Homilía del Domingo XXV del Tiempo Ordinario: ¿Es bueno hacer contratos con Dios?

Las lecturas de hoy nos invitan a buscar siempre a Dios y a fiarnos de Él porque nuestro Creador es tan maravilloso que siempre está dispuesto a acogernos.

  1. Isaías

Según los exegetas el libro de Isaías tiene tres autores.

El segundo va desde el capítulo 40 al 55 que es el que hoy leemos en la liturgia.

Este segundo Isaías, dentro del plan de Dios, escribe para consolar a Israel de tantos sufrimientos padecidos. Invita al pueblo:

“Buscad al Señor mientras se deja encontrar. Invocadlo mientras está cerca”.

Incluso invita a los que se han portado mal a abandonar su pecado: Regrese al Señor y Él tendrá piedad, a nuestro Dios que es rico en perdón”.

Jesús nos enseñará que el Señor está dentro de nosotros…

Aprovechemos para invocarlo siempre y confiar en Él.

  • Salmo 144

El salmista insiste en el mismo consejo de Isaías:

“Cerca está el Señor de los que lo invocan sinceramente”.

Aprovechemos para bendecirlo y alabarlo que es nuestra obligación como criaturas:

“Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza… El Señor es clemente y misericordioso… Es cariñoso con todas sus criaturas”.

  • San Pablo

El apóstol Pablo abre su corazón. Parecen luchar el espíritu apostólico y la fidelidad a Jesús, a quien ama intensamente. Por eso advierte:

“Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir”.

Esto es lo que desea su corazón.

Por otra parte, su misión de apóstol le hace comprender que los fieles lo necesitan.

La conclusión de San Pablo, conversando con su querida comunidad de Filipos, es ésta:

“Pero si vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero por otro lado, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros”.

Vaya o no a visitarlos lo que importa es que “lleven una vida digna del Evangelio de Cristo”.

Así es el celo y valentía de un apóstol enamorado de Jesús y fiel a la evangelización.

  • Verso aleluyático

Alude al momento en que una de las mujeres que escuchaban a Pablo en Filipos, llamada Lidia, sintió que “Dios le abrió el corazón para que aceptase lo que decía Pablo” y nosotros ahora pedimos a Dios que nos abra el corazón para acoger el Evangelio:

“Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las palabras de tu Hijo”.

  • Evangelio

Leyendo esta parábola he pensado que no es lo mejor hacer un contrato con Dios.

No porque Dios no lo vaya a cumplir, sino porque quizá no quedaremos contentos nosotros:

Se trata de un propietario, que representa a Dios en la parábola.

Sale temprano a contratar obreros para su viña.

Convienen en un precio que corresponde a lo normal: un denario, el sueldo de un día y empiezan a trabajar.

Después vuelve a salir el propietario y contrata más trabajadores en horas distintas.

No hay contrato sino que les dice simplemente: “vayan a mi viña y les pagaré lo conveniente”.

Fijémonos en los ojos de los obreros al atardecer.

Los últimos abren los ojos como faros al recibir un denario por una hora de trabajo… ¡Jamás se les habría ocurrido!

Los primeros, los del contrato, reciben lo que acordaron, un denario.

Sus ojos miran la moneda enfurecidos: ¡nos has igualado con los de una hora a nosotros que trabajamos todo el día!

Son las cosas de Dios.

Mejor es fiarse de Él que hacer un contrato.

José Ignacio Alemany Grau, obispo