Homilía del II Domingo del Tiempo de Cuaresma: siempre hay luces por el camino

En la historia de salvación, junto a las exigencias del Señor, siempre aparecen algunas señales o luces especiales con las que Él suaviza el camino.

Hoy, en plena cuaresma, la Iglesia nos pone el evangelio de la transfiguración, verdadera luz para los apóstoles después y antes de escuchar la profecía de Jesús:

“El Hijo del hombre tiene que morir y resucitar de entre los muertos”.

  • Génesis

Nos presenta un momento difícilmente comprensible de la vida de Abraham.

Por tres veces el santo patriarca va a repetir “aquí estoy”.

Da la impresión que está muy nervioso y no sin motivo.

Dios ha tardado cien años para darle el hijo de la promesa y un buen día le pide que se lo ofrezca como víctima.

La disponibilidad del santo es grande.

Antes de escuchar el pedido de Dios Abraham le dice: “Aquí estoy”.

Dios le pide el sacrificio de su hijo. Cuando van subiendo al monte Moria el pequeño dice: “Padre”.

Abraham contesta: “Aquí estoy, hijo mío”.

Cuando levanta el cuchillo para sacrificarlo, “el ángel del Señor le gritó desde el cielo: Abraham, Abraham”. Él contestó: “Aquí estoy”.

Entonces se oye la voz del Señor pidiéndole que no lo sacrifique.

La prueba fue muy grande, pero la luz llenó de alegría el corazón del anciano Abraham.

Desde entonces ha quedado Abraham como tipo o figura del Padre Dios que sacrificó a su único Hijo, e Isaac como figura de Jesús.

Según la Tradición, la roca sobre la que Abraham iba a sacrificar a su Hijo fue el lugar sobre el cual Salomón construyó el templo de Jerusalén y ahora se ha convertido en una mezquita, llamada por muchos “la cúpula de la roca”.

También algunas tradiciones refieren que ahí mismo ofrecieron sacrificios Adán, Abel y Noé.

  • Salmo responsorial 115

Nos invita a adoptar en nuestra vida la misma actitud bíblica del “aquí estoy”:

“Señor yo soy tu siervo… te ofreceré un sacrificio de alabanza… Cumpliré al Señor mis votos… en el atrio de la casa del Señor:

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.

  • San Pablo

El apóstol en su carta a los romanos nos recuerda cómo Dios nos ha dado a su Hijo único.

Si esto es así, podemos estar seguros de que escuchará siempre nuestras peticiones:

“¿Cómo no nos dará todo con Él?”

Por eso nos invita a no perder nunca la confianza en nuestro Dios:

“Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”.

  • Versículo cuaresmal

Recoge uno de los momentos importantes y sin duda el más práctico para nosotros:

“En el esplendor de la nube (símbolo del Espíritu Santo) se oyó la voz del Padre:

Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo”.

  • Evangelio

Jesús sube al monte Tabor con sus tres predilectos, Pedro, Santiago y Juan y les muestra su grandeza:

Transformado en un ser luminoso conversa con Moisés que simboliza la ley y Elías que es el más importante de los profetas.

En ese momento se hace presente, de una forma similar al día del bautismo, la Santísima Trinidad.

Los apóstoles se turban y prácticamente no supieron gozar de la visión.

Así suele acontecer:

Por fijarnos en detalles sin importancia o en lo negativo perdemos las maravillas que se nos presentan.

Cuando descendían de la montaña Jesús se dirigió a ellos para ordenarles que “no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.

De toda la escena y luz maravillosa lo que les quedó a los apóstoles fue:

“Que discutían qué sería aquello de resucitar de entre los muertos”.

Aprovechemos en este día la enseñanza de la Iglesia que nos invita a sufrir y a gozar junto con Jesús camino de la Pascua.

José Ignacio Alemany Grau, obispo