El ‘Cristo Negro de Esquipulas’, una hermosa devoción en Centroamérica

El Cristo Negro de Esquipulas es una imagen de Jesús Crucificado venerada por millones de fieles de Centroamérica que se encuentra en la Basílica de Esquipulas en la ciudad del mismo nombre en Guatemala, distante a 222 km de la Ciudad de Guatemala.

Se conoce como Negro debido a que a lo largo de más de 400 años de veneración, la madera en que fue tallado ha adquirido una tonalidad más oscura, aunque esta catalogación es muy reciente. Ya desde el siglo XVII se le conoce como el “Milagroso Señor de Esquipulas” o también como el “milagroso Crucifijo que se venera en el pueblo llamado Esquipulas”.

La fiesta patronal de Esquipulas se celebra el jueves de la Ascensión. Es también cuando llega la mayor cantidad de peregrinos a la ciudad provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras, México y otros países.

Es costumbre ingresar a pie hasta el templo, en parte por devoción y en parte porque la aglomeración no permite hacerlo de otra manera. Algunos que piden por alguna intención en especial hacen parte del recorrido de rodillas.

Debido a la gran cantidad de inmigrantes de estos países en Estados Unidos y otros lugares, esta fecha es ahora celebrada también en lugares como Los Ángeles, Nueva Jersey y Nueva York.

En Nicaragua también se venera y celebra con gran concurrencia la imagen milagrosa del Cristo Negro en la ciudad de El Sauce, León.

En la ciudad de Villahermosa Tabasco es venerada la imagen del Señor de Esquipulas, una imagen réplica del original, que fue escondida durante la persecución católica encabezada por Tomas Garrido, y que hoy en día se encuentra en la parroquia San Antonio de Padua, Parrilla.

Saliendo del ámbito centroamericano, en los andes venezolanos, específicamente en la aldea El Paramito ubicada en el Estado Mérida, el año de 1997 se edificó una capilla para venerar al Cristo Negro de Esquipulas. Desde su inauguración hasta la fecha, esta devoción ha crecido y se ha multiplicado y vienen a venerarle peregrinos de todas partes de Venezuela.

Antes de la llegada de los españoles al nuevo continente, Esquipulas era un lugar de peregrinación conocido en Mesoamérica donde se rendía culto al dios guerrero Ek Chuaj.

Desde de la conquista de Esquipulas en el año 1530, los misioneros españoles iniciaron el trabajo de evangelización de los pueblos conquistados. En el año de 1594 cuando la religión católica había echado raíces, los locales aprovecharon una abundante cosecha de algodón y decidieron encargar una imagen de Jesús crucificado.

De esta cuenta, Cristóbal de Morales, contrató al escultor portugués Quirio Cataño, quien en ese tiempo vivía en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, para que creara dicha imagen. El artista entregó el trabajo encomendado el 4 de octubre del mismo año.

Según la tradición oral, los habitantes de Esquipulas viajaron a la ciudad de Santiago de Guatemala para recoger la imagen en la fecha estimada y durante el viaje de regreso aquellos que la veían por el camino se quedaban admirados por su belleza y solicitaban que permaneciera con ellos al menos una noche, y de esta manera se originó la tradición del peregrinaje para venerar dicha imagen. Finalmente, la imagen llegó a Esquipulas el 9 de marzo de 1595.

La tradición contaba también que Quirio Cataño había utilizado madera oscura para esculpir la imagen, de modo que se pareciese más a la piel de los habitantes de Esquipulas, descendientes del pueblo Chortí.

Sin embargo según el arquitecto Eduardo Andrade, durante su restauración se descubrió que había sido originalmente acabada con un tono claro, y que los años de exposición al humo de veladoras y las manos de millones de fieles le proporcionaron su característico tono oscuro.

Una réplica fue donada a los monjes franciscanos en la ciudad mexicana de Santiago de Querétaro, donde se le venera y se rinde culto el domingo de carnaval de cada año, siendo una festividad que reúne a la comunidad de danzantes concheros de toda la república.

Además, Esquipulas se encuentra en la bellísima región de la laguna de Ipala. La Sierra de las Minas es el hogar de más de 800 especies de mamíferos y 20 especies endémicas de aves que viven en esta reserva de bosque nuboso, la más extensa de Centroamérica. Esquipulas es una sede importante de reuniones regionales y su ícono es la Basílica del Cristo Negro.

También brinda recorridos por tesoros naturales como el volcán de Ipala, así como la Laguna de Guija. Sus visitantes se deleitan con las excursiones ecológicas, la diversión de los parques y la historia que enmarca el Museo de Paleontología y Arqueología Ing. Roberto Woofolk Saravia de Estanzuela, donde se guardan las osamentas de mastodontes y ballenas de más de 50 mil años de antigüedad.

La Laguna de Ipala está cargada de espiritualidad y misticismo. Ofrece riqueza natural y uno de los centros religiosos de mayor importancia en la región.

Javier Ordovás – Aleteia