Son un grupo de cristianos, sacerdotes y laicos, que viven en comunidad fraterna y se proponen anunciar a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de Cristo. Esta comunidad de apóstoles fue fundada por San Pablo de la Cruz (ver biografía) en 1720.
El fundador vio en la Pasión de Jesucristo la obra más grande y estupenda del amor divino y la revelación de la potencia de Dios que destruye el poder del mal con la fuerza de la Resurrección.
Confió a sus seguidores la tarea de anunciar a sus contemporáneos el amor de Dios por cada persona manifestado en la pasión y muerte de Cristo, haciéndose victoriosos en la resurrección. Con un voto especial, los Pasionistas se comprometen a promover la memoria de la Pasión de Cristo con la palabra y con las obras. Hacen esto sobre todo cuando predican o cuando se acercan en su ministerio a los que sufren porque estos son los crucificados de hoy.
Otra característica de los Pasionistas es la vida comunitaria. En la fraternidad Pasionista todo se tiene en común y hay un buen espacio de tiempo dedicado a la oración comunitaria y a la contemplación. Los Pasionistas son contemplativos en acción, uniendo en modo creativo la contemplación y la actividad pastoral.
Los Pasionistas suman mas de dos mil, y están presentes en 52 naciones dispersos en los cinco continentes. Como liderazgo hay un superior general elegido cada 6 años, asistido en el gobierno por 6 consejeros representantes de las varias áreas geográficas. El actual Superior General es el Padre Ottaviano D’Edigio de Italia.
El nombre oficial del instituto de los Pasionistas es “Congregación de la Pasión de Jesucristo”.
El Superior General reside en Roma (Pz. Ss. Giovanni e Paolo, 13 – 00184 Roma – tel. 06 772711). Este lugar es también la sede del estudiantado internacional.

La vocación pasionista:

1. San Pablo de la Cruz reunió compañeros que viviesen en común para anunciar el Evangelio de Cristo a los hombres.
Desde el principio los llamó Los Pobres de Jesús, porque su vida debía fundarse en la pobreza evangélica, tan necesaria para observar los otros consejos evangélicos, para perseverar en la oración y para anunciar continuamente la Palabra de la Cruz. Quiso que los mismos compañeros siguieran un estilo de vida a la manera de los Apóstoles y fomentasen un profundo espíritu de oración, de penitencia y de soledad, por el que alcanzasen una unión más íntima con Dios y fuesen testigos de su amor.
Con clara visión de los males de su tiempo, proclamó incansablemente que la Pasión de Jesucristo, la obra más grande y admirable del divino amor, es el remedio más eficaz.

2. La Iglesia, habiendo reconocido la acción del Espíritu Santo en San Pablo de la Cruz, aprobó con su autoridad suprema nuestra Congregación y sus Reglas, para la misión de anunciar el Evangelio de la Pasión con la vida y el apostolado. Esta misión conserva siempre toda su fuerza y validez.
Para actualizarla nos reunimos en comunidades apostólicas y trabajamos para que venga el Reino de Dios. Confiados en la ayuda de Dios, queremos permanecer fieles al espíritu evangélico y al patrimonio del Fundador, a pesar de las limitaciones humanas.

3. Sabiendo que la Pasión de Cristo continúa en este mundo hasta que El venga en su gloria, compartimos los gozos y las angustias de la humanidad, que camina hacia el Padre. Deseamos participar en las tribulaciones de los hombres, sobre todo de los pobres y abandonados, confortándolos y ofreciéndoles el poder de la Cruz, que es sabiduría de Dios, trabajamos con ilusión por iluminar y suprimir las causas de los males que angustias a los hombres. Por este motivo, nuestra misión se orienta a evangelizar mediante el ministerio de la Palabra de la Cruz, a fin de que todos puedan conocer a Cristo y el poder de su resurrección, participar en sus sufrimientos y configurarse a Él en su muerte, para alcanzar su gloria ( cfr. Filp. 3,10-11 ). Todos participamos en apostolado, cada uno según las posibilidades, las aptitudes y los servicios que le sean encomendados.

