Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Antes de hablar de él conviene recordar la importancia del Convictorio San Carlos, una de las instituciones educativas de nivel universitario más prestigiosas en el Perú, en los últimos años del virreinato e inicios de la época republicana. Su fundación nace a raíz de la expulsión de los jesuitas en 1767. El edificio elegido fue el Noviciado de San Antonio Abad de los jesuitas  (actual Casona de San Marcos y Panteón de los Próceres), edificio con gran capacidad, con cinco patios centrales alrededor de los cuales se distribuían las habitaciones. A él se destinan los pocos alumnos que quedaban en el de S. Martín y los de S. Felipe y S. Marcos también se destinan a este colegio y fueron nombrados profesores. El plan de estudios era el mismo que el de San Marcos, recientemente reformado con las innovaciones de las Universidades españolas especialmente la de Salamanca.

El primer rector fue don José Lasso Mogrovejo nombrado el 14 de enero de 1771. El segundo rector fue el doctor Francisco Arguellada y Sacristán, quien gobernó desde 1772 a 1786. El tercer rector fue el doctorToribio Rodríguez de Mendoza, desde agosto del 1786 a mayo de 1817 por 31 años de reconocido desarrollo por su compromiso científico y espiritual.

Natural de Chachapoyas, estudió gramática y latinidad en el Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo. En 1766, gracias a una beca, pasó al Seminario de Santo Toribio de Lima, donde se graduó en Artes. Durante el tiempo que duró sus estudios, dicho seminario estuvo regido sucesivamente por Agustín de Gorrichátegui y Baltasar Jaime Martínez Compañón, quien se convertiría en Arzobispo de Trujillo y por ende pastor de la grey chachapoyana, que en una de sus visitas pastorales en 1786 dona parte de su fortuna para la creación de la primera escuela de Artes y Ciencias en la ciudad de Chachapoyas.

En la Universidad Mayor de San Marcos se graduó de bachiller en Sagrados Cánones el 16 de abril de 1779 y se recibió de abogado ante la Real Audiencia de Lima, el 5 de junio del mismo año. Luego logró el doctorado en Teología.

Al llegar al Convictorio, buscará una enseñanza de la filosofía, del derecho y de la teología al hilo del desarrollo de las ciencias naturales; también introduce la historia en la enseñanza de la teología y del derecho, el uso de la lengua materna para las clases y para la sustentación de grados. Cambia el manual de Cartier por el de Duhamel, quien propone un estudio de la Teología por los textos de los santos padres y los doctores de la Iglesia. En cuanto al -estudio del derecho se impuso la misma dinámica, estudiar teniendo como base la historia concreta de los pueblos. Debía asegurarse además que los libros tuviesen “buena doctrina”, es decir que no vayan nunca contra los privilegios y las prerrogativas del soberano. Entre estos privilegios se encuentra el del Real Patronato que degenera en el Regalismo del virrey Amat, quien como el rey Carlos III, llegará a intervenir en todos los asuntos eclesiásticos con más autoridad que los mismos eclesiásticos.

Uno de los puntos capitales que enseñó a sus alumnos criollos fue que los indios eran sus hermanos, que los hombres eran todos iguales y que por encima de la diversidad racial estaba el nombre del Perú: “[…] los indios por fin son elevados a la dignidad de hombres…Los primeros resultados serán la unidad del idioma y al fin la recíproca amistad nacida de la igualdad que pone a cubierto de la opresión”. El rectorado de Toribio Rodríguez de Mendoza finaliza a causa de la famosa visita de mayo de 1815 para vigilar su funcionamiento y el cumplimiento de sus constituciones. Rodríguez de Mendoza se siente dolido por cierta desconfianza, agregándose por otra parte la gran penuria económica por la que atravesaba el convictorio, el tercer rector dimite. Ya anciano, tuvo la alegría de ver a 35 de sus antiguos alumnos carolinos como diputados del Primer Congreso del Perú, cuyas sesiones preparatorias él mismo presidió. Como síntoma elocuente de las ideas inculcadas por el viejo maestro, estos diputados firmaron un Manifiesto que decía a la letra: “A los Indios de las provincias interiores. Nobles hijos del sol, amados hermanos, a vosotros virtuosos indios […] y no os asombre que os llamemos hermanos: lo somos en verdad, descendemos de los mismos padres, formamos una sola familia […]”.

Es considerado como el precursor ideológico de la independencia peruana, debido a que fue un profundo sembrador de ideas que condujeron al país a su era republicana.

Foto del autor de esta sección y de este artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

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