidas”. Esta celebración pasó al calendario romano en 1585. Una tradición muy antigua cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres, Joaquín y Ana, la llevaron al templo de Jerusalén, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios. Es en el Protoevangelio de Santiago, uno de los evangelios apócrifos, donde se narra este hecho.

En el misterio de su Presentación, misterio de escucha y de contemplación, de acogida y de entrega, María se consagra radicalmente al Señor con un “Sí” que prolonga día tras día. María es para nosotras “modelo de fidelidad y de don” (C 15), de una vida totalmente realizada en el amor. María es la mujer que acogió en ella al Verbo para ofrecérnoslo. Al igual que ella, acogemos a Cristo para ofrecerlo al mundo. Esta actitud de ofrenda se expresa en la celebración anual de la fiesta de la Presentación de María, en la que renovamos nuestros compromisos religiosos y en la entrega a los hermanos a través del servicio de caridad. Como una madre que no olvida a su hijo, expresión misma de la ternura maternal de Dios, María nos enseña la misericordia, y por su intercesión, “podemos esperarlo todo”.

Fuente: Textos diversos de la Congregación.

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