Piura: Arzobispo preside Santa Misa y Te Deum en la Basílica Catedral

La mañana de ayer, en medio de un clima de profundo fervor, y con ocasión de celebrarse el 201° Aniversario de la Independencia del Perú, los fieles piuranos participaron de la Santa Misa y Te Deum en la Basílica Catedral de nuestra ciudad, donde ofrecieron sus plegarias y súplicas por el país. La celebración eucarística estuvo presidida por el Arzobispo Metropolitano Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., y fue concelebrada por el R.P. José Sandoval Purizaca, Párroco de la Parroquia San Miguel Arcángel, el R.P. Wilfredo Gonza Calderón y el R.P. Felizardo Arrascue Vega, Capellanes del Ejército y de la Fuerza Aérea respectivamente, en nuestra Arquidiócesis. También se contó con la asistencia de las más altas autoridades políticas, civiles, militares, diplomáticas y universitarias de la Región, presididas por el Dr. Servando García Correa, Gobernador Regional de Piura y el General de División EP Orestes Martín Vargas Ortíz, Comandante General de la Primera División de Ejército y Comandante del Comando Operacional del Norte, así como de los miembros de las Asociaciones Cívico Patrióticas de nuestra ciudad. 

Al finalizar la Santa Misa con gran júbilo y expresando gran amor por el Perú, todos los presentes entonaron a viva voz el Himno Te Deum y las sagradas notas de nuestro Himno Nacional, acompañados por la Banda Conjunta de Músicos de las Fuerzas Armadas del Perú.

A continuación, les ofrecemos el texto completo de la Oración Patriótica que pronunció nuestro Arzobispo en esta importante ocasión:

ORACIÓN PATRIÓTICA
CON OCASIÓN DEL 201º ANIVERSARIO
DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

Nos reunimos en esta Basílica Catedral de Piura, para ofrecer la Santa Misa por el Perú, y de esta manera renovar el voto solemne que la Patria al Eterno elevó, el 28 de julio de 1821, hace precisamente doscientos un años. Lo hacemos siguiendo la tradición que instituyera don José Francisco de San Martín y Matorras, a quien el Perú confirió agradecido los títulos de “Fundador de la Libertad del Perú”, “Fundador de la República”, “Generalísimo de las Armas”, y “Protector” de la Nación.  

En efecto, después de haber proclamado la Independencia de nuestro país, San Martín, solicitó al entonces Arzobispo de Lima, Monseñor Bartolomé de las Heras, que agradeciera a Dios el don de la libertad con la celebración de una Misa solemne, a la cual siguió el canto del himno del “Te Deum laudamus”, “A ti, oh, Dios, te alabamos”, himno que se entona sólo en ocasiones importantes para agradecer al Señor por sus grandes beneficios. Siguiendo el pedido del “Libertador y Protector del Perú”, la Misa se celebró solemnemente el 29 de julio de 1821.

La Libertad: Don precioso

Nosotros continuamos esta tradición de nuestros mayores, conscientes que la libertad es un don precioso que nos viene de Dios; que es un derecho fundamental del hombre, por haber sido creado a imagen y semejanza Suya (ver Gen 1, 26-27), y que es fuente de donde brota la dignidad humana.

Para nosotros los creyentes en Cristo, el Señor Jesús es el garante de nuestra libertad, porque Él, con su pasión, muerte y gloriosa resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado, fuente de toda injusticia, miedo, opresión, y sufrimiento. Para ser verdaderamente libres, y ser capaces de construir una sociedad justa y reconciliada, el hombre necesita ser liberado del pecado, y ser transformado en una nueva creatura en Cristo, por medio de la conversión del corazón, porque la verdadera libertad, lo es para el bien y el amor. La verdadera libertad, no es, ante todo, “libertad de”, sino “libertad para”. El pleno ejercicio de la libertad es el amor, mediante el cual uno se dona o entrega en servicio a los demás.

El peligro latente del totalitarismo

Por otro lado, ante el peligro siempre latente del totalitarismo, que, por medio de la imposición de una Asamblea Constituyente, buscaría implantar un régimen ideológico en el Perú, no se debe olvidar que no hay verdadera libertad cuando todos los poderes se concentran en manos de un grupo, o cuando el bien común se confunde con los intereses de un solo partido o ideario político que se identifica con el Estado, el cual tiende a absorber en sí mismo a la nación, la sociedad, la familia, las comunidades religiosas y a las mismas personas. No hay verdadera libertad, cuando las libertades de los individuos son absorbidas por una colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre, y a su historia personal y colectiva.[1] 

Liberar al Perú de la lacra de la corrupción

Un año después de haber celebrado el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, ciertamente desearíamos que el escenario, nacional y regional, fuera radicalmente distinto al que realmente existe hoy en día. Pero lamentablemente no es así. Hoy vemos con dolor y profunda preocupación, cómo la corrupción ha alcanzado niveles inconcebibles, escandalosos, y ha manchado a los más altos representantes del poder político, incluidos sus familiares más cercanos. Pareciera que se concibe al Estado peruano como un botín, ante el cual, no hay tiempo que perder en saquear.

En apenas un año, las denuncias de corrupción en el gobierno, no han dejado de sucederse día tras día ante la indignación y el escándalo de todos, como son entre otras, los descarados lobbies nocturnos, los negociados en las adjudicaciones de las obras públicas, los actos de nepotismo, favoritismo, y presiones en el nombramiento de cargos en el sector público y castrense, el copamiento del Estado, el tráfico de influencias, las presuntas asociaciones ilícitas para delinquir, los posibles actos de obstrucción de la justicia y encubrimientos, coimas de todos los montos, y para todos los gustos, ofrecidas en maletines o descubiertas en los lugares más insólitos, etc.

Todo ello ha generado la comprensible indignación y el repudio nacional. Cabe preguntarse: ¿Podrá sostenerse un gobierno marcado por tantos escándalos?

A todo lo mencionado, se agrega en nuestro caso que, según la Contraloría General de la República, nuestra Piura ha liderado el año 2021, el ranking nacional de perjuicio económico por causa de la corrupción e inconducta funcional en la administración pública, ascendente a unos mil millones de soles, nada menos que el equivalente necesario para hacer realidad nuestro Hospital de Alta Complejidad. Si bien la corrupción nos afecta a todos, ésta se ensaña especialmente con los peruanos más pobres y necesitados, quienes resultan siendo los más perjudicados. La corrupción, es sin lugar a duda, el principal mal público que nos agobia como Nación, y el enemigo a vencer.  

Cuánta razón tiene el Papa Francisco cuando afirma: “La corrupción, es una de las heridas más lacerantes del tejido social, porque lo perjudica gravemente tanto desde un punto de vista ético como económico: Con la ilusión de ganancias rápidas y fáciles, en realidad empobrece a todos, menoscabando la confianza, la transparencia y la fiabilidad de todo el sistema. La corrupción degrada la dignidad del individuo y destruye todos los ideales buenos y hermosos. La sociedad en su conjunto está llamada a comprometerse concretamente en combatir el cáncer de la corrupción en sus diversas formas”.[2]

El año pasado con ocasión del Bicentenario de nuestra Independencia, reclamaba como tarea urgente que había que liberar al Perú de la lacra de la corrupción. Un año después, constatamos con dolor que estamos más esclavos a ella que antes, y que esta tarea se vuelve hoy más que nunca urgente e irrenunciable. Por ello reitero lo que dije hace un año en este mismo recinto sagrado: Que el Bicentenario, “sea ocasión para recuperar en la vida política y en nuestra vida social nacional y regional, las virtudes y los valores de la honestidad, la laboriosidad, el servicio y la solidaridad. No solamente no hay que ser corrupto, sino que hay que denunciar y luchar decididamente contra toda corrupción. En el ejercicio del poder político es fundamental aquel espíritu de servicio, que, unido a la necesaria competencia y eficiencia, es el único capaz de hacer «transparente» o «limpia» la actividad de los hombres políticos, como justamente, lo exige hoy en día el pueblo peruano”.[3]

Actual desgobierno y caos social

Asimismo, constatamos con suma preocupación el desgobierno y caos en el que se desenvuelve nuestra vida nacional. En un año de gobierno se han sucedido cuatro gabinetes ministeriales y 52 ministros de estado. En algunos ministerios tan importantes como el del Interior, llamado a garantizar el orden interno y público, y proteger el libre ejercicio de los derechos y las libertades fundamentales de las personas, se han nombrado 7 ministros en esta cartera, en menos de un año. A todo ello se suma la pésima elección, por parte del Ejecutivo, de los equipos de gobierno para conducir el Estado peruano.

Con semejante velocidad de los relevos en el Gobierno, es imposible que se den las condiciones para propiciar un crecimiento económico y un desarrollo integral planificado y sostenido, después de una pandemia que ha sacudido al Perú como a pocos países en el mundo entero, teniendo nuestro país el tristemente célebre récord mundial de más muertos por 100,000 habitantes, por causa del Covid-19.

Más aún, con la actual ingobernabilidad existente, se han generado una serie de actos de violencia, muertes y lesiones graves de compatriotas, el secuestro, la extorsión y el robo agravado a periodistas, claras amenazas a la libertad de prensa, la destrucción de la propiedad pública y privada, huelgas que perjudican el crecimiento económico del Perú y el bien de todos los peruanos, y como si esto fuese poco, a todo ello se suman los problemas generados por la injusta guerra impuesta por Rusia a Ucrania, que, en el caso de Perú, hacen que la situación se agrave aún más.  

Entre todas las dificultades a enfrentar, la más grave de ellas es el de la próxima crisis alimentaria mundial. Prácticamente todas las Regiones del Perú han informado que en este año 2022, la producción de alimentos disminuirá en nuestro país, y que ésta seguirá cayendo en los siguientes años, si no se toman las medidas adecuadas a corto plazo. A ello se suma el alza de los precios de la canasta familiar, el aumento de la inflación, y la dificultad de los más pobres y vulnerables para comprar los productos de primera necesidad, por no tener los ingresos suficientes para ellos.

Por todo ello es justo preguntarse: ¿Será capaz el actual Gobierno de dirigir los destinos de la Nación en los próximos cuatro años? Si seguimos así, ¿el Perú no se encamina a un abismo obscuro y a una anarquía social? ¿No será este desgobierno y caos, parte de un plan para hacer implosionar el actual estado de derecho, y con ello nuestra frágil democracia y a sus instituciones? ¿Estamos acaso ante una desinstitucionalización programada?

Por el lado del Poder Legislativo, la realidad no es más alentadora. No es posible que, en medio de la peor crisis de nuestra historia reciente, los llamados “Padres de la Patria”, no logren ponerse de acuerdo, estén divididos, enfrascados en una lucha por el poder, anteponiendo sus intereses particulares y de grupo político, a los sagrados intereses del Perú. No se debe permitir que la prevalencia de intereses personales y el partidismo, le sigan haciendo tanto daño al país. Como lúcidamente afirmaba el Maestro Basadre, hoy “se requiere cordura, lucidez y la superación de los viejos vicios de la lucha política criolla, que son el faccionalismo, la aptitud para el dicterio, el atolondramiento”.[4]

En este nuevo aniversario patrio, hago un llamado al entendimiento y a la unión entre todos los peruanos y piuranos a defender nuestra democracia y nuestras libertades fundamentales de manera justa y pacífica, así como realizar un trabajo más coordinado y eficiente en beneficio de todos, pero especialmente de los más pobres del país y de nuestra Región.

Impulsemos las obras que Piura necesita

Al comienzo de este año, dirigí a todos una Carta Pastoral la cual titulé: “Vivamos la Cuaresma haciendo todo el bien que podamos impulsando las obras que Piura necesita”. Pocos medios de comunicación y autoridades se hicieron eco de ella. Después de cuatro meses de escrita y hecha pública, considero que dicha Carta Pastoral no ha perdido vigencia, sino todo lo contrario, ha cobrado gran actualidad, cuando por ejemplo, los piuranos constatamos con indignación como se nos quiere despojar de nuestro Hospital de Alta Complejidad, o está por perderse el proyecto del Plan Integral del Río Piura, así como la reciente denuncia del nuevo director de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, que en Piura hay 123 obras detenidas, por un monto cercano a los tres mil millones de soles, entre las que se encuentran hospitales y colegios, lo cual es indignante. Es incomprensible cómo en una Región con tantas necesidades, no se tenga capacidad de gestión y de gasto para las obras que tanto necesitamos los piuranos, habiendo entre nosotros tan buenos y honestos profesionales. El no corregir la ineficiencia estatal, el inmovilismo ante el clamor de las necesidades de la población, es también una forma de corrupción.

