Perú: Jóvenes religiosos palotinos culminan experiencia misionera

Conocer las misiones a tiempo. Al llegar al Perú, en específico a las dos parroquias misioneras que tienen a su cargo los palotinos, fueron bautizados por los fieles como el «hermano Julio» y el «hermano Bruno». De este modo, sintieron de inmediato el cariño de las comunidades parroquiales y a la vez su protección.

Esta experiencia la tuvieron durante diez meses los religiosos Bruno Roberto y Julio César Días, quienes fueron seleccionados por sus superiores en Brasil, a fin de vivir una experiencia misionera, como parte de su itinerario formativo.

Fue así que conocieron y experimentaron la práctica del apostolado, que desde el año 2014 viene desarrollando la Sociedad del Apostolado Católico (Padres y hermanos palotinos), sea en Vilcashuamán (Ayacucho), así como en San Martín de Porres (Lima).

Según el padre Manoel Santana, párroco de Nuestra Señora de las Misiones en Lima Norte, la llegada de Bruno y Julio Cesar «fue una experiencia nueva y gratificante para nuestra comunidad misionera en el Perú, pues a pesar de la grave situación de emergencia sanitaria, ellos hicieron una buena labor pastoral, visitando a los enfermos y dando bendiciones en sus hogares, además de apoyar en las celebraciones litúrgicas».

Junto a esto, quien es también el superior de los palotinos en el Perú, aseguró que esta etapa vivida por los jóvenes religiosos, «les ayudará en su formación y en las decisiones futuras, en todas las áreas de sus vidas».

Una vivencia recomendable

En un recorrido por la experiencia vivida, y poco antes de embarcarse rumbo al Brasil días atrás, el hermano Julio Cesar reflexionó sobre los meses transcurridos en nuestro país.

«Fue una experiencia buena y triste a la vez, porque la pandemia se llevó mucho, pero todo contribuye al crecimiento. Aquí en el Perú tuve una gran acogida, vivir de cerca con las familias fue muy rico. Me di cuenta de que la gente tiene sed de saber más sobre Dios y lo cuidadosos que son con sus familias».

Por su parte, el hermano Bruno, quien también partió a su país, reconoció los frutos recogidos de la vivencia misionera.

«En los últimos diez meses he podido vivir una de las experiencias más ricas de mi camino formativo: una experiencia de misión ad gentes. Luego de este tiempo en nuestras comunidades en tierras peruanas, y en contacto con las diferentes realidades en las que se insertan, regreso a Brasil con la convicción de que aquí nuestro carisma es necesario y podemos cooperar mucho con misión de la Iglesia en el Perú».

A modo de reflexión final y satisfecho por lo conseguido, el padre Manoel Santana añadió: «Creo que la llegada de nuestros seminaristas al Perú abrió nuevas perspectivas en el campo misionero, para la formación de nuestros futuros hermanos y sacerdotes misioneros».