4. Aceptamos las apremiantes exigencias que a cada uno de nosotros nos pide la llamada personal del Padre para seguir a Jesús Crucificado; a saber: esfuerzo continuo para hacer del Evangelio de Cristo norma suprema y criterio de nuestra voluntad constante de vivir y trabajar gozosamente en comunidad fraterna, observando estas Constituciones según el espíritu de San Pablo de Cruz; firme propósito de fomentar en nosotros mismos el espíritu de oración y de enseñar a otros a orar; y además, diligente atención a las necesidades de los hermanos para conducirlos a la plenitud de la vocación cristiana por la Palabra de la Cruz.

Nuestra consagración a la Pasión de Jesucristo

5. Buscamos la unidad de nuestra vida y de nuestro apostolado en la Pasión de Jesucristo. Ésta revelación del poder de Dios, que penetra el do para destruir el poder del mal y edificar el Reino de Dios.
Llamados a tomar parte en la vida y en la misión de Aquel que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo (Filp.2, 7), en asidua oración contemplamos a Cristo que, al entregar su vida por nosotros, revela el amor de Dios a los hombres y el camino que también éstos deben seguir para llegar al Padre. Esta contemplación nos hace cada vez más capaces para manifestar su amor y ayudar a los demás, de modo que ofrezcan su vida con Cristo al Padre.

6. Nuestra participación en la Pasión de Cristo, que ha de ser personal, comunitaria y apostólica, se expresa con un voto especial. Por él nos comprometemos a promover la memoria de la Pasión de Cristo con la palabra y con las obras, a fin de propagar un conocimiento más efectivo de su valor para cada hombre y para la vida del mundo. Por este voto nuestra Congregación ocupa su puesto en la Iglesia y se consagra plenamente a cumplir su misión. A la luz de este vínculo vivimos los consejos evangélicos, procurando cumplir el voto en la vida diaria.
Así, nuestras comunidades tratan de convertirse en fermento de salvación dentro de la Iglesia y en medio del mundo. Y cada uno de nosotros vive la memoria de la Pasión de Cristo según las exigencias de los tiempos actuales.

Organización de la Congregación:

La Congregación se divide territorialmente en provincias, vice-provincias y vicariatos.
La Provincia Pasionista de Castilla, formada por Castilla León, Madrid, Asturias, Cantabria, Bolivia, Chile, Panamá y Ecuador, llamada de la Preciosísima Sangre fue fundada en Septiembre de 1923. Establecidos los Pasionistas desde 1880, el crecimiento de su presencia hizo necesario crear distintas provincias con la finalidad de afianzar su vitalidad, experimentar de una manera más viva el carácter comunitario que constituya la vida religiosa y ofrecer un testimonio más cercano y acomodado a cada una de las regiones en las que se iba estableciendo. Así habían ido naciendo las distintas provincias que constituyen la Congregación Pasionista. Cada una de ellas es un sector de la Congregación unido con el resto de la Congregación unido con el resto por el común carisma compartido y por los distintos organismos de comunión y de corresponsabilidad que existen en ella. Está formada por un conjunto de religiosos y grupo de comunidades establecidas en distintos lugares.
Por la profesión de los consejos evangélicos se incorpora cada religioso a la Congregación en una Provincia determinada. Y por este gesto asume los ministerios y servicios que este sector de la Congregación tiene encomendados en determinados lugares o comunidades.

Un conjunto de comunidades forma una Provincia religiosa. Entre ellas, dentro de la Congregación, existe una solidaridad intensa expresando con ello la corresponsabilidad en las tareas, en las necesidades y en los logros.
Un órgano especial, en el que se vive y se ejerce la condición de pertenencia a una Provincia, es el capítulo Provincial. En él, convocado cada cuatro años, asisten todos los religiosos o aquellos que son delegados para ello. Este momento capitular es especialmente importante para crecer en comunidad, discernir a la luz de la Palabra de Dios las llamadas y los desafíos a los que somos enviados; es momento de evaluación y de programación en conexión con las orientaciones de la Congregación, de la Iglesia; siempre atentos al discernimiento de los Signos de los tiempos.