Homilía del Domingo XXV del Tiempo Ordinario: ¿A cuántos sirves?

Perú Católico, líder en noticias.- Para nosotros que solemos conformarnos con todo, con tal de vivir tranquilos, la liturgia de hoy nos ofrece una buena lección.

  • Amós

Es un profeta que se presenta como pastor y de poca formación, pero sus profecías, estudiadas a fondo nos hablan de una persona muy bien formada que se oculta bajo esa apariencia.

El párrafo de hoy sale en defensa del pobre y miserable, prometiendo de parte de Dios que a los opresores les llegará el castigo que merecen sus obras.

Cuando dice que jura en nombre de la “gloria de Jacob” quiere decir que jura en nombre de Dios mismo, porque “Dios es la gloria de Jacob”.

Por otra parte, esto es así porque el juramento se hace en el nombre de alguien que es más que el que jura, en el caso, como no hay nadie que sea más que Dios, Él tiene que jurar por sí mismo.

  • Salmo 112

Se trata de un salmo de alabanza. Recordemos que es necesario que en nuestra oración glorifiquemos y alabemos a Dios por un doble motivo fundamentalmente: primero, porque al ser Dios y creador de todo, lo merece todo y, en segundo lugar, por lo que ha hecho por toda la humanidad y por cada uno de nosotros:

“Alabad siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor ahora y por siempre”.

  • San Pablo

En primer lugar pide el apóstol que recemos por toda la humanidad y en concreto por los reyes y gobernantes. Buena lección para todos, porque en general, nos dedicamos muchas veces a criticar a los gobernantes y sus obras y con eso fácilmente nos quedamos satisfechos.

Sin embargo, Pablo pide que recemos por ellos para que tengamos una “vida tranquila y apacible”.

Si encomendamos a los que nos gobiernan y por nuestra parte cumplimos con nuestro deber de ciudadanos, todo irá mejor.

El apóstol añade que “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Se entiende que también los gentiles y en concreto los gobernantes la alcancen, ya que el Dios y Salvador de todos es el mismo Dios y su enviado Jesucristo.

El párrafo termina pidiendo que los hombres recen en cualquier lugar, alzando las manos libres de iras y divisiones: todo lugar es bueno para volverse a Dios en oración procurando tener un corazón limpio de pecado, significado en “las manos limpias”, de las que habla Pablo.

  • Verso aleluyático

Aunque a primera vista parece contradictorio, es una realidad maravillosa que el que aparentemente es tan pobre que nació en un pesebre y murió crucificado y despojado de todo, sin embargo sea Él nuestra riqueza porque ¡es Dios!

“Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.

  • Evangelio

Empieza con una parábola interesante:

Cómo actúa un administrador que obró inicuamente y quiere ganarse a los deudores de su amo, antes de ser despedido, para que luego le ayuden.

Jesús, de esta parábola, saca unas enseñanzas muy concretas y nos da sus consejos:

+ Las riquezas materiales no son buenas ni malas en sí. Todo depende de la manera de actuar y serán malas si hacemos de ellas un dios, como tantas veces sucede.

Así lo vemos con frecuencia, hay personas que apartan a Dios de la sociedad y hacen cualquier cosa con tal de conseguir dinero.

+ Nos aconseja Jesús que seamos vivos y no nos dejemos ganar por los que aman más las tinieblas que la luz. Cuántas veces resulta que los hijos del mal y de las tinieblas son más sagaces y preocupados que los hijos de la luz.

+ La gran conclusión que saca Jesús es: o el primero es Dios o el primero es el dinero: no es posible servir a dos señores a la vez. Al dios dinero que lleva al pecado y aleja del Creador o al dinero justo que nos acerca al Dios verdadero y fiel que nos ama.

Si tienes riquezas y las aprovechas para ayudar al necesitado, en el que está oculto Jesús, puedes salvarte y Dios será tu recompensa: “Tuve hambre… tuve sed…”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo