La dictadura del pensamiento único: ‘el relativismo’
A inicios de abril de este 2016, unos jóvenes universitarios en Nueva York quitaron los carteles de los baños que indicaban hombre y mujer porque «los transexuales se sentían incómodos en cualquiera de los dos baños», argumentando para ello lo siguiente: «Un establecimiento público no debería preguntar si eres hombre o mujer, en este caso sólo debería preguntar si necesitas ir al baño». Curiosamente en el mismo país pero en otro estado, Carolina del Norte, se decretó que las personas transexuales usen el baño de su sexo biológico (con el que nacieron)[1]. Ante tal confusión surge una pregunta lógica ¿Cuál es el camino correcto? Aunque la pregunta podría ir más de fondo ¿Cuál es la verdad en este problema?
Hoy nos topamos con muchas situaciones como la descrita: preguntarnos si el aborto está bien o no, si la homosexualidad está bien o no, si es lícito que hayan religiones, si se debe regular los actos de las personas o cada uno puede definir qué le parece bien y qué no. Podríamos seguir con una lista grande que de una u otra manera nos lleva a un escenario conocido: el de la discusión con la institución que más énfasis hace sobre estos asuntos, es decir la Iglesia Católica. Una forma muy extendida de pensar hoy plantea que el gran obstáculo de la cultura actual son las enseñanzas de la Iglesia, la cual, afirman, debería por ello abstenerse de dialogar en la búsqueda del bien común. Ante lo cual cabe, creo, dar un paso atrás: recordar ante todo el deseo de felicidad que tenemos.
¿Por qué es importante ello? Porque el ser humano es un buscador de la verdad; desea respuestas para encontrar la felicidad. Pero ello necesita de un camino que en la actualidad está peligrando: el diálogo. Para atravesar el mar de las incertidumbres y llegar al puerto de la verdad requerimos juntos ver qué camino seguir, discernir dónde es mejor llegar y cómo hacerlo. Pero hay en estos tiempos, escondida en la llamada universal a la tolerancia, una real intolerancia, la cual pretende imponer en la mesa del diálogo a unos y descartar a otros. Rompiendo así el equilibrio y la necesidad que tenemos los seres humanos de los demás. La búsqueda personal y social de la felicidad no puede sucumbir a este peligro si honestamente quiere llegar al puerto deseado. Pero con insultos, peleas, descalificaciones, difamaciones, relativizaciones, argumentos sin sustento, mentiras y falacias, no se puede empezar un diálogo. Por lo que el primer camino será desmontar este peligro escondido en la llamada actual a la tolerancia: desmontar la estrategia de la dictadura del pensamiento único.
Los que honestamente plantean llegar a la felicidad y al bienestar, necesitan buscar, y en ese camino, el escuchar y discernir. Pero si mutilan actores del diálogo que tienen posturas y planteamientos que presentar ¿No se corre el riesgo de eliminar datos importantes que dañen la búsqueda? En ese llamado a la tolerancia y al respeto, quienes pretenden sacar de la mesa a la Iglesia ¿No atentan contra las mismas reglas de juego? Necesitamos la verdad para atravesar el mar de nuestra vida, pero ésta la encontraremos juntos y dialogando. La dictadura del pensamiento único hoy busca no llegar a la felicidad, sino manipular la búsqueda del hombre, para que éste no encuentre nada, sino que siga perdido. Pues el negocio de la cultura actual es, por llamarlo así, la desorientación.
Entonces, el primer eslabón de este largo camino hacia la verdad es desmontar que al descalificar a la Iglesia y no dejarla entrar al diálogo, por detrás, solapadamente, se busca petardear el mismo diálogo cultural. Esta llamada dictadura del pensamiento único que bajo la excusa de la tolerancia pretende sacar de la mesa a los que pueden cuestionar sus planteamientos, debe ser el primer punto a enfrentar para que luego empiece el diálogo auténtico, en donde todos tienen derecho y deber de participar; incluyendo a la Iglesia Católica.
Por ello, las reflexiones que iniciaré tratando de buscar ese diálogo cultural sobre la verdad, tendrán que comenzar enfrentando este obstáculo: el de querer excluir a la Iglesia del diálogo de la búsqueda común de la verdad. Habrá que desmontar primero este peligro del pensamiento único.
[1] Ver: http://infovaticana.com/2016/04/01/banos-mixtos-la-nueva-coartada-del-lobby-lgtb-para-imponer-su-doctrina/.
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