Perú Católico, líder en noticias.- Si bien rendimos culto al Corazón de Jesús, nuestro culto va más allá del corazón de carne, se dirige al Amor de Dios cuyo símbolo elocuente es el corazón de su Hijo. Es decir, esta devoción se dirige a Jesús mismo. Jesús es la manifestación clara del Amor Misericordioso de Dios para con toda la humanidad. Su Sagrado Corazón buscó en todo momento manifestar ese Amor Divino por la humanidad cuando sin descanso buscó aliviar el dolor y la miseria de los hombres. Sus milagros son la gran manifestación del Amor Divino que no tiene límite ni puede quedar encerrado en sí mismo.

El objeto de esta devoción exige un acto apropiado por parte de nosotros, ya que la devoción al Corazón amante de Jesús, es principalmente una devoción al Amor, a Jesús. Su característica debe ser la reciprocidad del amor, es decir pagar su Amor con nuestro amor.

Más aún, debido a que hoy en día tantas almas se alejan de este Amor, el amor propio de la devoción deberá manifestarse como un amor de reparación. De ahí la importancia de los actos de desagravio. Todo cristiano está llamado a ser un alma Reparadora. Reparar es consolar el Corazón de Cristo por los ultrajes que frecuentemente recibe. El amor de reparación es semejante al Amor de Jesús Víctima que fue el primero en reparar el honor ultrajado de Dios Padre por el pecado. Jesús es Víctima inocente que carga con los pecados del mundo y se ofrece al Padre en el Altar de la Cruz para reparar estas ofensas.

La devoción al Corazón de Jesús nos invita a Imitarle en este Amor reparador. Reparar nuestros pecados y también los pecados ajenos. Esto es pagar amor con amor. Cuando rogamos por un pecador  y nos ponemos en su lugar, pidiendo perdón por sus pecados, nos hacemos semejantes al Sagrado Corazón que arde de Amor por la Salvación de las almas. Cuando rezamos por la conversión de los pecadores, el Sagrado Corazón encuentra en esta oración, reparación por las ofensas recibidas y no puede más que escucharr estas súplicas.

Estamos invitados a imitar al Corazón Divino en todo momento de nuestra vida; si así lo hacemos el transformará nuestra vida, llenando nuestro corazón de su Amor reparador, y derramando gracias abundantes sobre nuestras almas. Acerquemos los corazones de todos los hombres al Corazón Divino de Jesús, Adorando, Reparando, Pidiendo perdón por ellos, que nuestra vida sea totalmente una Luz para nuestros hermanos y una hoguera de amor para el Corazón Divino.

“El Corazón de Jesús

es el símbolo por Excelencia de la

Misericordia de Dios;

pero no es un símbolo imaginario,

es un símbolo Real,

que representa el Centro,

la fuente de la que ha brotado la Salvación

            para la entera humanidad”     Papa Francisco

Misioneras de Jesús Verbo y Víctima