Una vez más, gracias a Dios, comenzamos el año litúrgico con el ADVIENTO y este año con el ciclo A.

Posiblemente nos parezca que volvemos otra vez a lo mismo, con las mismas lecturas de años anteriores, aunque repartidas en tres ciclos.

¿Qué pretende la Iglesia conduciéndonos de esta forma año tras año?

Yo pienso que la liturgia es como una escalera de caracol que cada año nos lleva por los mismos lugares, pero cada uno debe estar más arriba, es decir, ser más semejantes a Jesucristo. En fin, de cuentas, nuestra perfección consiste en imitar cada vez más a Jesús hasta hacernos semejantes a Él, como nos pide San Pablo.

Entramos, pues, con ilusión en este Adviento; es decir, en el tiempo de espera porque viene alguien, para nosotros Jesucristo.

  1. Isaías

Es el profeta más querido de la liturgia. En los cuatro domingos de Adviento será él quien nos hable.

Hoy en concreto profetiza cómo llegará el tiempo en que Jerusalén será el lugar donde llegue el Dios de salvación.

Por ese motivo nos pide:

«Subamos al monte del Señor… Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas porque… de Sion saldrá la ley, de Jerusalén la Palabra de Dios», que para nosotros es Cristo, Verbo encarnado.

  • Salmo 121

Bajo esta orientación entendemos la alegría de este salmo:

«Vamos a la casa del Señor» porque «allá suben las tribus del Señor, según la costumbre de Israel para celebrar el nombre del Señor».

  • San Pablo

El apóstol nos invita a despertar de la modorra en que estamos metidos para recibir gozosos la luz que es Cristo:

«Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer». Por esto nos pide el apóstol que, dejada la actividad de las tinieblas «nos conduzcamos como en pleno día, con dignidad».

San Pablo nos da estos consejos importantes:

«Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias». Lo que Dios quiere de nosotros es que «nos vistamos del Señor Jesucristo».

  • Verso aleluyático

Como una petición propia de este tiempo de Adviento la liturgia nos invita a repetir:

«Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación».

  • Evangelio

En el Evangelio de hoy San Mateo nos pide estar preparados para cuando venga el Señor.

Nos advierte que cuando llegue Jesús pasará como en tiempo de Noé, cuando los pecadores no hicieron caso a los avisos de Dios y el diluvio se los llevó a todos.

A continuación, Jesús nos advierte que cada uno será premiado según sus obras, por eso, aunque «dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán. Dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán».

La conclusión la saca el mismo Jesús, que nos advierte:

«Estad en vela porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor».

Y termina diciendo:

«Estad también vosotros preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

José Ignacio Alemany Grau, obispo