PIURA Y TUMBES: Llevando consuelo y esperanza a decenas de enfermos

Perú Católico, líder en noticias.- Ayer, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y día en que la Iglesia celebra la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo, un gran número de sacerdotes, voluntarios de la pastoral hospitalaria, médicos, enfermeras y gran cantidad de fieles de las diferentes parroquias de nuestra Arquidiócesis se han volcado a los Hospitales y Centros de Salud de Piura y Tumbes para acompañar, llevar consuelo y esperanza a nuestros hermanos que se encuentran padeciendo alguna enfermedad o con su salud resquebrajada, especialmente a aquellos pacientes de pediatría, oncología, a las mujeres embarazadas, ancianos, pacientes con enfermedades terminales y aquellos que se encuentran en cuidados intensivos, pero también a aquellos que se encuentran postrados en sus hogares, asilos de ancianos y centros de reposo. Desde la noche de ayer se vienen realizando vigilias de oración, jornadas de rezo del Santo Rosario, celebraciones Eucarísticas en horarios especiales y jornadas de adoración al Santísimo Sacramento. Además, los sacerdotes confesaron y administraron la Unción de los Enfermos para que así los pacientes encuentren en el Señor Jesús la fortaleza y el consuelo en medio de su sufrimiento.

Respecto a la celebración de esta jornada, nuestro Arzobispo Metropolitano Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., nos recuerda que: “A lo largo de su ministerio público, el Señor Jesús siempre tuvo una opción preferencial por los enfermos y desamparados: los recibía, pasaba largas horas con ellos, les imponía las manos y los curaba. Pero nuestros hermanos enfermos además de tener necesidad de una buena atención médica, tienen necesidad de amor, de saberse valorados y queridos como personas humanas. Cada persona que tiene una enfermedad es diferente, trae su propio drama y tiene una historia que varía. A cada enfermo hay que acogerlo como si fuera el primero, el único y el último. Hay que ver en cada hermano enfermo a Cristo mismo con los rasgos de su pasión y cuanto más nos entreguemos al servicio de nuestros hermanos enfermos con amor y dedicación, más gracias y bendiciones para llegar al cielo podremos acumular. Nunca olvidemos que cada vida humana es sagrada e inviolable en todo momento de su existencia, desde su concepción hasta su fin natural. La vida humana siempre es un bien, puesto que es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencia, resplandor de su gloria y por ello la persona humana es digna de ser amada por sí misma, independientemente de cualquier otra consideración: inteligencia, belleza, salud, juventud, integridad, etc. Como nos lo recuerda el Papa Francisco, un pueblo que no cuida a sus ancianos y enfermos, es un pueblo sin futuro, un pueblo sin esperanza”.

Jornadas como la que hoy hemos vivido, nos dejan un mensaje claro acerca de la fragilidad de nuestras vidas, pero también nos dan un mensaje de esperanza, esperanza en que es posible, con la gracia de Dios y el poder de la oración, recuperar la salud que uno ha perdido. Además, nos brinda un mensaje de fortaleza, al ver el dolor, la angustia de tantos enfermos, de tantas familias que están inmersas en un mundo de padecimiento pero que con entereza, fuerza y positividad salen adelante día a día. Y finalmente un mensaje de gratitud, porque debemos ser siempre agradecidos por los pequeños detalles que nos da la vida, especialmente por nuestra salud y esto nos debe llevar a ser siempre amables, misericordiosos y buenos samaritanos.