Homilía del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario: vivimos como hijos de la luz

Prácticamente es hoy el último domingo de la secuencia del año litúrgico, ya que el próximo celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo.

Por eso hoy la liturgia nos habla otra vez de estar preparados para el fin de la vida. Todo el año ha sido recorrer, nosotros con Jesús, cómo deben vivir sus discípulos. Ahora, al final, vamos a ver cómo deben terminar para gozar eternamente con Él en la gloria.

  • Proverbios

El autor nos habla de la mujer fuerte, es decir del modelo de mujer a los ojos de Dios y la presenta como luchadora, decidida y emprendedora y también como hacendosa, es decir, la mujer que sabe gobernar una hacienda.

De esta manera la mujer perfecta es la que conduce la familia y la hacienda a la plenitud.

Podríamos decir que se trata de una mujer fuerte que vive según se describe a la sabiduría en distintos textos bíblicos.

  • Salmo 127

Nos presenta al hombre que tuvo la suerte de encontrar la mujer fuerte de la que hablan los Proverbios:

“Tu mujer como parra fecunda en medio de tu casa”. Y el fruto de la unión de ambos, los hijos: “Tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa”.

Ser un esposo bueno y trabajador y con una esposa así “es la bendición del hombre que teme al Señor”.

Esta clase de familia recibe la bendición de Dios y el premio de ver la prosperidad de Jerusalén.

  • San Pablo

En su carta a los tesalonicenses el apóstol comienza este párrafo quitando importancia a lo que es accidental, por ejemplo, el cómo y el cuándo va a suceder y pide vivir siempre en espera vigilante porque “el Señor llegará como un ladrón en la noche”.

Por eso pide Pablo que vivamos siempre en la luz del día para que no pueda sorprendernos el Señor, algo así como sorprende el ladrón que llega en la noche. Para asegurar esto, aclara:

“Todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas”.

La conclusión muy importante para este día:

“No durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados”.

El verdadero discípulo de Cristo, más que temer, se alegra pensando en el día del encuentro con el Señor.

  • Verso aleluyático

Jesús nos pide que demos fruto verdadero y abundante y para ello, una vez más, nos dice:

“Permaneced en mí y yo en vosotros”.

Estar con Jesús asegura nuestra fecundidad y felicidad para siempre.

  • Evangelio

Jesús, en esta parábola que precede al juicio final en el evangelio de Mateo, nos recuerda que todos venimos a este mundo con unos talentos o cualidades y con ellos debemos trabajar para multiplicarlos con nuestro esfuerzo. Así mereceremos ser glorificados por Dios cuando se los entreguemos al final de nuestra vida.

Nuestra alegría será inmensa si Jesucristo nos dice, entonces como en la parábola:

“Muy bien, eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo muy importante: pasa al banquete de tu Señor”.

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Ahora nos disponemos a empezar otro año litúrgico y recordando junto a Jesús, de la mano de los cuatro evangelistas, el ideal cristiano que es imitar al Maestro, pasada la fiesta de Cristo Rey emprenderemos con San Marcos el ciclo B para seguir aprendiendo y viviendo cada vez con mayor perfección nuestra fe e ir transformándonos en la imagen de Jesucristo para gloria de Dios Padre.

José Ignacio Alemany Grau, obispo