Las causas de la pobreza no son principalmente de orden material, por Johan Leuridan Huys

Pablo VI publicó en 1967 la importante y renovadora encíclica ‘Populorum Progressio’ que trata sobre los países en vías de desarrollo. Aparte de los grandes temas como trabajo, capitalismo, fondo mundial, hambre, justicia, emigrantes, demografía, familia, la ideología tecnócrata, etc. El Papa afirma que el progreso es una vocación.
“En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio desarrollo, porque la vida de todo hombre es una vocación” (Populorum Progressio, n. 15).
El “desarrollo es vocación” significa llamada transcendente. “No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación, que la da la idea verdadera de la vida humana”. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: “el hombre supera infinitamente al hombre”.
La vocación es una llamada que requiere una respuesta libre y responsable. Ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo fuera y por encima de la responsabilidad humana. Las ideologías basan siempre sus propuestas mesiánicas en la negación del hombre reducido a un medio para el desarrollo. “Cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso” (Populorum Progressio, n. 15). La libertad se refiere también a situaciones de países en vía de desarrollo. También esto es vocación, en cuanto llamada de hombres libres a hombres libres, para asumir una responsabilidad común.
Pablo VI percibió netamente la importancia de las estructuras económicas y de las instituciones, pero se daba cuenta, con igual claridad, de que la naturaleza de éstas, deberá ser instrumentos de la libertad humana.
El evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque Dios pronuncia el sí más grande al hombre. El desarrollo no es verdadero cuando no es todo el hombre y de todos los hombres. Esta libertad se refiere al desarrollo y a las situaciones de subdesarrollo. Que no son fruto de la casualidad o de una necesitad histórica, sino que dependen de la responsabilidad humana. Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse.
Las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. La falta más grande es la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos. ¿Qué futuro tienen la sociedades con líderes corruptos? La razón puede establecer una convivencia cívica entre todos, pero no consigue fundar la hermandad. Éste nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la fraternidad por medio de la caridad. El amor de Cristo nos urge (2 Corintios, 5, 14) movilizar el corazón para hacer cambiar los procesos económicos y sociales hacia metas plenamente humanas.

Dominico. Doctor en teología. Miembro honorario de la Sociedad peruana de Filosofía. Ex decano de la USMP.