Homilía del V Domingo del Tiempo de Cuaresma: con la alianza en el corazón

Dios, por medio de Jeremías, nos habla de cómo va a meter su Ley en el corazón de los fieles. Tengamos en cuenta que muchas veces va la ley por un lado y la vida y el corazón por otro.

Que este domingo podamos descubrir la importancia de cumplir la Ley del Señor por amor y con fidelidad toda la vida.

  • Jeremías

Nos habla de un tiempo especial en el cual la alianza no se cumplirá según el capricho de cada uno. La alianza que Dios pide a Israel es que la lleve metida en su pecho y escrita en su corazón y así se realizará el plan de Dios: “yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.

  • Salmo responsorial 50

Sabemos que este salmo es fundamentalmente penitencial y que fue fruto del sincero arrepentimiento de David después del pecado gravísimo que cometió.

Con la liturgia lo repetimos muchas veces en el tiempo de cuaresma. Meditemos una vez más:

“Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado”.

  • Carta a los Hebreos

El autor de esta carta nos recuerda que Cristo “a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas a quien podía salvarlo de la muerte”.

Así, con su sacrificio, “se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna”.

Que este domingo agradezcamos una vez más a Jesucristo cuya muerte vamos a recordar dentro de unos días con mucho amor y con la seguridad y alegría de su resurrección.

  1. Aclamación al Evangelio

Nos recuerda uno de los pedidos de Jesús para todos los que le sigan:

“El que quiera servirme que me siga y donde esté yo allí estará también mi servidor”.

Si queremos estar con Jesús debemos servir al prójimo.

  • Evangelio

En el Evangelio de este día encontramos una serie de pensamientos que nos pueden ayudar a profundizar:

+ Vienen unos griegos y dicen a los apóstoles: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.

Qué importante es que surja en nuestro corazón la inquietud por Cristo y que brote en Él la necesidad de hacer todo lo posible para verlo por la fe.

+ Jesús dice: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”.

Así llama Jesús al momento de su muerte y crucifixión por la que va a salvarnos a todos.

+ “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo”.

Esto lo dice por Él y por nosotros para que entendamos que por el sacrifico, sobre todo el último, encontraremos la fecundidad de nuestra vida.

+ “Mi alma está agitada”.

Muchos hagiógrafos dicen que este párrafo viene a ser la oración del huerto de Getsemaní contada por San Juan. Esto explica que acepte ese sufrimiento porque “para esto he venido, para esta hora”. Entonces Jesús pide: “Padre, glorifica tu nombre”.

Es entonces cuando la voz del cielo dice: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.

De esta manera el Padre promete a su Hijo la victoria y glorificación final.

+ La gente escucha y no entiende.

Unos dicen “ha sido un trueno o le ha hablado un ángel”.  Jesús aclara: “Esta voz no ha venido por mí sino por vosotros”. Y a continuación confirma su sacrificio por la salvación del mundo: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”.

Jesús hablaba de su elevación primera en la cruz y la segunda su ascensión a los cielos con la glorificación total prometida por el Padre.

Cuando meditemos en la pasión, sobre todo en Semana Santa, tengamos presente este capítulo doce de San Juan que nos habla de la angustia de Jesús por nosotros.

José Ignacio Alemany Grau, obispo