En alguna ocasión se habrá escuchado a parientes o amistades que en sus hogares reposan las cenizas de algún ser querido – padres, hijos o hermanos – porque así se encuentran cerca de ellos, comentan.

Al respecto, la congregación para la Doctrina de la fe, órgano colegiado de la Santa Sede, que tiene la misión de promover y custodiar la fe, emitió en el 2016 la Instrucción Ad resurgendum cum Christo, acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, en la cual reafirma el entierro de los cuerpos en los cementerios u otros lugares sagrados.

Sin embargo, cuando por “razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación”…”la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica”, incluso añade el documento que “si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”.

Además, la conservación de las urnas en un lugar sagrado ayuda a la oración y al recuerdo entre los familiares, evita la posibilidad del olvido, falta de respeto y malos tratos o susceptibles a prácticas supersticiosas por estas razones no está permitido la conservación de las urnas en el hogar como tampoco ser divididas entre los familiares, “se le debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación”.

En el documento también se menciona que para evitar “malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.

Con el texto se precisa que los cementerios u otros lugares sagrados en el que se deposita los cuerpos de los fieles difuntos son puntos de oración, recuerdo y reflexión por los familiares y comunidades cristianas.