La necesidad de la vida ejemplar de los políticos, por Fray Johan Leuridan

Enseñar una teoría de ética no es suficiente para lograr un comportamiento ético, según Aristóteles.  Se necesita también el buen ejemplo. En la historia encontramos la reflexión sobre la importancia del ejemplo de Cristo en el Nuevo Testamento para el logro de la conversión o cambio de la vida de los cristianos. En la filosofía de Aristóteles encontramos la importancia del ejemplo de los líderes políticos para su credibilidad personal y para la aceptación de su política.  Hasta el siglo XVIII se ha mantenido este criterio de la ejemplaridad personal, pero el predominio de la razón en la época de la Ilustración hizo desaparecer la teoría del ejemplo y de la imitación. A partir de esa fecha la ley abstracta reemplaza al ejemplo de las autoridades políticas. Kant, filósofo ilustre de la modernidad, contribuía mucho a esta tendencia por negar la importancia de las emociones. Su prioridad absoluta de la razón influía también mucho en convertir el cristianismo en una fe para aprender verdades.

La situación actual tampoco es propicio para ejemplos de ética. Señalamos los diferentes motivos. La cultura moderna materialista no acepta admirar a personas que pueden ser admiradas por sus valores. Figuras ideales como Confucio, Buda, Gandhi, Cristo y Homero, fundadores de culturas no son reconocidas como antes. Las redes y los medios promueven los cantantes y astros de Hollywood que en general no son ejemplos de valores. La gente admira figuras que destacan, pero por su calidad profesional excepcional como, por ejemplo, Messi. También la vida de corrupción en la vida política hace dudar al pueblo del sentido de la política y el error de los políticos que piensan que el único problema es el económico. Por eso, crece la indiferencia por la política y existe un descontento o cansancio de la vida para poder cumplir con valores y normas. Las autoridades han perdido la potestad para señalar el deber al ciudadano. El miedo a las sanciones por transgredir las leyes no es suficiente para resolver el problema. Tampoco la crítica contra la corrupción resuelve el problema.

El filósofo, español, Javier Gomá tiene el mérito excepcional de actualizar la reflexión filosófica sobre la ejemplaridad de los políticos. Todos somos ejemplos para todos porque el “yo” vive en un entorno de influencias mutuas a la que es imposible sustraerse. Vivimos, nos movemos y existimos entre ejemplos. Todos somos ejemplos para el bien o para el mal. El ejemplo añade a la razón una fuerza atractiva en diferencia con la coerción abstracta de la razón. Las pasiones aporten una gran motivación. Los ejemplos tienen una gran influencia en el ánimo y en el corazón. Los ejemplos entran en el corazón y lo reforman. “Las leyes coaccionan a los ciudadanos y los ejemplos entran en el corazón y lo transforman”. Las autoridades que se sacrifican transmiten un mensaje emocional. Los políticos deben gobernar de dos maneras: produciendo leyes y produciendo costumbres. Una cosa es lo que políticos ordenan (coacción) y otra lo que ellos son (ejemplos). La virtud de los gobernantes es esencial, pues “la naturaleza misma nos impulsa a amar a quienes creemos que está adornados de estas virtudes” (Cicerón). Los vicios de los políticos, su egoísmo y corrupción tienen una consecuencia negativa a nivel nacional. Surge un descontento general y el gobierno pierde la potestad de ordenar. Malos ejemplos traen malas imitaciones. ¿Un taxista me dijo: ¿si ellos pueden robar, porque yo no? Platón decía que los políticos ofrecen resolver los problemas del pueblo en sus campañas electorales, pero estando en el gobierno se olvidan y se dedican a enriquecerse. Además, los líderes nacionales no tienen vergüenza de su corrupción.

No se puede separar la ética pública de la ética privada, porque los dos dependen de la decisión interior del individuo. El descontento no se puede resolver sin una reforma de la vida privada. La conciencia cristiana es una conciencia que en cada situación consulta la norma viva de Cristo para preguntarse lo que debe hacer y recibe la fuerza para cumplir. La vida cristiana es el seguimiento o la imitación del ejemplo de Cristo.

Por Fray Johan Leuridan Huys