Por eso quiero nuevamente dirigirme de manera especial a nuestros gobernantes, a los congresistas de nuestra Región, así como a la clase política piurana, a los funcionarios públicos, al sector privado, y a todas las personas de buena voluntad, para que unidos trabajemos por impulsar y hacer realidad las grandes obras que nuestra Piura necesita, no de ahora sino desde hace muchísimos años. 

Ciertamente la Iglesia, “no puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien”.[5]

Exhorto a todos, pero en especial a nuestras autoridades, a que “No nos cansemos de hacer el bien” (ver Gal 6, 9-10). En los meses que aún les quedan de gestión, antes de concluir sus mandatos el próximo 31 de diciembre, por lo menos dejen encaminados y asegurados los grandes proyectos que necesita Piura. Una vez más, los apremio a convocar a los especialistas y técnicos piuranos más calificados, para que trabajen en hacer realidad estos proyectos.  

Sí, no nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Qué mejor manera de hacerlo, que reactivando estos proyectos hoy paralizados, que beneficiarán especialmente a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados.[6] Ciertamente habrá que ejecutarlos con absoluta transparencia, eficiencia, y sobre todo honestidad, porque la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos.

Cristo Resucitado, anima nuestras esperanzas terrenas con la gran esperanza de la vida eterna, e introduce ya en nuestro tiempo presente la semilla de la salvación.

No nos dejemos robar la esperanza ni la alegría de vivir

Alguno podrá considerar que mis palabras en este nuevo aniversario de la Patria mueven al desaliento y a la desesperanza. Nada más contrario que ello, quieren más bien ser un estímulo para que reaccionemos todos, por amor al Perú y a Piura, porque no podemos ni debemos seguir como hasta ahora. En la víspera de celebrarse mañana, 27 de julio, el 188° aniversario del nacimiento del Gran Almirante del Perú y Peruano del Milenio, don Miguel Grau Seminario, ante su egregia figura se renueva nuestra esperanza.  

Junto con nuestros Santos peruanos, Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, Grau y nuestros Próceres y Héroes, no sólo representan lo mejor del Perú, sino la certeza de que los peruanos somos capaces de forjar una Patria justa, fraterna y reconciliada, fundada en los valores y en las virtudes morales que hacen grande a una Nación. Valores y virtudes que brotan de la fe cristiana y católica, que es el sustrato del alma peruana, y que son vivificados por ella.

Miguel Grau y Angamos, Francisco Bolognesi y Arica, José Abelardo Quiñones y Quebrada Seca, Alipio Ponce y Carcabón, son el símbolo más hermoso y esperanzador de que el Perú no se rinde, por más grande que sea la adversidad. Ellos representan el ejemplo de morir peleando, la voluntad de no quebrarse ante el infortunio.

Que Dios, nuestro Padre y Señor, bendiga al Perú y bendiga a Piura. Que Él nos conceda la sabiduría para guiar los destinos de nuestra Patria y Región, así como la esperanza que no defrauda, para que con nuestros mayores podamos decir una vez más con satisfacción: ¡Firme y Feliz por la Unión!

Que nuestra Madre Santísima, nuestra Señora de las Mercedes, nuestra amada Mechita, nos cuide y guíe en esta hora difícil de la Patria y de nuestra Región. Que así sea. Amén.

San Miguel de Piura, 26 de julio de 2022

Memoria Obligatoria de los
Santos Joaquín y Ana, padres de la Santísima Virgen María

[1] San Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz; 1-I-1981.

[2] S.S. Francisco, Discurso a los Funcionarios del Tribunal de Cuentas de Italia, 18-III-2019.

[3] Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Oración Patriótica con ocasión del Bicentenario, 28-VII-2022.

[4] Jorge Basadre Grohmann, Discurso en la 18ª Conferencia Anual de Ejecutivos, 15-XI-1979.

[5] S.S. Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est, n. 28a.

[6] S.S. Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, n. 193.

Puede descargar el archivo PDF de esta Oración Patriótica pronunciada por nuestro Arzobispo AQUÍ