Como criaturas y débiles necesitamos permanecer unidos con alguien que nos dé seguridad ante las mayores dificultades de la vida y sobre todo frente al más allá.

Jesús nos lo explicará en el Evangelio y en las otras lecturas veremos cómo se ayudan los hermanos que se aman en Cristo.

  • Hechos de los Apóstoles

A Pablo le costó mucho ser aceptado por los cristianos cuando empezó a evangelizar.

Él iba con verdadera pasión proclamando la fe en Jesucristo pero se encontraba con que muchos lo tenían por traidor y otros creían que engañaba.

Sin embargo no se arredró y siguió evangelizando con gran sacrificio.

Se había enamorado de Cristo y nadie lo podría callar.

Hoy nos cuenta San Lucas cómo Pablo convertido, regresó a Jerusalén para evangelizar y aunque le costó empezar, llegó un tiempo en el que se “movía libremente evangelizando en Jerusalén… Discutía también con los judíos de lengua griega” que se propusieron eliminarlo.

Pero los hermanos se enteraron y lo llevaron a Cesarea y desde allí lo enviaron a Tarso.

  • Salmo responsorial 21

Nos invita a glorificar al Señor y a comprometernos con nuestras promeesas y votos al Señor. También adelanta un futuro de  glorificación de Dios:

“En su presencia se postrarán las familias de los pueblos… ante Él se inclinarán los que bajan al polvo”.

El salmista espera que Dios le haga vivir para Él y que su descendencia sirva al Señor y proclamará las grandezas del Señor a las futuras generaciones.

  1. 1 San Juan

Comienza con un consejo muy importante para que evitemos tener un amor de palabrería, o de boca solamente. El nuestro debe ser un amor de verdad y con obras.

Repite, una vez más, este mandamiento de Dios: “que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó”.

En este mandamiento podemos decir que se reduce toda la enseñanza de San Juan, tanto del Evangelio como de sus cartas: el amor a Dios en Cristo y el amor al prójimo.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda un hermoso pedido que Jesús nos repite en la última cena:

Permaneced en mí y yo en vosotros, para que deis fruto abundante.

Este verbo “permanecer” lo repite Jesús dada la importancia que tiene, ya que nosotros solemos ser bastante inconstantes.

  • Evangelio

El Evangelio de hoy es una bellísima alegoría, es decir una parábola continuada, en la que Jesús, una vez más se presenta como el “Yo soy” y compara a la Trinidad Santa con nosotros, formando una vid. De esta manera podríamos resumir lo que nos dice Jesús: que el Padre es el dueño de la vid, Jesús mismo es el tronco al que estamos unidos todos los fieles como los sarmientos a la planta.

Profundizando nosotros podríamos sacar la conclusión de que la raíz y sabia que nutre toda la planta es el Espíritu Santo, es decir el amor del que Jesús habla continuamente.

Jesús saca la conclusión de que solo si permanecemos en Él podremos alcanzar la alegría de la fecundidad que es el fruto abundante.

Nos advierte también: “Sin mí no podéis hacer nada”.

Termina diciéndonos el párrafo de hoy que si permanecemos de verdad unidos a Jesús podemos pedir todo lo que queramos y se realizará.

Finalmente nos advierte Jesucristo que el Padre “recibe gloria cuando damos fruto abundante” y es entonces cuando somos verdaderos discípulos de Jesús.

José Ignacio Alemany Grau, obispo