Papa en la Misa Crismal: Un sacerdote mundano es un pagano clericalizado

El Papa presidió en la mañana del Jueves Santo la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro. En su homilía, Francisco señaló tres espacios de idolatría escondida en los que el Maligno utiliza sus ídolos para depotenciar la vocación de pastores: la mundanidad, el pragmatismo y el funcionalismo.

Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano

 “Ser sacerdotes es, queridos hermanos, una gracia, una gracia muy grande que no es en primer lugar una gracia para nosotros, sino para la gente”, lo afirmó el Papa Francisco en su homilía al presidir esta mañana, en la Basílica de San Pedro, la concelebración de la Misa Crismal con los patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos y presbíteros presentes en Roma. Una celebración en la que el Pontífice bendice el óleo de los catecúmenos y de los enfermos, consagra el Crisma y los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales.

Iniciando su homilía, el Papa se refiere a la lectura del profeta Isaías leída durante la celebración y recuerda que es el Señor mismo quien paga el salario del sacerdote, su recompensa, es decir, “su Amor y el perdón incondicional de nuestros pecados a precio de su sangre derramada en la Cruz”.

No hay salario mayor que la amistad con Jesús. No hay paz más grande que su perdón. No hay precio más costoso que el de su Sangre preciosa, que no debemos permitir que se desprecie con una conducta que no sea digna.

Es decir, subraya a continuación el Obispo de Roma, “estas son invitaciones del Señor a que le seamos fieles, a ser fieles a su Alianza, a dejarnos amar, a dejarnos perdonar; no sólo son invitaciones para nosotros mismos, sino también para poder así servir, con una conciencia limpia, al santo pueblo fiel de Dios”.