Homilía del VII domingo del Tiempo Ordinario: ¿Ser Santo está pasado de moda?

Hablar de la santidad en la vida diaria –entre católicos- para unos es maravilloso, a otros, en cambio, les parece ridículo.

¿Quién tiene la razón?

  • Levítico

Tres cosas importantes, pide Dios a Moisés en la asamblea de los hijos de Israel:

+ Mandato de Dios bien claro:

«Seréis santos porque yo, el Señor, soy santo».

El motivo es maravilloso: nuestro Creador quiere que seamos como Él. Por esto nos quiere santos.

En las cosas de la vida ordinaria procuremos parecernos a Dios. Esto no solo es posible, sino que es una gozosa realidad.

Dios no nos quiere lejos, nos quiere con Él.

+ Reprenderás al otro y no lo odies porque te cae mal lo que hace, porque no te gusta o porque ves que va contra Dios.

+ No guardes rencor sino más bien «amarás a tu prójimo como a ti mismo».

 Todo esto lo confirma el mismo Dios con estas palabras:

«Yo soy el Señor».

  • Salmo 102

El salmista nos invita a alabar a Dios que es compasivo y misericordioso.

Podemos contar siempre con Él.

Él nos perdona y aleja nuestros delitos con su bondad.

Dios tiene ternura por sus fieles como un buen Padre tiene ternura con sus hijos.

De esta manera Dios tiene que ser modelo de todos los humanos, porque Él es nuestro Creador y nos asegura su cariño de Padre.

  • San Pablo

Según el apóstol somos templo de Dios.

El Espíritu, que es Dios como el Padre y el Hijo, habita en nuestro interior como en un templo.

Meditemos:

«¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?»

«Yo soy yo, pero no soy mío» (Papa Benedicto).

Qué maravillosa realidad. Si yo soy templo de Dios es que soy suyo y no me pertenezco. Esa es mi grandeza.

San Pablo nos asegura que tenemos un regalo inesperado: somos de Dios y esa es nuestra grandeza:

«Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios».

  • Verso aleluyático

En guardar la Palabra de Cristo consiste la perfección, ya que esa Palabra es Cristo mismo y Él es Dios como el Padre y el Espíritu Santo.

Por eso gocemos pensando:

«Quien guarda la Palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en Él a su plenitud».

  • Evangelio

Continuamos hoy el «sermón de la montaña» y en él leemos unas palabras que nos permiten entender mejor el pedido de Dios a Moisés, de la primera lectura:

¿Cómo ser santo?

Jesús nos lo explica de una manera sencilla: Dios es bueno con todos y hace salir el sol sin diferencias para buenos y malos.

También envía la lluvia al justo y al pecador.

Aprende: tú serás un poco como Él si amas a tus enemigos y rezas por los que te persiguen y maltratan.

No tenemos que hacer cosas muy grandes o imposibles; en lo sencillo de cada día has de encontrar la santidad.

Por eso la conclusión del Evangelio es maravillosa y posible:

Tú puedes ser perfecto como el Padre que está en los cielos.

José Ignacio Alemany Grau, obispo