Homilía del Domingo XXV del Tiempo Ordinario: La Pasión de Jesús y de los suyos

En este domingo la liturgia nos habla fundamentalmente del sufrimiento e incomprensión que padeció nuestro Redentor y también las personas que estén dispuestas a seguirle de cerca.

Es bueno que en la práctica tengamos siempre presente que todo sufrimiento, pequeño o grande, encierra salvación para uno mismo, para los demás y para la Iglesia en general.

El dolor aceptado y ofrecido es una fuente de salvación.

  • Libro de la Sabiduría

Como nos muestra la historia los buenos siempre han sido y serán perseguidos simplemente porque estorban.

La lectura de hoy nos enseña esta realidad:

«Acechemos al justo que nos resulta incómodo; se opone a nuestras acciones y nos echa en cara nuestros pecados…».

Y, como conclusión, nos explica cuál es el razonamiento de los enemigos de Dios.

Ante todo se trata de una prueba que en el caso de Jesús llegará hasta la muerte.

Veamos cómo estas palabras se cumplen según narra San Mateo.

Después de hacer sufrir a Jesús y verlo crucificado, los sacerdotes y escribas se burlan de Él, diciendo:

«A otros ha salvado y Él no se puede salvar… ¡Es el rey de Israel! Que baje de la cruz y creeremos en Él».

Les invito a comparar las palabras del libro de la Sabiduría de hoy con el evangelio de San Mateo (27,42-43): «Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama».

  • Salmo 53

El justo se ve perseguido pero confía en el Señor.

En la prueba repite:

«Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal fiador por mí con tu poder… Unos insolentes se alzan contra mí… sin tener presente a Dios.

Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida».

  • Santiago

Con palabras siempre concretas nos explica cómo la sabiduría de Dios produce frutos y obras buenas.

«Los que procuran la paz están sembrando la paz».

En cambio, cuando se desbocan las pasiones, los resultados son destructores:

«Codiciáis y no tenéis… matáis, ardéis en envidia… Os combatís y os hacéis la guerra».

Finalmente Santiago nos habla de la esterilidad de nuestra oración:

«Pedís y no recibís porque pedís mal».

Aquí viene lo que repetía san Agustín, que nuestra oración no da fruto porque: o sois malos o pedís mal o pedís cosas malas.

Toda una lección para meditar.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda las palabras de San Pablo:

«Dios nos llamó por medio del evangelio para compartir la gloria de nuestro Señor Jesucristo».

  • Evangelio

Contiene varias enseñanzas que deberíamos meditar largamente. Señalo algunas:

+ La primera es que Jesús se marcha por la montaña porque quería enseñar a solas a sus discípulos.

+ En un momento determinado les profetiza que será entregado en manos de los hombres y lo matarán y el tercer día resucitará.

+ Los discípulos ni entendían ni querían preguntar.

+ Cuando llegan a Cafarnaúm y, una vez en casa para que no pasen vergüenza, les pregunta:

« ¿De qué hablaban por el camino?»

No contestan porque, mientras Jesús hablaba de humillación y muerte, ellos estaban hablando de quién era el más importante entre los apóstoles.

+ Finalmente, Jesús pone en medio a un niño y, después de abrazarlo, les advierte que solo cuando sean como niños lo recibirán a Él mismo y «quien acoge a Jesús acoge a quien lo envió», al Padre Dios.

José Ignacio Alemany Grau, obispo