Homilía del Domingo XXVII del Tiempo Ordinario: Señor, aumenta nuestra fe

Necesitamos fe para vivir en un mundo que se ha despedido voluntariamente de Dios.

Pero tengamos en cuenta que sin fe no podemos tener esperanza. Tampoco la verdadera caridad porque las tres virtudes, que llamamos teologales, van unidas inseparablemente y crecen, disminuyen o desaparecen por igual.

Hoy la liturgia nos habla de la fe, pero sin olvidar que las tres virtudes van siempre unidas.

  • Habacuc

El profeta hace una pregunta difícil al Señor porque no entiende lo que sucede en su pueblo. La respuesta de Dios tarda, pero llegará en su momento.

La conclusión nos ayuda a nosotros y es muy importante:

«El altanero (injusto) no triunfará, en cambio, el justo vivirá por su fe».

San Pablo recoge este texto en sus cartas de Romanos (1,18) y Gálatas (3,11).

Seamos justos agradando a Dios y viviendo de la fe.

  • San Pablo

En su carta a Timoteo le pide reavivar el don que Dios le otorgó por imposición de las manos, «porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardes sino un espíritu de fortaleza, amor y templanza.

No te avergüences del testimonio de Cristo ni de mí, su prisionero. Toma parte en los padecimientos de Cristo. Ten por modelo las palabras que has oído de mí en la fe y en el amor, que tienen su fundamento en Cristo Jesús».

Finalmente, pide a su discípulo velar por «el depósito de la fe con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros».

  • Salmo 94

Es un salmo que rezamos con frecuencia, sobre todo en el oficio divino. Nos invita a glorificar al Señor:

«Aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva… Entrad, postrémonos por tierra bendiciendo al Señor».

Y termina con una invitación a la conversión:

«Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor».

  • Verso aleluyático

Nos recuerda este versículo cómo la Palabra del Señor no es como la de los hombres, que fácilmente cambia, sino que su Palabra divina permanece para siempre. Y esa Palabra es el Evangelio que nos anuncia la Iglesia.

  • Evangelio

Aquel día los discípulos pidieron a Jesús: «Auméntanos la fe».

La respuesta de Jesucristo es muy interesante y conviene meditarla:

«Si tuvieras fe como un granito de mostaza…».

Esta expresión no indica si los apóstoles tenían o no tenían fe, pero Jesús aclara que si la fe es verdadera puede hacer maravillas y milagros.

Cuando la fe es auténtica participa del poder de Dios y hace cosas inesperadas.

A continuación, con una pequeña parábola, nos invita Jesús a tener humildad y a reconocer que después de haber cumplido nuestro deber aceptemos que no merecemos ningún premio.

Debemos colaborar con Dios y reconocer que todo en el orden sobrenatural es gratuito, es don y gracia que no podemos merecer. Por eso el Señor nos invita a decir:

«Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer».

Colaboremos siempre con la gracia de Dios porque así nos lo pide Jesús, y agradezcamos siempre el don gratuito de Dios.

José Ignacio Alemany Grau, obispo